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Entrevista a Benjamín R. Sharifker

Ana C. Rondón

 

Benjamín R. Sharifker. Decano de Investigación y Desarrollo de la USB

Creo que una buena manera de entrar en el tema es plantearle una pregunta que muchos estudiantes de ciencias básicas nos hacemos con frecuencia, y es con respecto a la ciencia en sí: ¿cómo se concibe hoy en día? ¿Podría definirla de alguna manera?

Nosotros tendemos a ver la ciencia, desde nuestra perspectiva dc venezolano común, como una cosa inaccesible y hasta cierto punto estática, es decir, algo que unos grandes genios han desarrollado, que han encontrado y descrito la naturaleza, y que eso "es así". Pero la ciencia no es así; la ciencia es una cosa que todos los días, constantemente, cambia nuestra manera de ver el mundo. Es un sistema totalmente dinámico para conseguir racionalizaciones, modelos o explicaciones de los fenómenos que observamos. Yo creo que eso sería una buena manera de definirla.
Algunos confunden ciencia con método, pero eso no es cierto; no hay un método asociado a la ciencia. Todos aquéllos que tratan de encontrar cuál es el método de la ciencia, se encuentran con una tremenda pared, una barrera muy grande porque la ciencia no es un método; la ciencia es sencillamente el proceso de entender una naturaleza: no va más allá dc eso.

Y bajo este esquema, ¿cómo describiría usted a un investigador, es decir, a un hombre de ciencia?

Primero que todo es un tipo normal y corriente. Al investigador hay que quitarle toda idea romántica de que es un tipo especial, inteligente o buenmozo. Pero eso sí: tiene que tener una honesta curiosidad, un honesto interés por entender algo. Con honesto me refiero a que no esté infectado de ideologías, sino que se enfrente a un problema de una manera fresca, no para demostrar una teoría que él ya tiene, que es su favorita, sino con el único objeto dc resolver un problema. Yo creo que esa es la condición sine que non de una persona que se llame investigador: tiene que enfrentarse a un problema de una manera limpia, honesta y desprovisto de toda atadura ideológica o compromiso. Y después de eso necesita disciplina, tesón, y por supuesto un poquito de imaginación y a lo mejor algo de originalidad. Pero sobre todo disciplina y tesón, más aún en un medio como el nuestro, en el que no hay mayor fé de que el resultado que un investigador pueda tener utilidad tecnológica o cultural.
No estamos acostumbrados en Venezuela a ser creadores, sino que estamos acostumbrados a ser consumidores, sobre todo en los últimos 20 o 30 años. Frente a esta actitud de consumidores de cualquier cosa, y de no tener mayor respeto por una persona que diga que él puede, quiere, o está en posición de descubrir, inventar o crear algo, hay que tener, sobre todo en Venezuela, tesón y disciplina, mucho más que en otras partes. Como decía Edison cuando le preguntaron cómo hacía para patentar tres inventos al día y el contestó "95% de transpiración y 5% de inspiración".

Las preguntas anteriores son quizá el preámbulo de algo que nos involucra tanto a profesores como a estudiantes, pues somos el pilar fundamental de la ciencia y la investigación en el país. Se trata, precisamente, de analizar si la ciencia básica que se imparte dentro de las universidades está acorde con las necesidades actuales del país. En este sentido ¿podría diferenciar entre ciencia básica y ciencia aplicada?

La pregunta es bien interesante y bien fundamental. Mi conclusión es que la ciencia básica es imprescindible. Vamos a tratar de analizar primero cuál es la verdadera función de la universidad, por qué existe una universidad.
Una universidad existe fundamentalmente para preparar gente que pueda estar capacitada para cumplir ciertas funciones sociales. Pero uno se preguntaría ¿cómo hacer para preparar gente? Bueno, tiene que prepararla de la manera más rigurosa y mejor posible. Es ahí donde entra la ciencia básica. Si tú quieres explicar química, tú no puedes limitarte a explicar los detalles de la química. Si tú quieres realmente tener en Venezuela gente que sepa resolver problemas, primero necesitas gente que los entienda. Una persona que entienda de química, tiene que conocer la química que se hace en Venezuela, que es idéntica a la que se hace en Argentina, Brasil, EEUU, Inglaterra o en otros lados. Es algo universal. Si nosotros fuéramos a Marte también habrian problemas químicos que se regirían bajo las mismas leyes que rigen los problemas químicos aquí en la Tierra. Entonces, lo primero que hay que hacer es pensar que la ciencia es una sola, y que no existe tal cosa como ciencia básica y ciencia aplicada, ni que hay química, física o biología, sino lo que existe precisamente es la ciencia. Pero lo que pasa es que, como esta es tan amplia, la gente se prepara en una sola cosa y así como es difícil delimitar qué es química y qué es biología, o física, de la misma manera es difícil delimitar qué es ciencia básica y ciencia aplicada.
Lo que sí se puede delimitar es que hay ciencia buena y ciencia mala, a pesar de que ésos sean términos muy difusos. Ciencia buena es ciencia interesante y ciencia mala es ciencia hecha sin criterios claros. El negocio de la universidad es la ciencia buena, si es aplicada o si es fundamental, eso ya es otra cosa.
Hacer ciencia básica es más fácil porque tiene menos restricciones, porque estudias la naturaleza y llegas a una conclusión sin tener una ideología. En ciencia aplicada sí hay ideología hasta cierto punto, pues estas buscando un resultado específico. De hecho, si no consigues ese resultado, estás fracasando en el proyecto que te has planteado. Es mucho más difícil llegar a un resultado cuando tienes la realidad tan bien delimitada como en un proyecto de ciencia aplicada o de tecnología.
En relación con la universidad no podemos decir cuál es más valiosa. Ambas lo son. En lo que respecta a enseñar los principios fundamentales de la ciencia, si una persona está involucrada en una investigación básica o en una investigación aplicada, y ambas son buena ciencia en el sentido que la habíamos definido antes, los beneficios que va a recibir esa persona en cuanto a su formación por haber estado involucrado en cualquiera de esos proyectos van a ser los mismos. Pero es mucho más fácil y más barato hacerlo en ciencia básica. Si todos los profesores de la USB hicieran proyectos de ciencia aplicada, no creo que el presupuesto de la universidad alcanzaría para financiarlos, porque la ciencia aplicada es mucho más cara.

Sin embargo, pareciera que la utilidad de los proyectos abordados por la ciencia aplicada encuentran su inmediata justificación dentro de la sociedad actual. Por el contrario, muchas veces no se logran justificar los esfuerzos desarrollados por la ciencia básica.

Veamos lo siguiente: ¿Cuál fue para los Estados Unidos el beneficio de poner un hombre en la luna? Tal vez no se vean los beneficios directos de la aventura de llevar un hombre que pisara la luna en un momento determinado, pero los beneficios colaterales los vivimos todos los días. Es impensable la cantidad de beneficios colaterales que tuvo esa hazaña.
Pero bajo nuestra perspectiva de consumidores de tecnología y de ciencia, nos olvidamos de las galaxias y de todo y contratamos investigación con otra persona que la sepa hacer, porque estamos convencidos de que en Venezuela difícilmente va a existir el menor especialista de nada; seguramente el mejor especialista de cualquier cosa está en algún otro lado. Entonces, ¿por qué no "contratar" todas las investigaciones afuera? ¿Por qué hacerlas en Venezuela? ¿Por qué no tomar otra actitud, la de cultivar la tierra o vivir de la renta petrolera'? Creo que ése no es el objeto tampoco. Si nosotros queremos ser una sociedad completa y ser una sociedad autónoma, en el sentido de que se sirva a sí misma, no nos queda más remedio que hacer que se promuevan todos los estratos y aspectos de la sociedad, incluso las ciencias y artes más abstractas. Porque todas esas cosas van a producir un beneficio indirecto sobre la sociedad, que es mucho mayor que la inversión que la sociedad hace en un momento determinado.

Ahora bien, vamos a referirnos un poco a la instrucción en nuestro país. Sabemos que, lamentablemente, la investigación no es un área prioritaria en Venezuela y que, por lo tanto, jamas podremos competir con países en los que la ciencia y la tecnología se encuentran a la vanguardia. En este sentido, ¿cual es su opinión sobre el nivel académico nacional, en el doctorado, para la formación de investigadores? ¿Estamos realmente capacitados para ello?

De que hay la capacidad en Venezuela para ofrecer un doctorado no cabe la menor duda. Ahora bien: hay que ver qué es un doctorado.
Nosotros tenemos muchas tendencias deformantes en Venezuela, y una es la de pensar que la educación y la escolaridad son la misma cosa. Por ejemplo: en la educación universitaria se espera que el profesor le enseñe al alumno lo que él sabe. Ese es el concepto venezolano de la educación universitaria. Pero no creo que sea el mejor concepto. El concepto realmente es que el estudiante aprenda del profesor, que no es la misma cosa. Una cosa es que el profesor le enseñe al estudiante, y otra cosa es que éste aprenda del profesor. Pareciera un juego de palabras, pero fíjate que no es lo mismo. Nosotros pensamos que el postgrado y el doctorado son una extensión de la educación formal escolar, pero el doctorado no es un nivel de escolaridad; sí es un nivel de aprendizaje pero no de escolaridad. Las clases que recibe un estudiante de doctorado no es lo que lo hace o no doctor. Lo que lo hace doctor es la investigación que haga y la tesis que escriba. Y lo que necesita para hacer investigación es un laboratorio bien dotado, en el caso de las investigaciones experimentales, una buena biblioteca y un buen asesor; y mejor todavía si tuviera un buen grupo de investigación para trabajar, compartir experiencias y discutir resultados.

Y para realizar cabalmente ese nivel de aprendizaje requerido, ¿cuál es la necesidad de que dentro del cuerpo docente de la universidad exista la relación investigación-docencia? ¿Por qué no solamente una de ellas?

Yo creo que las dos cosas van juntas, porque en la educación universitaria no se trata de que un profesor lea un libro, asimile la información, se pare frente a veinte personas, repita lo que diga el libro, y luego le pida a los estudiantes que a su vez repitan lo que dice el libro en un examen. Si eso fuera así, la educación sería realmente fastidiosa y muy poco eficiente.
La educación universitaria es un aprendizaje, más que una enseñanza. Por ejemplo, un químico aprende a hacer química trabajando con un químico. Igualmente, a un carpintero, por más que tú le des clases de cómo se hace una mesa, él va a aprender cómo hacerla el día que vea cómo otro carpintero la diseña, corta la madera, le pega la cola y los clavos, la pule, la pinta, y le hace lo que le tiene que hacer. Del mismo modo pasa en química. Para aprender a hacer química, hay que meterse de aprendiz en el taller de un químico que es la universidad, el Departamento de Química. Entonces, la mejor manera de aprender química es a través de un proceso de aprendizaje, donde hay escolaridad también, ciertos recursos formales donde se trata de transmitir los conceptos fundamentales que hay que manejar, pero que la mayor parte del aprendizaje consiste en esa vivencia del contacto directo con los profesores. Y cuanto más vivencia en contacto con los profesores haciendo química se tenga, más se va a aprender a hacer química. Porque de lo contrario tú podrías por escolaridad aprender química, pero no aprender a hacer química. Y entonces, si un profesor no hace química, mal puede enseñar a hacerla. Más allá de la actualización de los conocimientos -porque muchas veces se maneja el concepto de que los profesores tienen que hacer investigación para dar buenas clases- tienen que hacer investigación para que los estudiantes puedan hacerla y aprendan del ejemplo, que es la única manera de enseñar. Yo creo que ésa es la razón fundamental de por qué los profesores tienen que hacer investigación, y tienen que ser creadores en su campo. Si no ¿cómo le pueden transmitir al estudiante ese gusto, ese interés y esa necesidad de ser creador y no sencillamente un aplicador de normas?

Benjamín R. Scharifker es Licenciado en Química (USB, 1976) y Ph.D. en Fisicoquímica (University of Southampton, Inglaterra, 1979). Es profesor miembro del Departamento de Química. Obtuvo el premio Andrés Bello al mejor trabajo científico, mención Ciencias Básicas (Asociación de Profesores de la USB, 1988) y acaba de ser galardonado con el premio Lorenzo Mendoza Fleury 1993, otorgado por la Fundación Polar a los investigadores más destacados del país.

Universalia nº 10 Abr - Jul 1993