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Las notas del dinosaurio

Graciela Montaldo*

Los cuerpos de los animales prehistóricos nos dejan ver, por lo menos, dos diseños: el del posible cuerpo que tuvo ese espécimen cuando estaba vivo, y el camino que cada uno de nosotros puede reconstruir a partir de los múltiples huesos, vértebras y alambres que el trabajo paleontológico le agrega. Para nosotros, en nuestra época, los dinosaurios no son sino el trabajo persistente e imaginativo que los paleontólologos han hecho para que tengamos la imagen aproximada de lo que fue un animal. Son, de algún modo, muñecos para armar y sus dimensiones fuera de nuestras costumbres hablan también de lo lúdico de su creación.

Las notas del dinosaurio, libro que un grupo de profesoras del Departamento de Lengua y Literatura quiso "construir" para trabajar en los cursos de Lenguaje del primer año, es también un modelo para armar. Como en todo juego, las reglas de este dinosaurio (de Eleonora Cróquer, María Julia Daroqui, Raquel Rivas y Lourdes Sifontes) se explican al comienzo; como en todo juego, también, podemos establecer sobre la pista otros recorridos, intercambiar las vértebras y recomponer la figura.

Lo peculiar de este libro -que humildemente se llama "notas"- es que funciona de manera análoga a la lengua que hablamos: no tiene la sintaxis pulcra de los libros continuos, está hecho de restos y amalgamas, superposiciones que permanentemente nos atraen y distraen. En esa tensión entre lo que la escritura nos quiere comunicar y el desorden en que se nos presentan los discursos en nuestro mundo, nos constituimos como hablantes y lectores: hablamos y leemos viajando en el autobús y en los carros, superponemos a nuestra lectura las conversaciones de los vecinos de asiento, sonido de radios y televisores se acumulan mientras estudiamos, los textos de matemáticas se cruzan con los química.

El libro (si así vamos a llamarlo) nos exige entonces un serio desafío pues tenemos que leer a muchos "clásicos" de nuestra lengua e medio de cadenas de sentido que se interrumpen y en medio de otros textos que no parecerían tan clásicos (los títulos de periódicos, operaciones matemáticas); debemos también, como los paleontólogos con las piezas sueltas del animal cuya figura aún no conocen, reconstruir caminos y probar interpretaciones, hacer hablar a esos fragmentos de textos superpuestos en el mosaico que nuestras profesoras han dibujado.

Las notas del dinosaurio recogen gran parte de los problemas que entraña 1a escritura y nuestra relación cotidiana con el lenguaje; no nos crean la ilusión de u texto parejo y único, que se lee solo, sino que colocan la literatura y la reflexión sobre la lengua en medio de los demás discursos y demás textos a los que fatalmente están ligadas.

(*)Graciela Momaldo es Doctora n Letras de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) e investigadora sobre temas de cultura latinoamericana. Es profesora del Departamento de Lengua y Literatura.

Universalia nº 12 Ene - Jun 1995