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El universo de Caracas

 

Por Br. Alexander Suárez

Una sociedad sometida por la publicidad, la cultura del fetichismo, políticas populistas que apoyan el desarrollo de la sectorización entre sus habitantes y la ausencia de tolerancia, justifican la violencia de Caracas y su poca creencia en la educación. Problemas tales como la inseguridad y el facilismo son aspectos que convergen en la Caracas que agoniza entre la esperanza de pocos que aún luchan y creen en una sociedad mejor, una sociedad sin miedo, con habitantes políticos y orgullosos de sentir la ciudad y lo que ella ofrece. Caracas, como su cielo nocturno, muchas veces ahogado entre la contaminación, representa en sí misma una gran diversidad de posibilidades que generalmente el habitante desprevenido no percibe. Muchas veces el exceso de iluminación en las noches impide apreciar las estrellas y el resto del universo, a pesar de nuestra posición geográfica tan propicia para ello. Aun así, Caracas es una ciudad de sueños, de aprendizajes por lo diferente y por la oportunidad de progresar en medio de la crisis.

Caracas es representada por la convergencia de millones de personas que habitan en ella, es una cultura subjetiva interpretada por su naturaleza que brilla y brota en el cielo, entre el concreto y se expande a través de cada uno de los que la habitamos. Así como el smog de los miles de automóviles que circulan día a día en las calles de Caracas, nosotros le quitamos y le ponemos vida a nuestro cielo, al brillo de las estrellas que se podría ver en muchas noches sobre nuestra ciudad. Por diversas razones hemos conquistado las montañas caraqueñas, unas llamadas colinas y otras reconocidas como cerros, ambas se confunden cada noche entre el horizonte oscuro y son observadas como estrellas que irradian su grandeza, su potencialidad  y embellecen la ciudad.

Caracas es una realidad distinta de cada ciudad de Latinoamérica, de cada lugar del mundo, ella en el día representa  un caos  producto del ritmo del mercado acosador y el consumismo, en donde pareciera  que cada persona se debate constantemente con las tentaciones que ofrece el marketing y es frágil al no poseer dinero pero, a su vez, es una prueba de esperanza para cada persona que vive en ella y lucha día a día con dicha dinámica y no se cansa para encontrar razones que justifiquen las ganas de salir y seguir adelante. Sus casas marrones sobre las montañas en el día pueden apreciarse como un símbolo de esperanza, pues cada mañana las personas que allí habitan son parte de la marginalidad de la ciudad y en la noche las luces de sus casas deslumbran y consiguen confundirse con el cielo, para así representar a Caracas como la belleza natural de su espacio aéreo, en belleza y dinámica, en esperanza y libertad.

El espacio aéreo de Caracas, es decir, el cielo que podemos divisar en nuestra ciudad, posee el privilegio de contener las estrellas de la vía láctea y el resto del universo, es decir, la diversidad astronómica en sí misma nos permite observar una de las bellezas de la naturaleza, además de poder divisar tres puntos sobresalientes de color rojo, blanco amarillento y blanco que son los planetas Marte, Júpiter y Venus, respectivamente. El universo es un espacio aún desconocido para el hombre en muchos aspectos, la energía se transforma continuamente y se esparce con colores brillantes en él, estrellas mueren y explotan y le dan origen a otras galaxias para así continuar lo que es el ciclo desconocido  del universo. Las luces de Caracas son el espejo de las estrellas que irradian sus colores sobre nosotros, pero debido a la contaminación y el ritmo agobiador de los caraqueños se hace imposible apreciar lo que Caracas representa desde el aire, es decir, un horizonte de esperanza producido por la divergencia de lo diferente y muchos modos de vida en un mismo espacio.

Caracas dejó de ser la ciudad de los techos rojos para pasar a ser la ciudad de las cifras rojas. Ya la educación pasó del plano de superación al modelo más lento para salir adelante, esto hace que muchos se sientan ajenos a su propia tierra, una suerte de extranjeros porque lo que se vive acá no es precisamente lo que nos representa ni mucho menos lo que queremos.

Nuestra ciudad es un espacio como nuestro cielo, en él la dinámica del día a día logra alcanzar niveles de energías  tan altos que el delirio entre los habitantes (o la falta de cultura y educación) hace que el facilismo se haya convertido en una filosofía de vida para muchos, a tal punto de que las balas de los barrios y las colinas brillan como las estrellas fugaces que se expanden por nuestro espacio llamado ciudad. El universo encendido no brillaría, perdería su belleza, así como Caracas lo hace al despertar y ver el producto de las hermosas estrellas fugaces de la noche que al apagarse dejan cifras escandalosas y enlutan la ciudad de una realidad que no reconocemos, así como no reconocemos lo que es nuestro cielo en sí.
Vivir en Caracas es realmente una aventura que hace que los sueños surjan sin importar que una estrella fugaz, a la velocidad de una bala, apague la experiencia de cada persona, de cada caraqueño que enfrenta la misma realidad en diferentes puntos cardinales en el cual convergen las diferencias y aquello que nos identifica como una ciudad moderna que aspira ser, de una vez por todas, parte del mundo. Como caraqueño deseo que cada persona que habita en su ciudad se convierta en un ser crítico y que entienda que la magnitud de nuestros problemas depende de la calidad de nuestras decisiones.

Finalmente, me atrevo a representar a Caracas como varios elementos de inspiración que me llevan a pensar que ella es más grande de lo que se ve, que es en gran medida lo que  puede conocer el hombre como sinónimo de belleza, respeto y empatía por conquistar un lugar donde la libertad es una oportunidad de sentirse bien y, a la vez, un riesgo para la seguridad. Caracas es como volar de cabeza e ir conquistando el cielo, impone una gran diversidad de cultos y paisajes que se ve expresada en una planta que sale del concreto,  cautiva  como un grafitti de sentimientos en medio del río Guaire y millones de personas que trabajan. Caracas me inspira para trabajar por defender nuestra cultura pero me ahoga y no me deja apreciar un punto de encuentro con lo que no invade mi espacio, es decir, las estrellas de nuestro cielo.