Rafael Tomás Caldera
En sentido inmediato y tomada como actividad, la filosofía es una búsqueda, un preguntar en el cual el hombre, conmovido hasta el asombro, actúa su deseo de conocer el ser y el sentido de algo. Por tanto, un preguntar en el cual, en y a partir de un determinado contexto, el sujeto se abre -progresivamente- a la consideración del todo.
Esos extremos acotan la trayectoria del filosofar.
Así, por orientarse al todo, es un preguntar que no puede ser reducido a los límites de una especialidad y que, en verdad, no termina nunca, quedando como interrogación abierta ante el horizonte de lo que es.
Pero, por surgir en y a partir de un determinado contexto -a saber, ese universo de sentido que es la sociedad-, aparece como un itinerario concreto, el itinerario de una persona que se remonta desde su experiencia y las interpretaciones recibidas hasta aquel punto en el cual alcanza de alguna manera claridad esencial sobre el objeto de su pregunta y, aún más, acerca de su mismo preguntar.
Si el filosofar que nace de la pasión por la verdad, se hace cargo de la circunstancia y -como le corresponde- asume el contexto, elevándose desde las interpretaciones recibidas hasta los fundamentos, es siempre un acto concreto de resistencia, aborda cuestiones esenciales en un lenguaje viviente y se mantiene arraigado en la ciudad, aunque la trascienda.
Por supuesto, no hablo de entrar en política, donde se pierde lo específico del filosofar (como pueden atestiguarlo Platón, Boecio o, en nuestro tiempo, Jacques Maritain), sino de la presencia inevitable del hombre que filosofa en el corazón de las preocupaciones de su tiempo y lugar, situado en esa área que Eliot llamó "pre-política", donde quería que "hubiera siempre unos cuantos escritores preocupados por penetrar hasta el meollo de los asuntos, por llegar a la verdad y decirla, sin demasiadas esperanzas, sin la ambición de alterar el curso inmediato de los acontecimientos y sin sentirse abatidos o derrotados cuando parezca que nada resulta de ello".
En verdad, su primera recompensa, la visión que sigue a la búsqueda, es interna ¿Resultará algo más de todo ello? Nadie puede saberlo de antemano. En todo caso, el itinerario seguido permitiría también a otros realizar su tarea de hombres.
Universalia nº 11 Sept - Dic 1993