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Editorial: Un hasta luego

 

Uno de los "mitos urbanos" más difundidos es aquel según el cual la universidad Simón Bolívar "deshumaniza" a sus estudiantes… Pues bien, el presente número de Universalia es claro testimonio que nuestros estudiantes también tienen tiempo para escribir poesía e ingeniosa prosa. Aquí les presentamos -orgullosos- los recientes resultados de los concursos que anualmente patrocina el Decanato de Estudios Generales.

Sin embargo, como todos los mitos tienen en su origen algo de verdad, es válido preguntarse, ¿cuáles otras cosas podemos hacer para ayudar a "humanizar" un poco más a la Simón? Por ejemplo, es evidente que nuestros estudiantes ESTUDIAN, pero ¿dónde estudian los estudiantes de la USB?

Si se camina por los espacios abiertos de la universidad es frecuente ver a muchos jóvenes jugando "truco", pero escasamente se les observa "estudiando". Mantengo viva la imagen de los años setenta cuando era común reconocer a los estudiantes universitarios por andar con su silla de extensión, rumbo a la Plaza Cubierta o a la Parroquia Universitaria de la UCV para dedicarse a estudiar hasta bien entrada la noche. Cierto es que esa es una costumbre que nunca arraigó en esta universidad -de hecho, yo mismo, junto con un grupo de compañeros todos de la USB, nos reuníamos a estudiar pero en la Parroquia Universitaria-. En esa época nos justificábamos diciendo que no teníamos mejores lugares para estudiar cómodamente en grupo. Afortunadamente al jefe de seguridad -en la época del Rector Mayz Vallenilla- se le ocurrió la idea de ordenar la colocación de pizarrones en las paredes laterales de los Pabellones de Estudios Generales -hoy Biología- y dispuso unos pocos pupitres para improvisar varias "aulas", libres para quien quisiera utilizarlas. Seguramente, varias generaciones deben recordarlas.

Hoy tales pizarrones han desaparecido; por eso creo que es factible retomar la idea y acondicionar el pasillo techado que une la Casa del Estudiante con el Pabellón 1. Ese pasillo es ideal para estudiar en grupo, ya que el ruido que pudiera producirse no molesta ninguna otra actividad académica; es muy cómodo, pues es posible tener el carro estacionado "justo al lado". Es un espacio grato, integrado a los jardines, donde es posible liberar la tensión cuando la dificultad de los ejercicios impidan su solución. Adicionalmente, la inversión necesaria es mínima: sólo con frisar y pintar de verde las paredes hasta la mitad, se tienen listos muchos cubículos para estudiar en grupos.

Otra tarea a desarrollar para "humanizar" a la Simón, puede ser el acondicionar algún edificio con facilidades arquitectónicas para los minusválidos. Por ejemplo, es imperioso disponer de por lo menos un par de sanitarios para personas en sillas de ruedas.

Finalmente, -se acaba el espacio para el editorial- voy a aprovechar la ocasión para despedirme de todos ustedes, ya que este trimestre culmina mi pasantía en el cargo de coordinador del Ciclo Básico.

Cordialmente

Prof. Sowiesky Galavís

Universalia nº 21 Ene-Jul 2004