Veredicto 2001
Concurso "Segundo Serrano Poncela"
Al mejor trabajo escrito final de Estudios Generales
Primer Premio
Daniel E. Lucani
Estudiante de Ingeniería Electrónica
El heroísmo no es un concepto nuevo. Ha existido desde que el hombre es hombre, desde que se tiene memoria. Sin embargo, la invención de la escritura determinó la creación del héroe conocido en la actualidad. El héroe loado por los cuentos, elevado a un pedestal no sólo para imitarlo, también para recordarlo. El perfil del héroe ha cambiado en varias ocasiones adaptándose a la realidad que envolvía su mundo. Desde los héroes antiguos como Aquiles que, según nos dice C.S.Lewis, "kills men as they cry for quarter or take them prisoner to kill them at leisure", hasta los héroes caballerescos, como Arturo o Lancelot, que combinan el valor de los antiguos con la modestia y la misericordia. Durante el curso de las lecturas caballerescas se puede apreciar una interesante tendencia. Ésta consiste en maximizar las virtudes y atributos de los héroes en cada historia catalogándolos de "el mejor caballero del mundo", "el brazo más esforzado", "el caballero más cortés", u otro apelativo semejante. Llama la atención, por otra parte, que en cada cuento se eleve, por sobre todos los otros, al caballero en torno al cual gira la historia. En el presente texto se tratará de reflexionar brevemente sobre el heroísmo y, en especial, el heroísmo caballeresco tratando de contestar dos interrogantes: ¿En qué consiste ser "el mejor caballero del mundo"? y ¿por qué el caballero central de un cuento tiene la tendencia a ser llamado "el mejor caballero del mundo"?
"El héroe siempre escoge acertadamente, porque escoge" dice Savater. ¿Qué es una hazaña? Un acto heroico y una decisión. Cuando vemos a una delicada planta florecer en un lugar inhóspito, nos sorprende. Cuando un animal arriesga su vida para salvar a una cría, nos conmueve. Pero la emoción que esto nos produce no es más que un cosquilleo. Cuando un ser humano pone su vida en peligro por algún ideal o por otro hombre o un animal, y somos testigos directos o indirectos de ello, nuestro ser vibra a un mismo ritmo en ese instante. Es lo que Jorge Luis Borges denomina "el elemental sabor de lo heroico". Un sabor que trasciende razas, castas, ideales y países.
¿Por qué nos conmueve más un estudiante que se mantiene en pie frente a un tanque, que una de las miles de hormigas que mueren defendiendo a su reina? La respuesta se puede condensar en una palabra: decidir. Una hormiga no decide pelear, sólo lo hace. Una semilla no escoge convertirse en planta. Si las condiciones son suficientes ella brotará de la tierra. Una leona que defiende a su cría de un macho hambriento, jugando la vida en la pelea, lo hace por instinto.
Pero cuando un ser humano decide "actuar en lo irreconciliable, aun sabiendo que es irreconciliable" según nos dice Savater, hace precisamente eso. Él escoge. Pudiendo optar por una vía más fácil y más tranquila, se decide por la otra pues tiene la intención y la determinación de llevarla a cabo. Según el diccionario de la lengua española, " la determinación y ánimo(intención) de hacer una cosa" se denomina voluntad. Pero también dice bellamente "es la firmeza del alma que quiere", es decir, que va más lejos. No sólo decide hacerlo sino que lo quiere, lo desea. Éste es el héroe, el hombre que "quiere y puede" (Savater), que posee la voluntad de transformar su sueño en una realidad. Tiene el valor de luchar, de decir "es posible", de abandonar la quietud y monotonía de la vida rutinaria para adentrarse en la aventura. El hombre que orienta su " vida solamente según ese principio que nos aconseja que nos mantengamos siempre en lo difícil", como dice el autor de "Cartas a un joven poeta". Tiene la generosidad suficiente para entregar su vida y dar como herencia su ideal a otros.
En el momento de la hazaña se resumen todos los valores del hombre en el héroe; en un instante se vuelve visible lo que puede ser. Ese instante es su mayor regalo para los otros hombres. Max Scheler dice del héroe que "no es el éxito lo que determina su heroísmo, sino el ímpetu de sus actos" y se podría agregar: "y éstos por sí mismos serán su victoria". Una victoria que trasciende el mundo material, que gana un lugar especial en nuestra memoria, o más importante aún, en nuestra alma porque lo que la primera olvida la otra siempre lo tiene presente. Cuando nuestro intelecto deje atrás el recuerdo de una hazaña nuestra alma todavía lo evocará como un momento glorioso. En la novela "Tristán e Isolda" se dice que "Dios ama a los buenos trovadores. Sus voces y sus arpas penetran en el corazón de los hombres despertando recuerdos y haciéndoles olvidar duelos y quebrantos." El héroe es el trovador de la esperanza, el hombre que ha encontrado la canción y el poema perfectos para despertar los sueños de las demás personas. El héroe triunfa al ser recordado o, como se ha dicho anteriormente, cuando su sueño es herencia.
Ahora bien, no se puede imaginar un mundo sin héroes. Sin hombres que declarasen que algo es posible, viviríamos aún en cavernas. Tal vez ni siquiera eso. Quién es el héroe sino un hombre que ama al mundo y tanto desea mejorarlo que es capaz de pagar con su vida su sueño. Necesitamos a los héroes y a su sacrificio. Han habido muchas equivocaciones y habrán muchas más, pero el mero hecho de que hayan ocurrido, pone en evidencia que los héroes tenían razón. El mundo no es un elemento rígido, se puede cambiar.
Existe otro punto que parece importante resaltar en este breve análisis sobre el héroe. Su relación con la literatura. Por una parte, así como los hombres necesitan del héroe y el ideal que éste transpira, el héroe necesita de la literatura u otros medios que atestigüen sus hazañas. De lo contrario, éstas quedarían signadas por el olvido. En la película, "Los Trece Guerreros"(1999) de John Mctiernan, el rey normando comenta que "a un hombre se le podría considerar rico si alguien pintase(en el contexto de la película se refiere a escribir) la historia de sus hazañas, para que tal vez sean recordadas". Aún siendo un individuo iletrado, este rey conoce el poder de las palabras y sabe que el heroísmo debe ser contado para que sobreviva en el tiempo.
Por otra parte, el lugar de los héroes es el cuento y la leyenda según dice Savater pues, trágicamente, "Los hombres necesitan héroes para cantarlos, pero toleran mal convivir con ellos", o como dice Bakunin "el héroe es un hombre precioso e imprescindible el día de la revolución, pero hay que fusilarlo a la mañana siguiente".
En particular, es pertinente explicar un ideal que surge en el Medioevo y que ha marcado al mundo con su sello desde entonces: la caballería. El ideal caballeresco consiste básicamente en trasladar el heroísmo instantáneo, la hazaña heroica, a una forma de vida. La heroicidad como canon fundamental de la existencia. Pero, además, el héroe caballeresco combina una característica adicional que no es propia de los héroes antiguos: la humildad y el comportamiento correcto en la corte.
Surge inmediatamente una pregunta: ¿En qué consiste ser humilde? Entiéndase humildad, en su más puro sentido, como una virtud. Una característica que no busca reconocimiento de otros. Quién más detestable que Arístipo, que paseaba por las calles de la antigua Grecia vestido en harapos para ser conocido como un hombre humilde, hasta que Sócrates, su futuro maestro, le vio y le dijo: "Arístipo, tu soberbia se sale por los huecos de tus harapos". En palabras de Guillermo Sucre "la verdadera humildad: la sabiduría, no lo contrario" . Alfonso G. Valdecasas, hablando de los hidalgos, dice que "para combatir se reveló que importaba más que la fuerza o la ferocidad u otras aptitudes el que quienes lo hacían fueran hombres que hubiesen naturalmente en sí vergüenza". Por una parte, se podría ampliar la importancia de esta "vergüenza", a la que prefiero llamar conciencia, más allá de los combates y las guerras. Un caballero humilde es un caballero consciente de sus limitaciones como ser humano en todo momento. No por ello se frustra o tienen menos valía sus actos. Al contrario, el caballero se vuelve glorioso precisamente por estar limitado, por ser hombre y porque arriesga ésta condición al emprender una hazaña. Por ello Aquiles, a diferencia de Héctor, no puede ser un héroe pues es un semidiós por encima de todas las cosas. Sus límites son distintos al de los demás mortales.
Por otra parte, se puede advertir un ligero vacío en la frase de Valdecasas. Este autor habla de una vergüenza innata. Pero, ¿qué hubiese sucedido si Lancelot no hubiese luchado por ser "el mejor caballero del mundo" aún tras la predicción de Merlín? ¿Qué utilidad tiene cualquier don, o cualquier virtud si es olvidada? La conciencia o vergüenza, no es una excepción. En la "Historia de Perceval o el Cuento del Grial", Perceval tiene una conciencia innata, pero ésta empieza a manifestarse a medida en que se transforma en caballero. Al principio de la historia es capaz de forzar a una doncella, cual si fuese un vil rufián, con el fin de obtener el anillo que ésta llevaba. En este instante, no tiene conciencia de sus acciones, pues desconoce por completo las normas de la caballería. Es un ser ingenuo, un diamante sin tallar. Entiéndase que esta no es una excusa, solamente se intenta dar una explicación al comportamiento inicial de Perceval. Sin embargo, a medida en que éste empieza a recorrer la senda caballeresca y se embulle en sus costumbres y prácticas, comienza a estar consciente de sus decisiones y actos. El diamante en bruto es pulido y tallado a través de la práctica de las virtudes hasta obtener una piedra de una hermosura apreciable aun para los ojos menos entendidos. Nace así el caballero. De la máxima ingenuidad a la máxima perfección a través de la voluntad. Y aún así no deja de ser ingenuo.
Existe otro elemento que es fundamental para que un caballero llegue a la plenitud de sus virtudes. Que tenga el innato deseo de servir. Que salga a defender a doncellas y luchar por el mundo que ama. "Servir" a ese ideal y servir a los demás. No voltear la mirada ante los problemas sin importar sus fatigas, tener siempre palabras tranquilas y de consuelo, y ánimo para enmendar las equivocaciones propias o ajenas. Ser discreto y a la vez no serlo. Servir, aunque en ello se equivoque, aunque intenten disuadirlo, aunque en ello pierda la vida, porque para el caballero "servir es sinónimo de amar" siguiendo la metáfora del amor cortés. En un hermoso fragmento de "La Historia de Perceval", una doncella en harapos le dice a Perceval:
"Marchaos de aquí, huid y dejadme en paz. Es el pecado lo que aquí os retiene. Huid si sois discreto." A lo que Perceval contesta: "Quisiera saber". El caballero siempre desea saber porque nada le es ajeno, él es parte del mundo. Cuando alguien sufre, el caballero sufre con él; cuando alguien afrenta, la afrenta también lo incluye. Cuando alguien llega a ser feliz, el caballero es más pleno. Tal vez es difícil imaginar esta idea de servicio desinteresado en un mundo en que lo primordial es el hombre como ente individual. En una sociedad en la que se ven "las virtudes de amarillo ya caduco"(Cernuda), de horóscopos y cartas astrales dirigidas a cada individuo, diciendo "te sentirás angustiado o feliz", en un mundo en que los libros de autoayuda abundan, es casi incomprensible que alguien desee hacer algo que trascienda a su persona. A personas así se las tilda de tontas o causas perdidas. Pero, ¿qué mayor tonto que el héroe?, ¿qué causa más descabellada que la de mejorar el mundo? Sin embargo, la mayor gloria es la de estos hombres que se atreven.
Finalmente, existe una condición que se ha mencionado anteriormente, pero en la que no se había enfatizado y es que el caballero es, ante todo, un hombre. Y como ser humano tiene la condición de equivocarse. Precisamente, por poder desviar su camino y cometer errores es que el caballero tiene méritos. Es capaz de lo más puro y de lo más grotesco, pero tiene la voluntad de alcanzar la plenitud de sus virtudes, de ser un hombre mejor cada día. He aquí el punto primordial que define al ideal caballeresco: es un ideal, no es una característica innata del hombre, debe ser cultivada. Por ello el héroe de las historias de caballería debe mantenerse en un continuo estado de alerta. Cuando se distrae deja que sus instintos y pasiones salgan a flote, deja de imponer su voluntad.
En estos momentos es cuando el caballero es más propenso a cometer equivocaciones y como se dice a menudo "el peor pecado es el del santo". Errar para un ser común es como tropezar con una piedra y caer al suelo. Pero, en un caballero, un ser ideal, es equivalente a tropezar en el borde de un abismo. Todo lo que es, todo lo que tomó una vida en cultivar, puede desmoronarse por un descuido. Como ocurre con Arturo que luego de obtener la paz que tanto deseaba se sumerge en una etapa en la que está distraído, en la que engendra el mal, engendra un hijo que después lo destruirá. Sin embargo, en este instante tal vez se vuelve más grande porque es más humano.
Por otra parte, es posible que el caballero necesite equivocarse, errar su camino y caer en lo más bajo para que pueda apreciarse su anterior grandeza, para que pueda redimirse. ¿Quién disfruta más los momentos felices? El que ha sufrido terribles tristezas y pérdidas. ¿Quién se regocija más con el aire que respira? Aquel que, en algún momento, ha carecido de él. ¿Quién es capaz de amar con mayor entrega, con mayor sentimiento? Aquel que ha estado solo. Bueno, para contemplar y apreciar toda la hermosura, grandeza y perfección de un caballero debe también observarse que ocurre cuando carece de ellas, cuando comete errores, cuando es mezquino y celoso. Esto evita que perdamos la perspectiva. Nos mantiene conscientes de que no son naturales las decisiones que pueda tomar el héroe caballeresco. Evita que nos parezca normal todo lo que está haciendo. Que olvidemos que el caballero se sustenta en un ideal para obrar, es una equivocación que estas historias no nos dejan cometer. Además, que el caballero pueda redimirse después de haber caído es tan importante y tal vez más trascendente que su condición de perfección original. Que él tenga la posibilidad de enmendar los errores es un canto de esperanza para los demás seres humanos. Es una declaración: es posible regresar a la senda de la perfección aun cuando te hayas apartado de ella si tienes la intención de llevarlo a cabo.
Entonces, ¿quién será el mejor caballero del mundo? Aquel que represente los ideales de la caballería con la mayor perfección en algún momento, que resuma los valores del hombre. Es decir, un hombre templado por las virtudes y forjado por su propia voluntad que se convierte en la norma y el ejemplo de cualquier otro caballero, de cualquier otro hombre. Un hombre, y como tal capaz de todo. De lo más vil, de lo más hermoso, del amor y el odio, de la humildad e incluso la soberbia y por ello debe estar atento. Si se descuida un momento puede cometer los errores más espeluznantes y las equivocaciones más destructivas, pues, como se ha dicho anteriormente, su caída es abismal. Un hombre que atiende al consejo de Cernuda:
"Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto"
y también atento al de Andrés Eloy Blanco:
"¡A bordo timonel!, tu derrotero
no te preocupe. Haz noble tu camino"
El caballero es fiel porque es libre, porque puede escoger serlo, porque decide hacer noble su camino. Se podría decir que cuando se compromete pierde algo de su libertad. Pero, ¿de qué vale ser libre si la persona no sabe o no quiere utilizar su libertad o, peor aún, no se atreve a hacer nada con ella? El caballero fue libre en el momento en que escogió su camino, es libre porque escogió su senda, y es libre cada instante después de tomar su decisión. Es libre porque su compromiso no es una carga sino el instrumento para ejercer su libertad.
Sin embargo, es en el momento en que el caballero se adentra en la aventura y realiza hazañas cuando generalmente se le reconoce como el mejor. Esto se debe a que durante las aventuras se ponen a prueba las virtudes del héroe así como su generosidad y su valentía. Su "valor para considerar que nada está vedado por su altura o dificultad, generosidad para no necesitar nada(...) valor para ser él mismo y valor para admitir que está condenado a no serlo del todo, a serlo en tanto va dejando también de serlo" como dice Savater, es decir, para arriesgar todo y sacrificar todo, incluso a él mismo, con tal de ser útil a su propia búsqueda. Una búsqueda de un mundo mejor. El caballero que se aventura en el mundo busca primordialmente servir a otros, cuando empieza a cumplir su mayor propósito se vuelve más grande. Además, como dice Carlos G. Gual, "La aventura se transforma en una senda de perfeccionamiento". Tal vez por eso el caballero central de una aventura es "el más grande" o "el mejor del mundo", porque al adentrarse en ella demuestra que tiene la voluntad de ser el mejor.
En pocas palabras, el héroe caballeresco trata de cultivar los valores del hombre, tiene la disposición de obrar correctamente, de desarrollar las virtudes a través de la voluntad. Es decir, tiene el ferviente deseo de ser un hombre mejor. Valor y humildad, los dos pilares de la caballería según Lewis, llamadas proeza y cortesía en el Lai de la sombra de Jean Renart. Todo esto sazonado con un inacabable e infinito deseo de servir y cocinado con atención en el fuego de la aventura.
BIBLIOGRAFÍA
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*SAVATER, Fernando: La Tarea del Héroe. Editorial Taurus. Madrid.
Que triste sonido acompaña al que se rinde,
Como un árbol rompiéndose, desgajándose,
Tras largos años de soportar el viento.
Que horrible aspecto tiene un hombre sin sueños,
No se atreve, no sueña, no desea nada,
Ama la vida poco más que a sus recuerdos,
Ama sus recuerdos como se ama hoy:
Sin pasión, con reservas, sin amor.
De su infidelidad es profeta,
De su hastío e indiferencia el más fiel esclavo,
¿Esclavo? Prisionero más bien,
atrapado en una cárcel de vida, con barrotes de olvido,
y en su mano la llave.
Sin voluntad,
Espera sólo hundirse en las arenas del tiempo,
No lucha por hacer noble su final,
Para evadir por un momento la evidente muerte,
Sin agallas para entregar sus dones.
Para huir le falta valentía,
Para quedarse: convicción y firmeza.
Que aterrador sonido traen sus pasos,
Van y vienen allí en la plaza,
Son agudos y graves, se acercan y se alejan,
Capitulación en mano y en el corazón,
Se desploma sobre el suelo.
Nadie se acerca,
Prefieren dejarlo allí,
Borrando de sus diarios su vaivén,
Prefieren la duda que tenerlo por indeciso,
Se refugian en el olvido, es incierta su redención.
Universalia nº 15 Abril-Diciembre 2001