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Las chimeneas verdes

"Green chimneys" (II parte)
Mireya Benaím-Demán*

 

En el primer artículo de esta serie de dos, compartí con ustedes algunos de los programas que se adelantan en Green Chimneys ("Las Chimeneas Verdes") en relación a las actividades que realizan muchachos de edades comprendidas entre 8 y 16 años conjuntamente con animales para el beneficio de ambas partes. En el presente artículo, me referiré a algunos de los programas que allí se adelantan en relación a la terapia basada en la horticultura.

La terapia basada en la horticultura es otra de las experiencias verdaderamente llamativas y valiosas que se desarrollan en las "Chimeneas Verdes". Allí tuve la oportunidad de observar diariamente a los jóvenes involucrarse en actividades que incluían a la naturaleza: Imaginemos por un momento las múltiples oportunidades que puede ofrecer un espacio que se extiende ciento cincuenta (150) acres. Entre las actividades del curso pudimos asistir a conferencias dadas por la Dra. Ira Stamm de la Fundación Menninger detallando la dinámica de la terapia basada en la horticultura, en términos de funciones específicas del ego y de las experiencias que tienen lugar en el proceso de jardinería; la Dra. Dorothea Slayton nos describió, por lo menos, quince formas como utilizan la terapia horticultural en el Hospital Estatal de Vermont para beneficiar a los pacientes.

Entre las funciones del ego y experiencias que ocurren durante el proceso de Jardinería de acuerdo con la Dra. Ira Stamm se pueden mencionar: planificación, que involucra decidir qué plantas deberían plantarse, la programación de la siembra y la secuencia del procedimiento; regularidad: consistente en la nutrición y cuidado continuo de las plantas para que ellas sobrevivan; creatividad: los aspectos artísticos de la horticultura le permite a las personas ser individualistas, auto-expresivas y conscientes del lenguaje universal de las flores y de las plantas; manejo adecuado de los impulsos: la postergación de la gratificación es una destreza que se aprende en el cuidado de las plantas, ya que ellas requieren de tiempo para germinar, crecer, desarrollarse, florecer y producir frutos y semillas; ansiedad y reducción de la tensión: a través de la actividad física un paciente tiene la posibilidad de reducir tanto la tensión como el miedo; tolerancia ante la frustración: aprender a vivir con lo inesperado es otra lección que se aprende en el jardín/campo, ya que la invasión de insectos, condiciones meteorológicas adversas y otros eventos incontrolables pueden frustrar a la persona; y la respuesta de los instintos básicos: por sobre todo, la horticultura tiene que ver con la vida y la muerte y con el amplio repertorio de las emociones humanas que tanto la vida como la muerte agitan dentro de todos nosotros. Nutrir la vida o cuidar de ella a lo largo de períodos de salud y de enfermedad son emociones y sentimientos que todos experimentamos. Es así como la vivencia que un paciente tiene con el mundo de las plantas puede constituir un microcosmos para sus experiencias cotidianas.

Muchas de las modalidades como la Dra. Dorothea Slayton utiliza la terapia horticultural en el Hospital Estatal de Vermont para beneficio de los pacientes coinciden con las anteriormente descritas, por lo cual destacaré solamente algunas adicionales: habilidad para concentrarse en una tarea: a través de la estimulación sensorial, la persona se motiva e involucra en la actividad de jardinería; socialización y cooperación: el compartir experiencias de jardinería sobre las plantas proporciona una interacción significativa para aquellos involucrados en dicha actividad; control conductual: los comportamientos agresivos pueden ser canalizados en forma constructiva a través del trabajo físico. Además, trabajar con plantas -seres vivos no amenazantes- en un ambiente agradable estimula la relajación; auto-estima: realizar tareas cortas con resultados inmediatos y palpables ayuda a aumentar la estima en personas con baja autoestima; desarrollo de destrezas motoras gruesas/finas: la coordinación ojo-mano, el condicionamiento físico, y la resistencia física en el trabajo son destrezas que pueden ser evaluadas y desarrolladas a través de diversas actividades horticulturales; clasificación de valores: al desarrollar una relación de confianza con el paciente a través de la horticultura, el terapeuta es capaz de proporcionar un ambiente adecuado en el que puedan trabajarse problemas que de otra forma, probablemente algunos pacientes no estarían en la disposición o capacidad de abordar.

Para finalizar, mencionaré algunas de las aplicaciones prescriptivas de la horticultura con las que siento que la mayoría nos identificamos fácilmente y que pude hacer consciente en gran parte gracias a este curso extraordinario realizado en las "Chimeneas Verdes", ubicada en Brewster, New York. La horticultura puede aplicarse como un ejercicio aeróbico con la consecuente producción de endorfinas que proporcionan un sentimiento de bienestar; ayuda a mantener el peso y nos hace conscientes de una alimentación sana; la horticultura reduce el Stress (señalando como algunos de sus indicadores la reducción de la presión sanguínea, del ritmo cardíaco y de la respuesta electrodérmica): permite expresar diferentes respuestas emocionales: una prescripción horticultural apropiada para la depresión puede incluir hacer un arreglo floral, regar las plantas; la rabia puede sublimarse a través de actividades tendientes a cuidar el jardín, tales como "extraer la mala hierba", "cortar madera con hacha" (actividades tanto constructivas como destructivas forman parte del ciclo de la jardineria); cuando las actividades se hacen colectivamente aumenta la interacción social; y se incrementa la autoestima cuando germinan las semillas, crecen las plantas, aparecen las flores y los frutos; en otras palabras, gracias a su trabajo, un terreno antes árido se transforma en un terreno fértil.

A continuación compartiré con ustedes algunas de las reflexiones surgidas bajo el estímulo de mi visita al mundo de las "Chimeneas Verdes". La visita a este extraordinario centro me permitió percatarme de la enorme riqueza de herramientas (humanas, animales, vegetales y minerales) con las cuales contamos los seres vivos para enriquecer nuestras vidas en todas las combinaciones posibles. La Psicología debe salir de los laboratorios y de las aulas para reencontrarse con la Naturaleza y con los otros seres vivientes y así apreciar las enormes potencilidades que actividades y recursos menos sofisticados constituyen para el estímulo y promoción de la salud en su más amplia connotación. Nosotros formamos parte de un universo del cual con frecuencia parecemos ajenos y que alberga miles de secretos esperando por nosotros para descubrir y compartir.

Las espectaculares estadísticas de éxito (medibles, comprobables y verificables) de las "Chimeneas Verdes" en el tratamiento de niños y jóvenes han y tascendido inclusive nuestro Continente. Estudiantes y profesionales de los más diversos países del viejo Continente hacen pasantías de pregrado y postgrado y no es extraño que luego apliquen para lograr trabajos permanentes, o funden Centros semejantes en sus países de origen. Las "Chimeneas Verdes" se extiende más allá de los ciento cincuenta acres que le sirven de base física para prestar servicios a la Comunidad circundante. Es así como sus integrantes asisten a ferias y concursos; cuenta con un programa de transición en la ciudad de New York para aquellos jóvenes que al cumplir 16 años requieren aún de asistencia; organizan y llevan a cabo encuentros con los familiares de estos jóvenes a través de parrillas dominicales y sesiones terapéuticas familiares en los casos en que ello sea posible y/o deseable.

Es necesario enfatizar finalmente que lo que da cabida a este milagro que ocurre en las "Chimeneas Verdes", es la mística del personal que trabaja y/o vive allí. Las personas son abiertas, amigables, dispuestas a compartir y tienden a vincularse por muchos años a dicho centro. Este curso vivencial, que incluía teorías y prácticas de las más diversas, fue ampliamente educativo, terapéutico y enriquecedor. Además, tuve por compañeros a estudiantes de diversos doctorados y procedentes de distintas latitudes. La referida experiencia dejó impreso un mensaje que sus particpantes parecemos conservar con el correr del tiempo:
"Todos somos importantes y necesitamos unos de otros, tenemos mucho que descubrir y aportar entre nosotros en un ambiente de respeto por la individualidad de todo lo que existe... Los seres humanos no somos los amos y dueños del Universo".

(*)Mireya Benaím-Demán es Profesor Agregado del Departamento de Ciencia y Tecnología del Comportamiento, y actualmente realiza Ph.D. en Psicología Clínico-Médica en los Estados Unidos de Norteamérica.

 

Universalia nº 12 Ene - Jun 1995