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El paradigma ecológico de la ciencia, según Fritjof Capra

Alfredo Ascanio*

La ciencia moderna se debe ver como un sistema de elementos interrelacionados que forman una unidad dinámica y en constante cambio. Existe pues una armonía que sólo es destruida por el hombre mismo, con su actitud cartesiana de separar los elementos del sistema, tanto los elementos tecnológicos o mecánicos, como los elementos sociales y de carácter humanístico. Incluso lo cuantitativo no se puede separar de lo cualitativo.

Todo lo anterior tiene por base un modelo de conocimiento donde lo racional también se integra a lo intuitivo. No debe existir entre estos conocimientos una polarización inadecuada, pues son complementarias. Claro que es necesario categorizar, medir y comparar; no obstante, al concluir las relaciones entre lo que se compara, no debemos llegar a un resultado absoluto; sino a un resultado relativo, que en definitiva es un conocimiento abstracto y conjeturar, por la imposibilidad de conocer todas las variables posibles.

El resultado final no es más que un mapa intelectual de la realidad y bastante general. Hemos llegado de ese modo a un conocimiento racional de estructura lineal Como el hecho real es muy complejo y de infinitas variables, donde lo que sucede no es secuencial y lineal, entonces lo único que podemos lograr, con nuestro enfoque racional, es una representación aproximada de la realidad, lo cual deja un amplio espacio para la conjetura, porque es un conocimiento solamente hipotético y con una aplicabilidad limitada.

Nuestra representación de los hechos no es la realidad misma. Incluso, la experiencia directa con la realidad y el pensamiento intelectual deberían formar una unidad inseparable. En la ciencia, el conocimiento se adquiere a través del proceso de investigación científica que procede por etapas, es decir se plantea un problema, se buscan evidencias para explicarlo, para finalmente correlacionar las variable con signos matemáticos o del lenguaje, para llegar a un algoritmo que muchas veces se le otorga el calificativo de teoría, al intentar una generalización; y de su posible utilidad posterior para comprobar consecuencias. Si el modelo fracasa y no ajustan las variables, entonces se abandona, como un paradigma estadísticamente no significativo .El modelo es así inductivo y basado en una actitud empírica, pero muy alejado de algún axioma o principio fundamental.

La parte racional de cualquier investigación es inútil, sino se complementa con la intuición y la creatividad, que aparece de repente y no se sabe cómo. Las penetraciones intuitivas y subjetivas complementan el modelo cuantitativo. Los modelos matemáticos son rigurosos y con una estructura interna consistente, pero esos símbolos no se corresponden con la experiencia; por otra parte, los modelos verbales utilizan conceptos que se comprenden de manera intuitiva, pero a menudo son imprecisos y ambiguos. Sólo cuando ambos modelos se integran en una unidad inseparable y dinámica entonces es cuando se empieza a avanzar. Se integra el saber apoyado en un equipo y se complementa con la observación en forma introspectiva e individual (penetración intuitiva breve=meditar=súbito instante no verbal); todo ello para pasar, de inmediato, a la interpretación o teorías aproximadas (sólo hipótesis o aproximaciones válidas para un cierta gama de fenómenos = modelos mentales para describir la intuición de la realidad).

Lo que nosotros vemos u oímos, no son nunca los fenómenos investigados en sí, sino siempre sus consecuencias. Además, todo cambia en forma constante, aunque ese dinamismo no es arbitrario ni caótico, sino que sigue patrones. Estas regularidades se pueden explicar por las interrelaciones entre los componentes de un sistema y su estructura. Todo tiene relación con su contexto y además todo es dinámico.

Organizar las regularidades puede ayudar en parte al entendimiento de un modelo y sus consecuencias; y la unión de esas variables homogéneas, en varias combinaciones, ayuda a observar las estructuras y las fuerzas de su unión, lo cual produce una simetría transitoria de un proceso dinámico. No hay pues representación mecánica ni simple, lo que por analogía existe, es una telaraña dinámica de sucesos relacionados entre sí. Todo este entramado es un mapa conceptual organizado por el hombre, pero el mapa no es el territorio, es sólo una interpretación aproximada, que a veces puede ser significativa temporalmente.

Lo que nos hace falta, en resumen, es una interacción dinámica entre la intuición y el análisis académico. Todavía somos o demasiados racionales, abstractos, teóricos; o bien, demasiados espirituales y utópicos; pero la confluencia de ambos modelos es fundamental, ya que para alcanzar un estado de equilibrio dinámico, se precisa de una revolución cultural que permita conocer el fenómeno sistémico y complejo de la vida misma y su característica espiritual.

No basta para conocer la dinámica de un conjunto descomponer el sistema en sus elementos, saber de sus propiedades y cómo interactúan; se necesita entender primero la dinámica del todo para entender sus partes. El contexto es lo primario, es la unidad básica. El proceso, a su vez, es más importante que la estructura, pues el proceso es lo primario para que exista la estructura. Lo que se observa es el dinamismo de relaciones interconectadas. Diferentes observadores pueden investigar el fenómeno de diferentes maneras y emplear diferentes técnicas de observación. Lo que se observa depende de cómo se observe. No existe la independencia del observador; así, la comprensión del proceso de conocimiento se tiene que incluir en el análisis, pues la ciencia es más epistémica que objetiva. El conocimiento tiene que ser un constructo sólido y firme. Nada sólido se puede edificar sobre cimientos movedizos; e incluso lo que se puede lograr son aproximaciones a la realidad, siempre que exista una actitud de cooperación y no violencia.

(*)Profesor Titular jubilado Dpto. de Ciencias Económicas y Administrativas USB

Universalia nº 19 Abr - Sept 2003