Enrique López-Contreras*
En los hogares marginales el medio ambiente no está orientado verbalmente.
Esto es grave porque la verbalización es importante para
el desarrollo de habilidades auditivas discriminativas.
Existen en el mundo variados tipos y formas de discriminación racial, social, etc... Pero poco se habla acerca de la discriminación intelectual que cobra mayor ímpetu cada día. De la misma manera que las naciones ricas cada vez lo son más y las pobres también, las personas mejor educadas se alejan cada vez más de las poco educadas y totalmente de las no educadas. En nuestro país sabemos que hay alrededor de 800.000 niños abandonados y si incluimos a los semiabandonados posiblemente doblaríamos esa aterradora cifra. Por las razones que voy a exponer de inmediato ustedes se darán cuenta que estos futuros estudiantes estarán en marcada desventaja contra sus compañeros de mejores condiciones socioambientales al entrar en la escuela y que esta diferencia se acentuará en vez de disminuir.
¿Qué ocurre con los niños marginados cuando entran en la situación escolar tradicional? Las investigaciones más recientes demuestran que estos niños están tan pobremente preparados para enfrentar los requisitos académicos que los fracasos iniciales son casi inevitables, y la experiencia escolar en vez de ser un esfuerzo positivo se torna en una experiencia negativa. Es evidente que los niños provenientes de hogares marginados tienden a llegar a la escuela con una preparación cualitativamente distinta tanto para el proceso de aprendizaje como para los requisitos de comportamiento en el aula. Se hace cada vez más evidente la influencia del medio ambiente sobre los patrones de desarrollo cognitivo, perceptivo y del lenguaje con sus efectos en todas las áreas del desempeño académico y psicológico. El ajuste a la escuela es particularmente difícil para los varones porque éstos no han tenido por lo general experiencias con un modelo masculino y por consiguiente carecen de un marco psicológico en el cual el esfuerzo tenga una posibilidad mínima de éxito. Sin embargo, el sistema de la escuela está basado en la suposición que el esfuerzo producirá logros. En los barrios marginales existe poca oportunidad de observar la belleza natural, paisajes limpios, alrededores estéticos y agradables. En los ranchos, el niño no está en contacto con una abundancia de objetos, libros, juguetes, crucigramas, rompecabezas, etc... No es que la mera presencia de dicho material resulte necesariamente en su uso productivo, pero sí incrementaría su familiarización con los instrumentos con que él se enfrentará en la escuela. Ya Brumer y Piaget habían sostenido que los niños despojados de una porción substancial de la variedad de estímulo para el cual habían alcanzado la madurez adecuada para responder, con toda seguridad se encontrarían deficientes en el equipo requerido para el proceso de aprendizaje. Pero es que es lógico, mientras sea mayor el número de cosas que el niño ha visto y oído, mayor será su interés en ver y oír más cosas. Mientras mayor sea la variedad de situaciones que el niño ha enfrentado en la realidad, más grande será su capacidad para afrontar nuevas situaciones.
En los hogares marginales el medio ambiente no está orientado verbalmente. Esto es grave porque la verbalización es importante para el desarrollo de habilidades auditivas discriminativas. Aunque estos hogares son ruidosos, el ruido no es significativo con relación a los niños. Por ejemplo, en una vida cotidiana llena de tensión y dificultades existe un mínimo de conversación no-instructiva dirigida a los niños. Esta situación solamente enseña al niño a no prestar atención. Además, no hay eco de parte de los adultos corrigiendo su enunciación, pronunciación y gramática. Los estudios realizados por el departamento de Psicología Evolutiva del New York College, encontró diferencias significativas en la discriminación auditiva entre niños pobres y niños de clase media en el primer grado. También se comprobó que los niños que leen mal tienen más dificultades en discriminación auditiva que los buenos lectores. Si el niño aprende a no prestar atención, esto disminuye aún más las estimulaciones entrantes, y por lo tanto su nivel general de responder disminuirá correspondientemente. Las implicaciones de todo esto en las situaciones de aprendizaje estructurado son obvias. Estrechamente relacionado con la atención está la memoria. Aquí nuevamente es esencial una interacción entre el niño y los padres. El adulto une el pasado con el presente recordando experiencias compartidas. Para los niños pobres venezolanos que normalmente tienen un padre a lo sumo, la combinación de constricción en el uso del lenguaje y las actividades compartidas es mucho menos de una estimulación de la memoria. Estos niños son orientados principalmente hacia el presente.
Los niños marginados carecen de esperanzas de recompensa por su desempeño, especialmente para la terminación de tareas exitosas. Esta falta de esperanza, naturalmente reduce la motivación para principiar una tarea y por consiguiente hace menos probable la actividad de auto-refuerzo a través del incremento de sentimientos de competencia. Cuando se les asigna una tarea electiva a niños pobres, ellos típicamente escogen tareas motoras, que comprenden un lapso de tiempo corto y se relacionan a objetos o servicios para la gente. Los niños de clase media escogen normalmente tareas que involucran lenguaje y procesos conceptuales que están más ligados a las estructuras escolares. En cuanto al lenguaje, los niños pobres tienden a usar lenguaje informal y principalmente a comunicar necesidades concretas y consecuencias inmediatas, mientras que los niños de clase media tienden a usar el lenguaje formalmente y a hacer énfasis en la relación de conceptos.
La persona educada es productiva; lo contrario no solamente implica el no serlo sino que también implica el estar virtualmente desempleado. Si admitimos que el conocimiento y la educación de todos los venezolanos es el reto de nuestro tiempo y la solución de casi todos nuestros males, y que necesitamos de todas las inteligencias con que podamos contar, se hace imperativo un programa nacional de emergencia para atacar la marginalidad, de lo contrario ese significativo número de venezolanos jamás podrá cerrar la brecha intelectual para poder contribuir constructivamente en el desarrollo integral del país. En la medida que la democracia venezolana cumpla con sus metas sociales se robustece, pero en la medida que fracase se hace más vulnerable.
(*)Lic. En Psicología (universidad de San Francisco, California, USA). Maestría en Educación (Instituto Politécnico de Virginia, USA)
Universalia nº 11 Sept - Dic 1993