José Luis Lezama (*)
Inmóvil
Un barco inmóvil
detrás del árbol de papaya
Los pájaros negriamarillos
surcan el espacio que me separa del mar
Las nubes arropan las colinas hartas de tanto sol
Los gallos se confunden y cantan el amanecer
cuando el astro renace sobre la tierra
A lo lejos,
un ejército de palmeras
se acerca
a beber agua de la orilla
Todos miran a la serpiente de estela
con cabeza de peñero
que cruza de izquierda a derecha el paisaje
Un cuerpo inmóvil sobre el tejado
es el único testigo de que el mundo parece a veces no girar
Paisaje
El heladero caminando frente al cuartel,
el camión de leche parado en la bodega,
el sol calentándonos a todos por igual,
y los espasmos de los peces que sacuden la tapa de la cava;
gritando que ellos también forman parte de este paisaje.
Aunque nadie los vea, ni los eche de menos.
Punta Arenas
Un café en la orilla del mar.
El susurro de las olas contradice la repentina lucidez.
Los pies húmedos y salados;
los dedos arrugados entre la arena
evocan el cobijo hogareño.
Inminente,
la naturaleza abruma los sentidos
y desborda su plenitud
en el ánima.
Pájaros
Ellos no tienen que mirar
a ambos lados para cruzar la calle.
No tienen leyes escritas;
juntos viven bien sin ellas.
Siempre tienen en sus picos
restos del néctar de las flores.
Se paran en las horquetas
con una pata en cada palito.
Si una nube tapa el arco iris
vuelan alto para rodearla.
Los imito y los persigo
pero no logro acercarme a ellos.
Tu cicatriz en mí
Miro a todas partes,
busco en cada esquina,
y me parece encontrarte
en sus ojos, en cómo camina.
Pero es fugaz mi percepción de tu imagen;
viaja de flor en flor como un colibrí.
Se parecen tus pétalos a su piel.
Su cuello rememora en mí tu fragancia.
Pero ella también tiene espinas.
Duele apretarla evitando la huída,
la presión abre la piel.
(Ya mi carne ha cicatrizado con tus espinas dentro)
Ambos
Quizás sus ojos
o su sonrisa
o ambos.
Sentado en este aburrido café,
espero a alguien que no existe
mientras hago apnea en lo insondable de su alma.
Y ella responde
con esa leve muestra de sus incisivos.
Náufrago
¿A quien le digo lo que siento?
¿A la roca que me sigue desde lejos?
¿Al descarriado que con profundos alaridos agrede al mundo?
¿Al ángel que está a punto de caer del cielo?
¿U otra vez naufrago en tu recuerdo?
Anzuelos
No puedo evitar que los tristes anzuelos
que abundan en este insípido río
sigan desviando la mirada de mis ojos,
hacia ellos.
Intento nadar más lejos, (como si quisiera cruzar el golfo)
para olvidar las punzadas del pasado.
Pero sólo consigo
sumergirme en un azul
que me recuerda al de sus ojos.
Asceta junto al loto
Dejar de pensar en ti
es ser un asceta.
Pero pensar en ti
es pensarte sentada sobre el loto,
mientras yo navego junto al tallo
en mi submarino amarillo.
Y quizás doy vueltas en círculo,
pero me gusta creer que avanzo y avanzo
cuando sólo me mantengo felizmente equidistante.
(*)Estudiante de Ingeniería Química
Universalia nº 24 Ene-Abr 2006