Argenis Hernández F.*
Ha sido difícil para mí escribir mis experiencias anecdóticas sobre las asignaturas de Estudios Generales que dicto y coordino en la USB.
A petición de mi conciencia y de ese prurito de enseñar lo positivo de nuestros logros, impulsaron mi atrevimiento de mostrar, con cierto orgullo y unas pequeñas dosis de inmodestia, algunos resultados importantes para los alumnos y para mi persona como docente.
En primer lugar empezaré por los retos. ¿Es para el Profesor su asignatura algo serio, importante y trascendente? Si es así, considero que no debe haber problemas y con esa base de sentimiento y actitud asertivas frente a sus alumnos, obtendré intercambios positivos, sorprendentemente gratos, como respuesta a tan clara concepción que tiene el docente de su materia. Por lo tanto, si no se ama y no se valora lo que se quiere enseñar, con toda seguridad esa enseñanza será una carga para ambos bandos.
En mi caso particular, en una de mis asignaturas Problemas Médico-Sociales de la Juventud, estoy convencido a plenitud en la importancia de los tópicos que tratamos, que se refieran al entorno directo del grupo etario 15-25 años, donde se ubica más del 95% de nuestro estudiantado; insisto con mucho fervor y entusiasmo, en la necesidad que analicen en detalle los problemas que los afectan.
¿Y qué pasa si los estudiantes no se interesan por sus problemas de salud más inmediatos? Esta misma pregunta, por supuesto, es válida también por diferentes razones, en las otras asignaturas de tipo "Estudios Generales", que dicta el Departamento. La respuesta no puede ser otra que la de crear en el entusiasmo, la necesidad de aprender cosas que tarde o temprano formarán parte de su vida y en especial de la calidad de la misma. En este sentido debo señalar que hay gradientes de dificultad para crear esa necesidad de desarrollo personal, y en mi caso particular, realmente ha sido difícil por tratarse de problemas directos y concretos como pudieran ser la prevención del SIDA o la Reanimación de un lesionado por accidente de tránsito. Estos tópicos despertaron rápidamente el interés y la necesidad de tener esa información, en forma precisa, notándose más bien, que no alcanzaba el tiempo para analizar todas las áreas en detalle.
¿Y cómo hago para darle la categoría académica que mi asignatura merece?
En ese caso particular sugiero al docente que haga investigación con sus alumnos en términos modestos, sobre los problemas planteados. Entonces, verá, como a mí me ha sucedido, que resulta gratificante, sorprendente y divertido, en cuanto a los logros que se obtienen en materias de nuevos conocimientos. Así, por ejemplo, con los grupos de alumnos en los cuales he trabajado en los últimos dos años, en la asignatura Problemas Médico-sociales de la Juventud, se han realizado un total de 6 trabajos colectivos de investigación, los cuales están a disposición de los interesados. Estos trabajos han generado conocimientos sobre los estudiantes en cuanto a calidad de vida, que ellos mismos ignoraban. El impacto de estos descubrimientos sobre su propia vida ha insertado cambios en su comportamiento según su propia referencia y ello constituye la parte más importante y significativa en toda actividad docente que todos perseguimos en primera y en última instancias.
(*) Médico cirujano (UCV, 1957) Maestría en Salud Pública (Columbia University, USA, 1962) Maestría en Nutrición (Columbia University, USA, 1963) Profesor Titular en la UCV y USB.
Universalia nº 11 Sept - Dic 1993