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Nelson Mandela: Nuestro Apartheid

Maruja Tarre de Lara*

Nelson Mandela, símbolo de la lucha contra la segregación racial en Suráfrica, salió de la cárcel el 12 de febrero de 1990. Tiene 71 años, pasó 27 en la cárcel y su partido, el Congreso Nacional Africano fue legalizado en 1990. Hoy en día el presidente De Klerk, electo por la minoría blanca del País, ha prometido una nueva Sur África, sin apartheid. La legalización del partido de Mandela y su liberación, son apenas el inicio de la difícil vía hacia la igualdad racial.

Cuando Anthony Lewis, periodista del New York Times, entrevistó al recién liberado Nelson Mandela, destacó en sus artículos las "dos naciones" que se perciben en Sur África. Por una parte un mundo próspero, de niños bien alimentados, jugando en jardines con casas muy bellas y vegetación frondosa: trinitarias, acacias, rosas y azaleas. Por otra parte los barrios de Soweto o Sebokeng, con ranchos de cartón y techo de zinc, mujeres con recipientes vacíos haciendo cola junto a un escuálido chorro de agua, terrenos baldíos llenos de basura y moscas, niños tristes y desnutridos. Concluye Lewis en su artículo:. "Cualquiera que vea la riqueza de los suburbios de Ciudad del Cabo y la compare con los barrios negros, comprende la realidad social fundamental de Sur África: tienen uno de los niveles de desigualdad económica más altos del mundo. El ingreso per cápita de los blancos es 10 veces mayor que el de los negros".

En Venezuela todos sabemos que no es necesario ir a Ciudad del Cabo o Johanesburgo, para toparnos con ese tipo de contrastes. Mientras que la política de apartheid tiende a desaparecer en su lugar de origen y fue condenada por el presidente Pérez como "la mayor vergüenza de nuestro tiempo", en América Latina está surgiendo una segregación de tipo económico. Algún día, debido a las consecuencias nefastas de las deficiencias nutricionales, este nuevo apartheid tendrá también componentes de tipo racial. Habrá un sector minoritario de la población bien alimentado, deportista, sano, rodeado de jóvenes desnutridos y raquíticos, con posibilidades ínfimas de educación y salud.

Si de alguna forma debe interesarnos el caso Mandela y lo que ocurre en Sur África, es para darnos cuenta de que no se trata de un fenómeno exótico, totalmente ajeno a nuestro medio. Hay que comparar y comprender que el apartheid, aunque no existe en nuestras leyes, es para nosotros una posibilidad cada vez más real, debido a la marginalización creciente de la mayoría de la población. Esta nueva realidad ha sido descrita por Ramón J. Velásquez (El Nacional, 30 de Abril, 1990) como "un sismo socioeconómico que amenaza la estabilidad misma del país".

Nelson Mandela, el líder surafricano recientemente liberado, después de haber pasado 27 años en la cárcel, ha luchado junto con su partido Congreso Nacional Africano, por la igualdad política entre negros y blancos. Existe un clamor mundial, que sin duda llevará al gobierno blanco de Sur África a promulgar el fin de las diferencias políticas entre los ciudadanos. En cuanto a la situación socioeconómica, se ha publicado recientemente un estudio llamado "Economía del Apartheid", obra del profesor Stephen Lewis, donde se afirma que la segregación -analizada desde un punto de vista estrictamente económico es un error. Se coloca fuera del mercado (sin posibilidad de participar activamente en la economía) a un porcentaje demasiado alto de la población. Por lo tanto, concluye el profesor Lewis, si queremos que Sur África siga siendo un país próspero, si queremos reactivar la economía, hay que incorporar a toda la población actualmente segregada a la economía de mercado. "A1 impedir que los negros tengan mejores empleos y mejores salarios, al no darles acceso a fuentes de crédito, el gobierno los margina del mercado, eliminando clientes que podrían comprar y producir bienes y servicios realizados localmente". El fracaso más grande del apartheid es precisamente en el campo económico.

En Caracas últimamente nos hemos interesado por Sur África debida a la liberación de Mandela en febrero, al estreno de la película "A Dry White Season" de Euzhan Palcy y al éxito de "Woza Albert!" durante el Festival de Teatro. Tenemos ahora que procesar esa información, discutiendo y comprendiendo lo que significa el fenómeno de la segregación -no sólo en un lejano rincón de África sino aquí y en todas partes, como una tentación y peligro permanentes. Vale la pena reflexionar sobre el discurso de Mandela, el 12 de junio de 1964, cuando las autoridades lo sentenciaron a cadena perpetua por actividades en contra del Estado.

"Fue sólo cuando todo lo demás fracasó, cuando nos eliminaron todas las formas de protesta pacífica, cuando perdimos toda esperanza de diálogo, de justicia, de igualdad, que tomamos la decisión de recurrir a la violencia como única forma posible de protesta."

*Licenciada en Estudios Internacionales (UCV) y Magister en Administración Pública (Harvard), es miembro del Dpto. de Ciencias Sociales USB

Universalia nº 2 Sep-Dic 1990