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Charles Baudelaire: 181 años del nacimiento del poeta francés

Daniuska González*

Tras el sacrilegio y la imagen profana, tras la palabra más allá de la vida, esa palabra verdad, blasfemia, resurrección, insulto, persistió la angustia, el tormento. Para Rimbaud, fue el "primer vidente, rey de los poetas, un verdadero Dios". Y a Dios debió robar la voz, el alma.

Que jamás encontró calma consigo mismo. Que jamás se reconoció en el otro, en su semejante: Baudelaire. Que Caroline, su madre, días antes de su segunda boda, vendió las pertenencias del padre, entre ellas los cuadros que éste gustaba pintar, y sobrevino en el hijo el odio, por siempre, hacia el padrastro. Que intentó suicidarse en 1845 con cortes sin profundidad, con un cuchillo que luego se descubrió desfilado. Que escribió con furia y sarcasmo contra Balzac "Comment ont paie ses dettes quand on a du génie" y con encendidos elogios sobre Wagner, de quien no había escuchado su música. Que mostraba ante el París de salón a una mulata por amante. Que pretendió fusilar a su padrastro alentando al pueblo durante la sublevación de 1848. Que los círculos literarios de Bruselas lo condenaron al desprecio, cuando Bélgica aún lo obnubilaba. Que la sífilis comenzó pronto a aletargar sus facultades. Que Las Flores del Mal, el libro maldito, lo llevó a juicio "por atentar contra la moral pública". Que mientras lo cuidaban, las monjas exorcizaban su habitación de enfermo. Que su cuerpo ya débil sufrió la "tortura científica" del doctor Émile Duval, en la Clínica Hidroterápica de París. Que murió, el 31 de Agosto de 1867, paralítico y mudo, y pobre, con sólo unos amigos, y junto al lecho de moribundo, su madre.

Y sin embargo, la miseria de una existencia alumbra la más completa e inmortal poesía de todo un siglo. Poesía que, después de él, apareció nueva, luz, carne del dolor, de los instintos y sus demonios. Quiebra del espejo de imposturas y beatitud. Palabras entonces del oscuro y temible fondo del alma. ¿Acaso como la cotidiana, intrascendente, vida hipócrita que arde en las tinieblas de la razón, junto a las sombras del mal y del pecado, en el hombre y una imagen caída, la de sí mismo, inmisericorde?

(*)Profesora del Departamento de Lengua y Literatura USB.

Tejer de Penélope
Poema de Daniuska González*

Odiseo regresará algún día a este puerto,
donde las gaviotas sepultan el vuelo en la espuma
y yo tejo la soledad amortajada del tiempo.
Para esa noche de vuelta,
porque sólo la noche puede devolverme al abismo,
triunfarán otra vez las victorias,
y yo seré la única sombra de sus trofeos.
Nunca conocerá de mi sueño,
de la vigilia de soledad entre los dedos,
en mañanas tempranas sobre la aguja,
de esta tela que descoso en mis lágrimas.
No lo espero.
Cuando su barco abandonó profundo la ensenada
y su mano dejó como saludo el horizonte,
guardé el silencio de sus pasos,
de su cuerpo, el ocaso de la quietud.
Las mujeres esperamos en los recuerdos.
Tejer sobre el pasado,
tensando el punto en el ovillo de los días,
de la memoria que desborda la lana para impedir la vuelta.
Yo viva sobre el tejido
donde la aguja ha hilvanado en mí la felicidad de su ausencia.

(Del poemario: Las iniciales del tiempo, publicado en Puebla, México, en 2001)

Universalia nº 18 Oct 2002- Mar 2003