Alfredo Ascanio*
En plena crisis, los precios en Venezuela no están en función del exceso de la demanda de bienes y servicios, sino que el aumento de precios resulta de causas como las siguientes:
un incremento del margen de beneficios del vendedor;
una caída de la productividad;
un incremento de los costos de los insumos o factores de la producción.
Igualmente, en plena crisis, los sueldos y salarios se determinan no por un exceso de la demanda de trabajadores, sino a través de la presión de los gremios y sindicatos.
Si los precios se determinan vía los costos y los salarios, vía la presión sindical el costo medio de los productos y servicios se eleva y por supuesto el precio.
¡Qué difícil es la conciliación entre la estabilidad de precios y el pleno empleo! El poder discrecional de los sindicatos y de los oligopolios venezolanos parece que pueden revivir a un fósil: la curva de Phillips, la cual trata de relacionar el porcentaje de desempleo con la tasa de aumento de los salarios monetarios, proponiendo que las autoridades económicas poseen una alternativa a largo plazo entre la inflación y el desempleo. ¿Qué queremos realmente: desempleo elevado y estabilidad de precios, que sí beneficia a un grupo social, o una tasa más reducida de desempleo acompañada de un crecimiento de los precios?
Puede ser que este "trade off" sea coyuntural; pero a largo plazo, si no se admite la sentencia de Phillips, es necesario cuidar muy bien la gestión de la política restrictiva estabilizadora. No obstante: ¿hasta qué punto los conflictos sociales son impulsores del fomento del empleo y hasta qué punto esa presión hará necesario que ese empleo se realice a expensas de un aumento más rápido del ritmo inflacionario?
Toda la sociedad está a la expectativa sobre los mecanismos de este arbitraje que esperamos tenga un comportamiento racional.
Como señaló hace 12 años el economista español Andrés Fernández Díaz: "podemos utilizar la inflación para comprar algo de empleo aunque menos de lo que pensamos y para un período de tiempo más breve". Todo esto depende en parte de las políticas monetaria y fiscal, incluso, de la política anti paro que eufemísticamente se denomina política "contra la pobreza". También depende de los factores institucionales y estructurales que pueden cambiar la naturaleza de las cosas y que pueden de nuevo sepultar como un cadáver frío a la curva de Phillips, o al menos suavizar "el cruel regateo", en palabras de Samuelson.
En el logro de lo anterior, las universidades tienen una elevada responsabilidad, pues ellas pueden ayudar a elevar la eficiencia tecnológica e incluso ayudar en las negociaciones colectivas a los fines de reducir el poder oligopólico y estimular empresas con elevado nivel de beneficios, pero también de remuneración al factor trabajo; y colaborar con algunos cambios estructurales que permitan la moderación en el aumento de precios y otras formas de rentas.
*PhD Economista (UCV) y Doctor en Ciencia Política (USB) Profesor Titular jubilado Dpto. de Ciencias Económicas y Administrativas Especialista en Evaluación de Proyectos de Inversión y en Análisis de Contenido del discurso político.
Universalia nº 3 Ene-Abr 1991