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Lo real lo surreal y lo maravilloso en Alejo Carpentier

Adriana Correa Machado*

A Ludwing
a Peter

Si en medio de una sociedad caótica, atravesada la guerra con sus hombres y sus muertes en las esquinas, aparece Dadá con su grito desesperado, como un vano intento de sacudir al mundo, de encontrar la libertad del hombre, a través de la carcajada y la negación constante, demasiado escandaloso y poco perdurable, entonces el surrealismo irrumpirá intentando sentar esa crítica sarcástica sobre las bases de una doctrina, y buscando la libertad del hombre, no a través de la burla casi fanática de Dadá, sino por medio de un conocimiento interior del mismo que lo lleve a su realización. Así, si la crítica dadaísta al arte se refiere principalmente a la institución tal y como se ha formado en la sociedad burguesa, los surrealistas plantearán una a la concepción del "arte por el arte", pues para ellos éste no deberá ser un fin, sino simplemente un medio a través del cual se pueda llegar a la interiorización para encontrar la libertad.

Finalmente, el problema fundamental del surrealismo viene dado por la búsqueda de la libertad. Esta libertad estará determinada en dos planos: el social y el individual. El primero, sin lugar a dudas, los llevará irremediablemente a la revolución. Bajo la bandera del marxismo los surrealistas plantearán esa libertad social en términos de una culminación de la lucha de clases; del abismático antagonismo entre fuerzas productivas y fuerzas productoras, cada vez más alienante. En el segundo, en el plano individual, ese planteamiento estará basado en la teoría del psicoanálisis de Freud (figura determinante en el desarrollo de la teoría surrealista), y traerá consigo también una revolución, ésta no ya tan ruidosa como la comunista, pero no por ello menos evidente: es una revolución del pensamiento. El hombre, para optar por la libertad, debe primero conocerse cabalmente y ese conocimiento integral implica, más que una revisión efímera y superficial de su comportamiento en una sociedad llena de máscaras, una búsqueda interior dentro de su oscuro mundo inconsciente, desde donde aflorarán sus instintos primarios; sus formas de pensamiento más auténticas. Esta revolución individual no es más, por tanto, que una rebelión moral: es una lucha en contra de la educación, considerada por Freud como una maquinaria de opresión que inhibe al hombre en sus instintos primitivos; en contra de los prejuicios y vergüenzas; en contra de cualquier medio moralista que cohiba al ser humano para expresar sus deseos, sus pasiones. Toda la parafemalia surrealista pretende, sencillamente, una realización auténtica e integral del hombre.

Si la libertad espiritual significa el descubrimiento de los monstruos y fantasmas ocultos en el interior del hombre, no cabe la menor duda de que el surrealismo se valdrá de todas las estrategias que le sean posibles para hacerlo. Los creadores, o "hacedores" del movimiento, inventarán cualquier método, cualquier técnica por medio de la cual, de alguna manera, alcancen su realidad inconsciente, desconocida, rodeada de una casi mística aurora fantasmal, quizás demasiado idealizada. Así, el humor, como medio a través del cual se puedan desvincular de la realidad de hipocresías de la sociedad y, con la burla, separarse de la vida para considerarla como espectador, el sueño, entendido como un puente que puede llegar a vincular la realidad externa con la otra, la interna; al que los surrealistas se afanarán en analizar para intentar cruzar barreras, o, al menos, tocar ese espacio intermedio, indefinido e indefinible, entre los dos mundos; la locura, puesto que penetrar en el mundo de los alienados, donde reina la imaginación y la magia sin restricciones, les brindará la posibilidad de acercarse a las manifestaciones del inconsciente en libertad; los llamados "objetos surrealistas", significando una interpretación de los objetos del mundo exterior para otorgarles un sentido diferente (los, tan criticados por Carpentier, paraguas y máquinas de coser encontrados en una mesa de disección); el objeto que se sustrae de su realidad y se traspone a otra transformándose su significado: pasa de ser un objeto "real" a ser otro "surreal"; el cadáver exquisito y la escritura automática, como técnicas que pretendían dejar a un lado la razón dándole cabida a la "sinrazón", para plasmar algo de ese inconsciente dominado por el instinto; lo maravilloso, pues sólo en un mundo donde la razón pierda su dominio, y aparezca la fantasía como parte de la realidad, se hace posible traducir los sentimientos más profundos del ser, serán los medios, tácticas, maniobras, estrategias, técnicas y pretextos, fabricados por los surrealistas como artificios, demasiado intelectualizados, demasiado teóricos, para hacer tangible el mundo "surreal" y alcanzar la libertad.

Pero el movimiento es reo inevitable del fracaso porque se fundamenta sobre una base contradictoria: aspirar a la libertad aboliendo la razón a través de métodos elaborados por la razón, entendidos por la razón y justificados por la razón.

Alejo Carpentier, quien nunca pudo "pertenecer'' al surrealismo, entendió esto, convirtiéndose casi en profeta de decaimiento del mismo, y fundamenta su crítica haciendo severos análisis de la búsqueda maravillosa basada en elucubraciones, a veces exageradamente forzadas, que no lograban captar la esencia maravillosa. Al surrealismo, que pretendía lo maravilloso desligándose de la realidad, Carpentier opone lo "real maravilloso" encontrándolo en la realidad.

América Latina es descubierta por el como el continente donde habitan la magia, la fantasía y la maravilla mezcladas con la realidad cotidiana. Aquí no hace falta valerse de medios cuidadosamente concebidos para llegar a "lo maravilloso" porque éste está colado entre las ranuras de la vida americana en todo momento: en la inclemencia del clima, en la belleza de sus contrastes, en la perfecta pureza de sus colores, que se van transformando con la luz, en la majestuosidad de sus montañas y mares, en el fantástico mimetismo de sus selvas, en las costumbres de sus gentes, en la asombrosa simplicidad de sus pensamientos, en la intensidad de sus músicas, sus comidas, sus olores, en la inocente credulidad de sus pueblos, en la afanosa rigurosidad de sus rituales, en la simultaneidad de sus tiempos, en el barroquismo de su naturaleza, en su lenguaje. Para Alejo Carpentier "lo maravilloso se encuentra a cada paso en las vidas de hombres que inscribieron fechas en la historia del continente" .

La diferencia esencial entre el entendimiento surrealista y la teoría carpenteriana, radica en la concepción de lo maravilloso como perteneciente a la realidad o no; como búsqueda artificial a través de los medios esquemáticos, carentes de veracidad, o su reconocimiento en medio de una fabulosa cotidianidad que lo hace mucho más auténtico. Lo maravilloso está en lo insólito, que, en medio de podrido intelectualismo europeo, los surrealistas fabrican, eliminándole toda posibilidad de carácter verdadero; y en América Latina está inmerso en la sencillez de sus habitantes, porque "Aquí lo insólito es cotidiano" .

Pero, a pesar de entender la amplia brecha que separa al pensamiento carpenteriano de la teoría surrealista, sería superficial e injusto desvincularlos de una manera radical. Si bien el movimiento concentra sus búsquedas en artificios concebidos por la razón y sólo justificables por medio del intelecto, no puede, por esto, ser considerado simplemente como una técnica. El surrealismo, más allá de sus formas herméticas, es, más bien, un espíritu. La esencia del movimiento no viene dada por los resultados directos que nos ha dejado como herencia; ésos son sólo evidencias de una búsqueda que está por encima de la forma en sí; son los medios a través de los cuales se nos hace tangible el conocimiento de otra realidad; son ensayos para llegar a un "algo" que persigue un fin mucho más importante. Lo fundamental, lo que verdaderamente queda es su concepción innovadora del mundo, que transforma los códigos regidores del desenvolvimiento del hombre dentro de su entomo. Lo trascendente queda determinado no por el humor, sino por la crítica a la sociedad; no por los intrincados análisis de los sueños, sino por la necesidad de entender otra realidad interior, no por las incoherencias copiadas de la locura, sino por la búsqueda de manifestaciones auténticas del inconsciente; no por los absurdos encuentros de objetos incoherentes, sino por la capacidad de superponer significados; no por la "literatura" anti-lógica obtenida por medio de técnicas, sino por la insistente persecución de lo intuitivo; no por los medios artificiales a través de los cuales se pretendía llegar a los maravilloso, sino por la búsqueda de lo maravilloso.

Alejo Carpentier hereda sus aspiraciones del movimiento surrealista, y llega a lo real maravilloso a partir de un análisis que parte del surrealismo. Por encima de las contradicciones y errores del movimiento, la vivencia europea le concede al artista la capacidad de captar la maravilla americana que antes le fuese imposible vislumbrar. Lo maravilloso, por su condición de cotidianidad, porque pertenece a una vivencia diaria, se hace imperceptible, transparente, y amerita del ojo que observa desde la distancia, ajeno, sensibilizado, para hacerse visible. El surrealismo le da las pautas, le abre los ojos a Carpentier, incita en él la búsqueda de lo maravilloso y lo primitivo que finalmente va a ser hallado en América. El mismo Carpentier observa: "Lo maravilloso comienza a serlo, de manera inequívoca, cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de "estado límite"'. Esta es la revelación carpenteriana, una relevación surrealista a partir del movimiento surrealista.

 

NOTAS
l. CARPENTIER, Alejo: El Reino de este mundo. E.D.I.A.P.S.A., México. 1949. pág. 16.
2. CARPENTIER, Alejo: Razón de ser. Edit. Letras Cubanas, La Habana. 1980. pág. 60.
3.CARPENTIER. Alejo: Tientos y diferencias. Edit. Arca. Montevideo. 1967. pág. 11 s.

BIBLIOGRAFÍA
CARPENTIER. Alejo: El Reino de este mundo. E.D.I.A.P.S.A., México. 1949.
CARPENTIER, Alejo: Razón de ser. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1980
CARPENTIER, Alejo: Tientos y diferencias. Edit. Arca, Montevideo, 1967.
De MICHELI, Mario: Las vanguardias. Alianza Editorial. Madrid, 1992.
MANCISDOR, José, y otros: Recopilación de textos sobre Alejo Carpentier. Centro de Investigaciones Literarias, La Habana.
MARQUEZ R., Alexis: La obra narrativa de Alejo Carpentier, Ediciones de la Biblioteca UCV 1970.
VOLEK, Emil: “Alejo Carpentier y la narrativa latinoamericana actual”. Cuadernos Latinoamericanos 1969-1975.

(*)Adriana Correa Machado es estudiante de Arquitectura.

Universalia nº 12 Ene - Jun 1995