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La resolución de problemas como método de enseñanza-aprendizaje.

Breve reflexión
María Elena Núñez(*)

          Muchas instituciones educativas, entre ellas las universidades, aplican la resolución de problemas como uno de los métodos mejores para ayudar a pensar al estudiante. Por otra parte, el sistema trimestral de la Universidad Simón Bolívar contribuye a formar profesionales capacitados para resolver en corto tiempo y bajo presión, en situaciones de mucho estrés. Todo esto es en buena medida bastante útil.

Pero siempre es posible mejorar los sistemas y por ello nos hacemos preguntas: qué sucede cuando ya no vemos claramente cual es el “problema”. Es decir, cuando el problema seleccionado y digerido por el profesor, probado y comprobado como eficiente para ayudar a pensar, en el aula y con fines evaluativos, ya no se presenta, ya no aparece con la precisión o claridad a la que nos han acostumbrado. La vida real y sus espacios sociales requieren, especialmente en este híbrido entre formal e informal que nos toca vivir en Venezuela, además de formación teórica un tanto de viveza. Viveza que en el buen sentido sería la capacidad para convertir en “problemas” parte de la realidad que percibimos, ya sea para pensar, resolver o labrar en ellos.

Creemos que, si bien la resolución de problemas es un método que tiene sus méritos, en etapas más avanzadas de la formación profesional debería iniciarse al estudiante en la capacidad para encontrar “problemas” por sí mismo, para formularlos con una claridad cada vez mayor, para aprender a diferenciar falsos y verdaderos problemas, entre otras habilidades. Se requiere una actitud realmente crítica y creativa frente a la realidad, realidad que, por otra parte, se muestra de manera cada vez más confusa.

Graduarse en la universidad (nicho o micro sistema social con reglas que le son propias) y salir hacia el mundo laboral, el mercado de trabajo, suele ser un duro golpe especialmente para aquellos que habiendo estudiado una carrera no afín a la de los padres deben hacerse de una experiencia solos, sin comprensión, sin orientación.

No creemos que la elaboración de la tesis de grado sea suficiente para adquirir el nivel de formación profesional que les permita la fluidez social y laboral que se exige. Si creemos conveniente que, durante los últimos años de la carrera, la resolución de problemas debería desmenuzarse en fases cada vez más diferenciadas e insertarse, cada vez más también, en la realidad, separándose paulatinamente de la ficción que el aula suele recrear en una especie de hermetismo narcisista. Tal vez se podría, entonces, graduarse y salir de la universidad de una manera menos traumática, en un movimiento socialmente natural y más agradable en lo personal.

(*)Departamento de Diseño, Arquitectura y Artes Plásticas
grapa2_men@yahoo.es