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Los cuentacuentos de la USB

Ramseit Cairos*

El hombre encontró en la naturaleza sabiduría e intentó comprenderla. Creyó en el renacimiento de la vida y en la inmortalidad, pues era testigo del renacer de los árboles en primavera y de su longevidad, superior a la de los hombres. Por tanto, éstos eran considerados imperecederos y daban a conocer a las jóvenes mentes las historias de los eventos de los cuales fueron testigos. Entonces, el hombre comenzó a construir en los bosques y en las praderas, rodeado por la naturaleza, luego de lo cual modificaría la anterior concepción natural, al tiempo que desarrollaría su ciencia.

En otro lugar, en el valle de Sartenejas, y en otro tiempo más reciente “los campesinos vieron erigir pabellones y edificios, en donde antes sólo se veía la planicie cultivada y la casa de los amos del valle” (1), para, posteriormente, tras haber sido nombrada “Universidad Simón Bolívar” en 1969, iniciar sus actividades académicas en 1970 la que se convertiría en nuestra actual casa de estudios.

No sólo era necesario el cultivo de la mente, sino también el cultivo del espíritu, en una especie de relación en la que los árboles podrían brindarnos aire, belleza, recogimiento, sabiduría e historias de ellos, de nosotros y de nuestra querida Universidad.

Y así, nuestros_jardines fueron creados mayoritariamente provistos de una gran variedad de árboles, flores y plantas venezolanas, contando con algunas ideas propias, producto de su clima tan particular y único.

A pesar de los edificios, las personas y los carros, la naturaleza prevalecería. Hagamos entonces, un pequeño viaje al pasado y trasladémonos a través de algunas de estas historias. Empezaremos por las más recientes y retrocederemos en el tiempo hasta donde estas historias nos lleven. Comencemos, pues:

Cuatro árboles_cerezos, aún pequeños y delicados, nos hablan de los lazos amistosos existentes entre Japón y la USB, fortalecidos el viernes 28 de marzo del 2003, luego de que los mismos fueran donados por la Embajada del Japón y posteriormente fueran sembrados, en el terreno entre el Edificio de Comunicaciones y la Biblioteca, en un acto simbólico, en el cual cuatro grupos de personas conformados: uno por las autoridades, un segundo por los profesores, otro por los estudiantes y uno por varias mujeres, sembraron cada uno un hermoso árbol.

Una vez los mismos hayan crecido, se vestirán de blanco (en Japón esto ocurre únicamente en abril, representando el inicio de algo nuevo, ya que su floración coincide con el comienzo de varias de las actividades importantes de dicho país) y nos inundarán con su esplendor, producto de la belleza de una expresión de la naturaleza.

Ahora seguiremos nuestro recorrido en la siguiente parada, en los llamados por los estudiantes “bonsáis_del_pasillo_de_MEM”. Estos, cada vez que una nueva corte inicia su aventura en la USB, también nos relatan la historia de algo nuevo que cesa y cada año vuelve a surgir; de largas conversaciones y reuniones, de música de guitarra y recientemente de malabarismos y otras expresiones artísticas.

Pero más allá de nuestro presente esos llamados bonsáis tienen una interesante historia que contarnos. Fueron sembrados en honor a otro árbol igual, menos conocido pero no menos importante, el Bussida_Bussera (Ucaro Negro) que fue plantado el_26 de_Junio_de_1992, junto a la Biblioteca Central, por su Santidad el XIV Dalai Lama, Tenzim Gyatso, líder religioso del pueblo tibetano y premio Nóbel de la Paz en 1989, como testimonio de su visita a la USB, tras dictar una conferencia en cumplimiento de uno de sus compromisos en Venezuela. Dejándonos el legado de su memoria y su presencia viva en este árbol de todos.

Finalmente, hablaremos del denominado “Árbol_de_la_Vida”, el cual se ubica en la encrucijada de los varios caminos que pasan por enfrente del Centro de Estudiantes, exactamente donde todos éstos se cruzan y se diversifican.

En los años comprendidos entre 1984 y 1988, se realizaban en torno a este árbol diversas actividades tales como: foros, conciertos, cuenta-cuentos, obras de teatro y recitales; dirigidas por Armando José Sequera (escritor y humorista venezolano) inicialmente junto Kira Kariakin, para entonces estudiante, y posteriormente junto a Xiomara Martínez, hoy en la Dirección de Personal, contando con la presencia de diversas personalidades de varias áreas de la vida política y cultural de nuestro país, las cuales, en su momento, proveyeron a la Universidad de un retiro natural al establecer una especie de reencuentro del arte y la cultura con un medio mayoritariamente científico, agregando otros matices que ampliaron la visión de sus congéneres, permitiéndoles ser más humanos.

Con todas estas historias, podemos ver lo importante que son los árboles en nuestra Universidad. De hecho podríamos tomarnos el tiempo para descubrir otras_historias y si no lo hiciéramos, simplemente recordar que están ahí y quién sabe si nos induzcan a preguntarnos cosas tan sencillas como el porqué los cuerpos caen hacia abajo o nos permitan entrar en contacto con nuestra sabiduría interior o, para aquellos menos complejos, les brinden un poco de frescor, proporcionándoles oxígeno, consuelo o tal vez sólo sombra. De cualquier manera, veámoslos como una parte importante de lo que somos y queremos ser, cuidémoslos, ¿y por qué no?, escuchemos sus susurros de tiempos tal vez remotos y démonos la oportunidad de aprender un poco más de ellos y de su calma, y de nosotros y nuestro apuro.

La próxima vez que veas un árbol, sonríele, pues él te estará observando y algún día quizás seas tú el protagonista de esa historia que alguien recostado en torno a sus raíces desee escuchar...¡Feliz viaje de retorno a casa!
(*)Estudiante de Ingeniería Química USB

(1) Una guía de las plantas ornamentales del Valle de Sartenejas, MACÍA María Teresa, LOVERA Milagros, RODRÍGUEZ José Gregorio, LARES Osvaldo Editado por la Universidad Simón Bolívar, Instituto de Recursos Naturales Renovables (s/f)

Universalia nº 20 Sep-Dic 2003