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Democracia y derechos humanos

Orietta Caponi*

La proclamación de un derecho no es la realización o satisfacción de ese derecho; sería como afirmar que poseer el horario de los viajes aéreos equivalga a viajar. Lo que se requiere para que los derechos se hagan efectivos es la creación de instituciones sociales que protejan el goce de estos derechos.

Impedir por completo violaciones a derechos individuales es una meta irrealizable para cualquier sociedad, pero deben establecerse instituciones que reconozcan los derechos, medidas para prevenir posibles violaciones, y, sobre todo, los individuos cuyos derechos han sido violados deben poder apelar a la sociedad a través de su sistema judicial para obtener reparación.

El poder judicial que es el soporte de una sociedad democrática, debe ser el garante de los derechos de los ciudadanos. Si el poder judicial está atado a intereses partidistas y/o sujeto a juegos clientelares no puede cumplir su función y la democracia de la que debería ser fundamento se transforma en un sistema ilusorio y ficticio. Una democracia debe descansar en la administración de la justicia y no en los aparatos policiales, en la represión.

La teoría de los "derechos humanos" tiene hoy una aceptación que trasciende fronteras nacionales e ideológicas, pero, quizás, su puesta en práctica implica la necesidad de justificar la pretensión de que estos derechos deben ser protegidos por una sociedad democrática a través de sus instituciones.
Los derechos humanos son derechos básicos cuyo disfrute es esencial para el disfrute de cualquier otro derecho. Sin ellos pierde legitimidad cualquier gobierno que se precie de ser democrático. Los bienes espirituales y materiales que protegen los derechos humanos son los requerimientos mínimos necesarios para el respeto y la dignidad humanos. Sin derechos básicos como el derecho a la vida, a la seguridad personal, a la libertad y a una mínima seguridad económica es imposible el disfrute de cualquier otro derecho.

Una sociedad que reconozca el derecho de libertad de expresión y de asociarse, pero que de hecho, cuando oponentes del gobierno manifiestan su desacuerdo reciben como respuesta el despliegue policial y la represión, es una sociedad donde no puede existir el goce de derechos y libertades. El sentido de poseer un derecho es la posibilidad de ejercerlo y ningún derecho puede ser ejercido si no existe seguridad personal.

Un argumento similar puede ser utilizado para afirmar que el derecho a una mínima seguridad económica es un derecho básico. Nadie puede gozar plenamente de sus derechos si no posee lo esencial para una vida digna, saludable y activa.

La persistencia de un régimen civil, la realización regular de elecciones, la referencia al tema democrático o la adhesión formal a las reglas de la democracia representativa no aseguran que una democracia sea estable y efectiva. Mientras no existan instituciones que aseguren el respeto a y el goce de los derechos humanos la precariedad de la idea democrática estará siempre presente.

*Licenciada en Filosofía Summa cum laude UCV y Doctora en Filosofía (Univ. de Ottawa)
Universalia nº 4 Abr-Jul 1991