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Participación estudiantil y Estudios Generales

Ramón Gordils

Desde que ingresé a esta universidad me sentí atraído muy especialmente por los Estudios Generales. Veía en ellos la oportunidad de escapar un poco de la excesiva presión que el resto de las obligaciones académicas ejercían sobre nuestra vida estudiantil. Además de las justificaciones que han hecho posible la permanencia de este programa, entendí siempre su existencia como una reivindicación para quienes no soportamos la idea de ser tecnólogos especializados, sujetos objetivos y por tanto objetos de una dinámica de desarrollo tecnológico que nos ha sido impuesta por una sociedad cuyo norte no apunta hacia la consecución de la felicidad para las personas, sino hacia el afianzamiento de un modo de vida signado por la irracionalidad de la acumulación.

Tal vez fue por esta manera de asumir nuestra permanencia en la universidad que un grupo de compañeros decidimos crear, a partir de nuestro propio esfuerzo, una materia de Estudios Generales que satisficiera una necesidad concreta común a todos.

Transcurría el año de 1986 cuando participábamos en una de las iniciativas más bellas que he conocido: la desaparecida "Junta Alfabetizadora". Quienes participábamos en esta organización nos dedicábamos a facilitarle a los obreros de la USB el aprendizaje y dominio básico de la lectura y de la escritura, así como la continuación de sus estudios primarios. Sin embargo, la carga académica que cada año parecía intensificarse fue generando la deserción de los miembros de la junta y, lo que es peor, fue obstaculizando la incorporación de nuevos compañeros al trabajo con los obreros.

Ante esta situación, los miembros sobrevivientes de la junta decidimos redactar un proyecto para ser presentado ante el Decanato de Estudios Generales en el cual se proponía la acreditación académica para los estudiantes que desarrollaran labores de alfabetización. Como era de esperarse, este proyecto generó una intensa polémica en el seno del Decanato por cuanto era absolutamente incompatible con el sistema administrativo vigente. ¿Quién los va a evaluar?, ¿cómo se certifica la asistencia?, ¿cuál será el programa? fueron las trabas más difíciles de salvar.

Después de más seis meses de obstinada insistencia por nuestra parte, del seno de la comisión que discutía el proyecto (y con el apoyo de los profesores María del Pilar García y Juan Carlos Rodríguez, quienes se ofrecieron a tutorear el proyecto), surgió una proposición conciliatoria: un taller de tres trimestres sobre "Alfabetización y subdesarrollo en la Venezuela contemporánea" que incluía prácticas docentes con obreros de la universidad y en comunidades populares cercanas a Sartenejas.

Fue así como durante un año estuvimos discutiendo y analizando el hecho educativo desde perspectivas alternativas a la educación formal, y fue allí donde también muchos de nosotros comprendimos una realidad que nos era ajena hasta ese momento, la de las mayorías empobrecidas de este país, que luchan todos los días por forjarse un porvenir modesto y un lugar digno dentro de esta sociedad.

Esta experiencia, es importante destacar, marcó la vida de cada uno de quienes participamos de ella, y puede cualquiera tener por seguro que en el ejercicio profesional, ninguna de estas personas podrá dejar de lado el aspecto social de los proyectos, programas o actividades en los que juegue un papel directivo. Al menos no lo hará sin que su conciencia se lo reclame.

Todo lo anterior debe llevarnos a una reflexión sobre lo importante que resulta que los estudiantes incidan sobre lo que reciben durante su formación universitaria. Sin restar importancia a la sistematización, a los planes de estudio y a la experiencia de los docentes, es lamentable que esos elementos se hayan convertido en la totalidad de las variables tomadas en cuenta a la hora de definir los contenidos de las materias de Estudios Generales. Pero también hay que observar que la presión estudiantil en esa dirección siempre ha sido poca. Tal vez se ha creado la idea de que el obstáculo a salvar es muy grande, y esa impresión no es del todo falsa. Sin embargo el precedente está sentado, sólo hay que forzar la barra.

*Arquitectura USB. Comunicación Social UCV. Representante Estudiantil en el Decanato de Estudios Generales y editor de Universalia
Universalia nº 3 Ene-Abr 1991