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Educación y Sexualidad Humana

Nelly Williams de Couderc*

El curso "Educación y Sexualidad Humana" se ha venido ofreciendo en la Universidad, como asignatura de los Estudios Generales por espacio de cinco trimestres. A través de él hemos podido comprobar la calidad y naturaleza de la información sexual que han recibido los estudiantes. En la mayoría de los casos esa información no ha sido proporcionada por los padres, sino por amigos y en muchos casos distorsionada. Y todo esto se debe a que existen por lo menos tres modos de enfocar la sexualidad:

que es mala e indecente, de manera que de ella no debe hablarse ni en la casa ni en ninguna otra parte;

que es inevitable, y por esa razón debe coexistir como parte del desarrollo humano; sin embargo, si se habla de ella debe hacerse en forma superficial, y

que la sexualidad es parte importante del desarrollo humano y por lo tanto debe abordarse en forma clara y directa. Indudablemente que esta posición tiene el menor porcentaje de adeptos por cuanto el número de estudiantes que puede decir que ése es su caso en su familia, es muy reducido.

Las posiciones expuestas anteriormente tienen su raíz en el hecho de que la sexualidad ha tenido siempre una connotación genitalista, es decir, el concepto de sexualidad ha sido solamente sinónimo de pene y vulva, partes del cuerpo que a la vez han estado siempre revestidas de perversidad y pecaminosidad, y por eso se les esconde bajo los nombres más ridículos.

En el curso "Educación y Sexualidad Humana" desmitificamos esa posición y consideramos la sexualidad como una dimensión del desarrollo humano y una expresión del ser hombre o ser mujer; es decir: a través de su sexualidad la persona expresa lo que siente, lo que piensa, lo que desea, inspirada en su papel femenino o masculino. Además, desmitificamos "la guerra de los sexos" porque consideramos que no existen sexos opuestos sino sexos complementarios y colaborativos. Igualmente desmitificamos la figura masculina machista y "donjuanesca" y la figura femenina como un ser sumiso, débil y desvalido.
Este curso provee a los estudiantes de un espacio para que reflexionen y expresen sus opiniones acerca de los roles sexuales que cada individuo asume, de acuerdo a los patrones de aprendizaje que les imparte la sociedad. El ser hombre y el ser mujer tiene muchas implicaciones en nuestra sociedad. La doble conducta sexual (relaciones premaritales y extramaritales) es más permisiva para los hombres que para las mujeres. Mientras a los hombres se les educa sexualmente para atacar, a las mujeres se les educa para que se defiendan.

La manera de relacionarse en parejas que tienen los jóvenes cuando establecen "un vacilón", "un resuelve" o para relacionarse con la "amiga con derecho" o con su "novia" son muestras fehacientes de cómo desde el esquema sexual masculino se categoriza a la mujer, de cómo se le encasilla en ciertos patrones y se le adjudican ciertas prerrogativas y conductas a unas, y a otras no. Como resultado, evidenciamos el uso instrumental que hacen los jóvenes de la relación de pareja. Unas, "las loquitas", les sirven para gozar y pasarla bien y las otras, "las respetables", para casarse.

Por otra parte, hemos podido comprobar que las relaciones premaritales están siendo cada vez más aceptadas por los jóvenes universitarios, de ahí que el curso enfatice la clarificación de valores y los riesgos emocionales y las consecuencias físicas y sociales que conlleva el ejercicio de la función sexual cuando no se tienen convicciones personales que les permitan actuar con autodeterminación, o cuando se dejan llevar por presiones externas, "modas", engaños o chantajes sentimentales.

Además, se reflexiona y se analiza lo que significa el embarazo para la gente joven, que aparte de acarrear en muchos casos serios problemas de salud para la madre y el hijo, frustra muchas aspiraciones e impone responsabilidades prematuramente. Por esto señalamos que es importante que antes de tener relaciones sexuales, los jóvenes cuenten con la información necesaria y la clarificación suficiente para no actuar irresponsablemente.

El mayor énfasis se deposita en el aspecto afectivo de la relación de pareja en términos de lo que realmente sienten por la otra persona: quién es el otro, si es un simple "pasatiempo", un desafío o una persona con sentimientos. ¿Se quieren o solamente se gustan? ¿Cómo se comunican? ¿Son capaces de expresar lo que realmente sienten? ¿Hablan abierta y honestamente? ¿Respetan la vulnerabilidad uno del otro? Estas y mucha otras preguntas surgen del curso que tiene la naturaleza de laboratorio porque cada alumno aprende de las experiencias de los otros. No es un curso donde los jóvenes puedan adquirir "recetas" de cómo manejar su sexualidad, puesto que cada estudiante es un ser único con experiencias sexuales únicas basada en sus propios antecedentes culturales, sociales y familiares. Sin embargo, el disponer de un espacio donde puedan discutir, analizar y compartir experiencias acerca de la sexualidad humana permite a los jóvenes desarrollarse integralmente.
Creemos que como educadores del área de Estudios Generales nuestra responsabilidad social es contribuir al desarrollo pleno de los estudiantes. La integralidad no es otra cosa, que atender con esmero tanto a aspecto cognoscitivo como al físico, al emocional social, al sexual y al vocacional.

*Consejera Educacional y Vocacional (Universidad de Chile), Master en Educación (Universidad de Columbia), Pertenece al Dpto. de Ciencia y Tecnología del Comportamiento USB.

Universalia nº 3 Ene-Abr 1991