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Imagen del sabio Nahuatl

 

En una de sus recopilaciones de testimonios de las civilizaciones precolombinas, el investigador mexicano Miguel León Portilla nos presenta este hermoso texto donde se refleja la concepción del "tlamatini" o sabio entre los nahuas. Este texto fue recogido de sus informantes indígenas por Fray Bernardino de Sahagún (1500 1590), autor de la Historia General de las cosas de la Nueva España, cuya acuciosidad, respeto por los materiales de culturas ajenas y rigor metodológico lo proponen como uno de los fundadores de la moderna etnología. Al margen del texto, Fray Bernardino escribió "sabias y philosophos", pues en su opinión se trataba de figuras equivalentes a la de los antiguos filósofos griegos. Nos llama la atención en todo caso la integración que se da en este ideal de sabio nahuatl de características que equivaldrían para una concepción moderna y occidental a una difícil combinación de pensador, sacerdote, memoria de la tradición, poeta, erudito (el que conoce los códices, escritos en tinta roja y negra), médico, maestro y político o guía de la comunidad. Es éste uno entre los muchos testimonios de culturas autóctonas amerindias cuyo conocimiento podría fundamentar en nosotros -mediante la aceptación respetuosa de su diferencia respecto de lo europeo u "occidental" una apreciación más justa de sus logros y valores culturales.

Tlamatini
El sabio: una luz, una tea,
una gruesa tea que no ahuma.
Un espejo horadado,
un espejo agujereado por ambos lados
Suya es la tinta negra y roja,
de él son los códices, de él son los códices.

Él mismo es escritura y sabiduría.
Es camino, guía veraz para otros.
Conduce a las personas y a las cosas,
es guía de los negocios humanos.

El sabio verdadero es cuidadoso
(como un médico)
y guarda la tradición.
Suya es la sabiduría transmitida,
él es quien la enseña,
sigue la verdad
no deja de amonestar.

Hace sabios los rostros ajenos,
hace a los otros tomar una cara
[una personalidad]
los hace desarrollarla.
les abre los oídos, los ilumina.
Es maestro de guías,
les da su camino, de él depende.

Pone un espejo delante de los otros,
los hace cuerdos, cuidadosos;
hace que en ellos aparezca una cara
[una personalidad].

Se fija en las cosas,
regula su camino,
dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el mundo.
Conoce lo (que está) sobre nosotros
[y], la región de los muertos.

[Es hombre serio].
Cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado.
Gracias a él la gente humaniza su querer
y recibe una estricta enseñanza. Conforta el corazón,
conforta a la gente, ayuda, remedia,
a todos cura.
Tomado de Miguel León Portilla: Los antiguos mexicanos. México. Fondo de Cultura Económica. 1978, pp 125-126.

Universalia nº 4 Abr-Jul 1991