Nieves Serrano
Nuestro mundo está poblado de máquinas, como el antiguo lo estaba de quimeras. Este era un orbe mítico y el nuestro lo es científico, ambos de manera excluyente. En el mundo de los mitos, el instrumento era la magia, y en el de hoy lo es la técnica. Lo que la magia era a la mitología, la técnica lo es a la ciencia. Y el hombre actual está inmerso en el universo de las máquinas, como el antiguo vivía en el orbe de los mitos. Un cambio esencial, quizá mayor en la historia del hombre. Pero también una profunda continuidad.
En el mundo del arte, esta ruptura ha sido una de las mayores catástrofes de nuestra época. A este nuevo cosmos científico, técnico y maquinista, se le ha negado la capacidad de belleza que se acepta habitualmente para el mítico, mágico y quimérico -términos todos en su más amplio sentido- y cuando se intentó un enlace, era negándolo: rascacielos como palacios renacentistas, vagones en forma de carrozas, y Ruskin, el esteta, propugnaba para las primeras locomotoras la forma de basilisco, con alas de hierro y echando fuego por la boca: la fealdad por definición. Así se ha producido un siglo de horrible torpeza y desolación maquinista. Paisajes destruidos, panorama de fábricas horribles, ciudades industriales repelentes, utensilios domésticos absurdos, maquinaria en formas disparatadas. Todo un universo de fealdad mecanicista: sólo ahora se acepta que también las máquinas pueden ser hermosas, y la técnica construir productos estéticos. Nadie puede negar la belleza aerodinámica de un avión en vuelo o el arco iris de acero de un puente moderno. Surge la belleza funcional, término certero aplicado a la estética industrial.
El arte pertenece al mundo de los mitos y crea quimeras, porque hasta nuestro tiempo el mundo ha sido puro mito. Pero el arte dejará de ser mito, cuando el mundo deje de serlo. El arte es vida: la gran expresión total. Y en nuestro mundo científico que produce realidades, el arte creara objetos reales, funcionales. También objetos útiles, también máquinas.
Y surgirá completa una estética de las máquinas, como ya ha nacido. Que será la estética clásica, la belleza del mundo de los mitos, aplicada al mundo de las máquinas. Simplemente un arte que exprese el universo en que vive. Como hasta ahora lo hizo, como desde ahora lo hará, como siempre y para siempre.
Universalia nº 9 Ene - Mar 1993