Cuento Zen
Cuando Bankei celebraba sus semanas de meditación en reclusión, venían muchos discípulos de todo el Japón a participar. Durante una de esas reuniones un alumno fue sorprendido robando. Le explicaron el asunto a Bankei pidiéndole que expulsara al culpable. Pero Bankei ignoró el caso.
Más tarde el discípulo fue descubierto en otro robo, y de nuevo Bankei ignoró el asunto. Esto enfureció a los otros alumnos, quienes escribieron una petición exigiendo la expulsión del ladrón, diciendo que de lo contrario se retirarían en bloque.
Cuando Bankei hubo leído la petición los llamó a todos. “Sois prudentes”, les dijo. “Sabéis lo que es bueno y lo que es malo. Podréis iros, si queréis, a otro lugar a estudiar, pero este pobre hermano ni siquiera sabe distinguir entre el bien y el mal. ¿Quién se lo va a enseñar si yo no lo hago? Voy a retenerlo conmigo incluso si todos vosotros me dejáis”. Un torrente de lágrimas bañó el rostro del joven ladrón. Todo deseo de robar había desaparecido.
Tomado de Nada Sagrado. Textos Zen. Ed. Garbizu & Todtmann
Universalia nº 14 Enero-Marzo 2001