Nací en Canchunchú y ya estoy viejo. Hijo de Don Antonio Font. Papá me tuvo hasta cierto punto consideración; luego, a la muerte de mi madre quedé a la deriva. Me fui con mi tío a casa de mi abuela. Allí empecé a crecer entre la pobreza y conmigo los piojos, las niguas y todos esos males que hicieron presa de mí. Pero pasaba algo en mis adentros: sentí amor por todas las cosas, nunca llegué a odiar, ni siquiera a mi padre, a quien todavía guardo respeto. Así crecí, entre el amor y el dolor que es una escuela. Todo eso que yo viví lo traduzco en mis canciones y mis versos.
Así transcurrió el tiempo entre el debatir y la angustia de niño solo. Desde muchachito tocaba el cuatro, siempre tocando la música nuestra. Yo era un hombre sin cultura, un analfabeta. Sabía poner mi nombre, sumar, restar: eso me lo enseñó un viejo, allá, sobre las tablas del alambique, con un carbón.
Un día, impulsado por la corrección que me hizo un niño por una palabra mal escrita, me dio vergüenza; fui a la escuela, pero el maestro me dijo que estaba muy viejo. Otro se compadeció de mi interés y me orientó en la lectura de algunos libros. Así, poco a poco me fui capacitando. Me recreé en la lectura de algunos capítulos de El Quijote y sentí la necesidad de expresar algo, de cantarle a la belleza. Yo de niño amaba mi tierra, al retoño de las flores, a los pájaros; podía expresar ya ese amor a través del conocimiento que adqurí. Fue así, pues, como ya viejo encontré el cauce de mi inquietud y comencé a hacer versos.
Luis Mariano Rivera (1906)
Fuente: "Luis Mariano Rivera: El milagro de Canchunchú" de Lil Rodríguez S. Venezuela 94 N°- 7. Ministerio de Relaciones Exteriores. Caracas, octubre-noviembre-diciembre, 1994, pp. 88-89.
Yo no creo que la cultura signifique conocimiento ni talento artistico, yo creo que la cultura es el control de todos los sentimientos por la honradez, es la armonía, la elegancia moral ante sí mismo.
Teresa de la Parra (1889-1936). Carta a Luis Zea Uribe, 1° de diciembre de 1930.
Universalia nº 12 Ene - Jun 1995