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Fragmento

Rafael Fauquié

“Con su libro inmortal, Cervantes dibujó visiones y comprensiones que todos los seres humanos en cualquier parte y en cualquier momento podían identificar e, incluso, compartir.
Una de ellas, acaso la más rotunda y trascendente: el contraste entre lo deseado y lo poseído; lejanía abrumadora, por ejemplo, entre lo que esperábamos de la vida y lo que la vida nos dio, insalvable abismo entre lo que suelen ser las ilusiones de la juventud y los naturales angostamientos que hereda la vejez. En la temprana primera parte de sus vidas, los seres humanos imaginan que todas las opciones pueden resultar posibles y todos los anhelos hacerse realizables. El transcurrir del tiempo acarrea el desvanecimiento de esos espejismos. Vivir, crecer y envejecer, si vamos aprendiendo adecuadamente lo que la vida pueda enseñarnos, acaso signifique aceptar refugiarnos resignadamente en nuestros conquistados pequeños espacios: centros innegables que logran resguardarnos de las promesas rotas y de las desmentidas fantasías.

De alguna manera, Cervantes con su Don Quijote supo aludir al fuego de la vida, con su correspondiente suma de experiencias y memorias, de ilusiones y desengaños. Las páginas de Cervantes dibujan, con extraordinario acierto, una peripecia humana convertida en símbolo reconocible porque, acaso, todos los seres humanos logramos distinguirla entre nuestros propios aprendizajes”.

(R. Fauquié: entresacado del libro Juego de palabras, actualmente aún en proceso de escritura).

“La derrota de Don Quijote, el fin de sus sueños, su regreso a la cordura, plantean la fragilidad del ideal enfrentado a la realidad. En ese enfrentamiento podría leerse también la vulnerabilidad histórica del Imperio español. Su noción de grandeza, sus anhelos de universalismo se desplomaron ante una fragilidad económica que lo obligó a depender cada vez más estrechamente de naciones enemigas que se hicieron más y más fuertes a sus expensas. Conflicto análogo al de la brillante locura de Don Quijote opuesta a la inexorable cordura de los bachilleres y de los curas. Sueño y realidad: América era el sueño y España la realidad. ¿No trató, acaso, el propio Miguel de Cervantes venir a América? En las decepciones de Don Quijote, en los fracasos de Cervantes, resuenan los ecos de aquellos Viajeros de Indias que buscaron El Dorado y concluyeron sus días consumidos por la violencia devoradora de las nuevas tierras. La individualidad victoriosa de unos pocos, se impuso por sobre la brutal inclemencia de un destino grabado a hierro y fuego. La fortuna era escasa y fueron pocos los elegidos. La literatura se encargaría de describir las peripecias de esos pocos”.

(R. Fauquié: entresacado del libro: La voz en el espejo, Caracas, Alfadil-Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad Simón Bolívar, 1993).

Rafael Fauquié
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela.
Universalia nº 23 Sep-Dic 2005