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La ciudad de los techos rojos

Por Br. Carla Delgado
“La ciudad de los techos rojos”, famosa frase del escritor Enrique Bernardo Núñez, así era conocida la ciudad de Caracas en referencia a sus casas coloniales con tejas rojas; una ciudad con las típicas características de las principales capitales europeas modernizadas, es decir, con plazas principales al centro y alcaldías e iglesias alrededor. Esa era la Caracas de antes, se podría decir, la Caracas colonial, aquella con bulevares y caminerías, con espacios totalmente públicos. Caminar por la Plaza Bolívar del centro de Caracas era todo un paseo, y uno muy agradable contaban mis abuelos, con calles limpias y despejadas, unos “buenos días”, “buenas tardes” y un “que tenga un buen día”, eran palabras que solían escucharse. Los principales atractivos eran visitar la Casa Natal del Libertador y alimentar a las palomas de la plaza al frente de esta, sin olvidar los museos y teatros. El centro de Caracas era un espacio más que nada para socializar y entretenerse.

Mis paseos por el centro de Caracas cuando tenía entre 9 y 12 años no me recordaban para nada lo que me contaban mis abuelos. Calles abarrotadas de basura, gente que en vez de caminar corría llevándose a los demás por el medio, vendedores informales que impedían el paso por las aceras, en fin, para mí el centro de Caracas era un lugar temible. Ahora bien, ya con un poco más de edad, madurez y conocimiento sobre las ciudades, se puede decir que ese cambio tan radical en el centro de Caracas se dio debido a la modernización en el país, el establecimiento de nuevas tecnologías (computadoras, teléfonos, internet), la sobrepoblación, la globalización y el consumismo, todo esto llevó a consecuencias perjudiciales a la identidad del país. Principalmente se perdieron las tradiciones culturales, como da a entender Carlos Colina, en su libro Ciudades globales, ciudadanía y consumo cultural (El fenómeno latinoamericano y el caso venezolano), la presencia de nuevas tecnologías han creado un mundo virtual, en el cual las personas han aprendido a socializar sin necesidad de, digamos, tener contacto personal. A este centro de Caracas antes descrito, lo podríamos llamar, en el contexto que quiero plantear, la Caracas transitiva.

Pero, ¿por qué transitiva? Bueno, lo que intento demostrar en este texto, que en mi opinión sucede tanto en el centro de Caracas como en los municipios adyacentes, es una especie de curva en la cual se aprecia el pasado histórico de la ciudad, la decadencia de este que sería la parte transitiva y el presente. Donde identificamos al pasado histórico como lo mejor que ha experimentado el país, tanto en el aspecto social como en el cultural.

Si es la mejor etapa que ha tenido el país, entonces, ¿por qué no se mantuvo con el tiempo? De eso precisamente se trata la Caracas de ahora, una ciudad que después de mucho tiempo está intentando recuperar esos valores perdidos. Durante mi último recorrido al centro pude notar en grandes proporciones el esfuerzo para recuperar lo perdido, los intentos por volver a esa “época dorada” con calles completamente limpias y despejadas, además de una campaña de concientización mayormente enfocadas en mantener limpia la ciudad. Las personas ya no pasan simplemente por el centro de Caracas, ahora disfrutan el paseo, observando lo “moderno” en lo colonial. El paseo también se ve adornado por distintos personajes, en su mayoría vestidos de época, en la plaza Bolívar y sus alrededores, dando esa sensación de realizar un viaje o paseo al pasado, todo un recorrido por la historia.

La plaza San Jacinto, que se encuentra ubicada justo al frente de la Casa Natal del Libertador, ha recuperado su atractivo. Esta es una plaza donde las personas se pueden sentar a disfrutar de diferentes espectáculos culturales, o simplemente alimentar a las palomas. En su alrededores ya no hay vendedores informales impidiendo el paso. La fachada de la Casa Natal del Libertador está totalmente recuperada junto a una calle peatonal  para que las personas puedan disfrutar tranquilamente.
Después de analizar la curva que se planteó podemos establecer que el centro de Caracas es un lugar muy propio de nuestra identidad, de lo que nos define. Debemos evitar que ocurra un nuevo decaimiento en este sitio por medio del reforzamiento de los valores culturales y de la conservación de nuestros espacios. Este mejoramiento que se ha venido dando en los últimos años no debe estancarse, debemos hacer del centro de Caracas el lugar de preferencia para la participación y culturización de la ciudad, manteniendo siempre los valores característicos del país.