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La Filosofía en los Estudios Generales

Massimo Desiato*

Puede uno preguntarse por la finalidad que persigue la presencia de cursos de filosofía en el marco de los Estudios Generales de nuestra Casa de Estudios, pues, por lo pronto, cierta manera de transmitir el conocimiento filosófico tropieza con serias dificultades. En efecto, debemos aclarar que en el último año el Departamento de Filosofía ha intentado un nuevo camino en lo que se refiere al problema de la comunicación del quehacer filosófico. La pregunta que se planteó es ¿cómo lograr comunicar la filosofía a un público estudiantil desprovisto, por lo general, de sólidas bases filosóficas?

Como toda disciplina científica, la filosofía requiere de un manejo terminológico que es adquirido a través de un largo entrenamiento y, sin embargo, los problemas con los cuales se enfrenta el filósofo no son de suyo prerrogativa exclusiva del mismo. Más bien podríamos afirmar que son problemas del hombre en cuanto tal, de cada uno de nosotros en cada caso. El filósofo profesional los explícita y trata de resolverlos de alguna forma de acuerdo al rigor de su disciplina.

No obstante, existe una manera de comunicar dicha problemática sin tener necesariamente que desplegar toda la terminología estricta con la cual van acompañadas dichas inquietudes. Esto es un reto; tratar de transmitir una actitud inquisitiva a los estudiantes, inyectarles cierta preocupación por sus vidas y por el entorno social en el cual existen. Todos nosotros vivimos una cotidianidad que es en cuanto tal a-problemática, en donde todo obedece a pautas establecidas anónimamente y que, sin embargo, regulan nuestras actividades. Y todos nosotros sentimos de vez en cuando la insuficiencia de esta cotidianidad. Percibimos que ella es muy simplificadora, superficial y que no posee las herramientas para responder a ciertas situaciones que se crean aún dentro de ella.

Los cursos de filosofía diseñados por el Departamento respectivo buscan promover la reflexión en torno a lo vivido por cada quien, intentan otorgar al estudiante las herramientas para que él mismo, en la medida de sus posibilidades, busque resolver la insuficiencia que se desprende de su cotidianidad. La finalidad de los cursos no es por tanto dotar al cursante de un especial conocimiento, tampoco pretende transmitir "verdades", sino buscar que la verdad aparezca en el individuo mismo en tanto valor encarnado, abrigado por el existir subjetivo de cada uno de nosotros.

Si se persigue tal finalidad, seguramente se perderá algo del rigor propio al modelo del filosofar, pero se ganará en motivación. Esto último no debe dar a entender que la coherencia de las argumentaciones sea descuidada; significa tan sólo, que el estudiante no será agobiado por un rigor que muchas veces termina coartando la espontaneidad de las vivencias.

Nuestros estudiantes poseen un material valioso desde el cual empezar a reflexionar: su propia experiencia. Cada uno de nosotros la tiene y no puede desprenderse de ella. Lo que los profesores a cargo de los cursos de filosofía intentan producir es una actividad que pueda poner a valer dichas experiencias. Temas como la felicidad, la muerte, la existencia, los valores, las relaciones concretas con el prójimo, los sentimientos, las pasiones, la racionalidad, la justicia -entre muchos otros- pueden ser enfrentados desde ese caudal de experiencias vividas que acompaña a nuestros jóvenes. Ellos tienen algo que decir sobre estos problemas, aquello que quizás les falte es saber argumentar, o precisar las problemáticas y eso es lo que un curso de filosofía debe perseguir. Poco a poco puede venir también el manejo terminológico, precisamente cuando el estudiante se percata de que para poder pensar sobre el tema necesita limitarlo, demarcarlo, captar ciertas sutilezas que el lenguaje ordinario no logra asir.

Creo que en el nivel de los Estudios Generales la filosofía no debe comunicarse como un saber especializado, sino justamente como la figura de Sócrates ejemplifica como un interrogarse, un ponerse en tela de juicio para superar las insuficiencias de las cuales hablábamos poco antes.
Esto no es divulgar la filosofía, pues en la divulgación siempre hay algo de trivialidad; es tratar de hacerla vivida, pues nadie puede aproximarse a una actividad como el filosofar si no ha tenido una vivencia filosófica positiva. Muchas veces los profesores resultamos castrantes con nuestro saber, mientras de lo que se trata es de ser estimulantes, motivantes, hacer que el estudiante se incentive con su propia actividad y esto es lo que los cursos de filosofía en los Estudios Generales buscan hacer.

*Licenciado en Filosofía , Cum Laude (UCAB) y Magister en Filosofía ; Mención Sobresaliente (USB)
Universalia nº 6 Ene-Abr 1992