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Antes y Después

Una analogía entre el Positivismo y la Cirugía Cosmética a través del estudio de los Monstruos del Cuerpo Femenino

Melissa Nouel
Estudiante de Arquitectura

Monstruos e imaginario
Ante todo es necesario aclarar los conceptos de monstruo e imaginario.
No podemos definir qué es un Monstruo sin acudir al concepto de Imaginario. Si partimos de que un monstruo es toda representación de un temor, y básicamente tenemos temor a lo desconocido, entonces debemos determinar qué es lo desconocido: aquello que se sale del sistema de clasificaciones y códigos posibles establecido por nuestra cultura. Es este sistema operativo  social e individual lo que conforma nuestro imaginario, se transmite y cambia a través del tiempo.

Los imaginarios sociales se apoyan sobre el simbolismo, que es a la vez obra e instrumento (…). Los sistemas simbólicos sobre los que se apoya y a través de los cuales trabaja la imaginación social, se construyen sobre las experiencias de los agentes sociales, pero también sobre sus deseos, aspiraciones e intereses.(Baczko, 1991:29-30)

…A ello le agregamos miedos.
El imaginario establece una dualidad: Así como determina lo que el mundo es y debe ser para una sociedad, determina también lo que no es y lo que no debe ser. Si recordamos la definición de siniestro de Freud: ¨Unheimlich sería todo lo que debía haber quedado oculto, secreto, pero que se ha manifestado (Freud,1996:2487), Entendemos que todo lo que ese imaginario excluye, ignora y condena, se convierte en siniestro, y su representación simbólica se convierte en monstruoso.

Nuestro Imaginario
En vista de las múltiples influencias que recibe nuestra cultura como causa de la globalización, es difícil establecer una delimitación clara del imaginario al que pertenecemos. Hoy en día expresiones culturales como la danza árabe o la comida japonesa no nos son tan ajenas como lo podían ser anteriormente. Así que al referirme a ¨nuestro imaginario¨ lo hago a aquel correspondiente principalmente a la cultura que nos compete como sociedad occidental, cristiana, machista, y esteta, entre otras características, sin delimitaciones geográficas específicas.

Transformación del Imaginario: El Positivismo
Como se señala anteriormente, los imaginarios se transmiten a través de las generaciones de una sociedad, pero dentro de ellos se van generando cambios, no permanecen iguales en el tiempo. Distintas corrientes de pensamiento son generadoras de estos cambios en los imaginarios, por ejemplo el positivismo:

El positivismo es considerado como un movimiento intelectual que hunde sus cimientos en la corriente iniciada por Francis Bacon, como respuesta al pensamiento medieval; su intención principal consistía en liberar al hombre de las "miserias" del mito y la tradición. Era necesario para lograr tal reforma, tanto una nueva organización del saber como una nueva epistemología, que llevase al hombre a una ilustración guiada por la razón. Comte consideraba necesaria la desaparición de una cosmovisión tradicional, de corte teológico, en beneficio de la racionalización de todos los procesos relacionados con la vida del hombre.(wikipedia)

Positivismo y Cirugía cosmética
Desde un primer acercamiento los conceptos de positivismo y cirugía cosmética son totalmente incompatibles, no comparten relación alguna. El punto de encuentro que hace posible una analogía entre ellos es la palabra Transformación. Según el diccionario de la Real Academia Española trans (prefijo del latín) ¨denota cambio o mudanza¨, mientras que forma significa ¨figura o determinación exterior de la materia¨ o ¨modo de hacer una cosa¨. Por tanto, transformar es cambiar o mudar de figura material o manera de hacer algo. Sin ir más lejos… ¨Transformar: (del lat. Transformare) tr. Hacer cambiar de forma a una persona o cosa. Ú.t.c. prnl. || 2. Transmutar una cosa en otra Ú.t.c. prnl. || 3. Fig. Hacer mudar de porte o de costumbre a una persona Ú.t.c. prnl.(RAE, 1970)

Si se entiende el positivismo como una corriente que influyó en el imaginario de finales del siglo XIX y principios del siglo XX generando un cambio ideológico en la cultura, en los modos de actuar y de pensar, se puede afirmar que el positivismo fue (causa y obra) una transformación parcial de nuestro imaginario.
A su vez, la cirugía cosmética es en esencia un cambio en la forma física e indirectamente conductual de una persona, una transformación de su cuerpo y mente en el sentido más literal.
Finalmente, la metáfora, sin duda extraña, es el Positivismo como una Cirugía Cosmética del imaginario de finales del siglo XIX e inicios del XX.

El Monstruo Femenino

Antes

Imaginario Cristiano:
El componente medular de nuestro imaginario es la religión cristiana, no por el hecho de que sigamos o no fielmente sus ideales – de hecho hoy en día puede apuntarse un debilitamiento de la iglesia reflejado en esa mixtura de religiones que cada persona crea para sí misma, una religión personalizada y al gusto – sino por las secuelas que se han ido permeando hacia los otros componentes del imaginario, arraigándose fuertemente en nuestro sistema de funcionamiento dentro de la sociedad.
La Biblia presenta los primeros antecedentes de monstruosidad de la mujer, desde la creación del mundo. Primero porque es creada a partir de una costilla de Adán y no de la misma forma que él. Y segundo porque desde que Eva lo convence de comer del fruto prohibido, la mujer se convirtió en aliado del diablo, el Otro. Esta historia es una advertencia perenne para el mundo sobre la monstruosidad femenina.

Según la Iglesia, la Biblia es tan solo una interpretación para que los seres humanos podamos hacernos una idea comprensible de cómo Dios creó al hombre y a la mujer. No obstante, en dicha interpretación la Iglesia ya introdujo elementos convincentes para someter a la mujer y considerarla un ser inferior. Un hecho empírico que pone de manifiesto esta sumisión se refleja en cómo durante mucho tiempo la Iglesia dictaminó que la mujer no poseía alma(…) Otro hecho relevante que pone de manifiesto cómo la Iglesia desdeñaba a la mujer es la confesión. La Iglesia estableció que este acto –definido como “una acusación sacramental que hace el pecador, lamentándose de sus pecados, con el fin de obtener el perdón por el poder de las llaves”– iba dirigido exclusivamente a la mujer (…). Las mujeres eran controladas, consideradas pecadoras. Incluso, la Iglesia llegó a afirmar que la mujer, ser inferior, era proclive a placeres y venganzas y desprendía unos aires demoníacos. En pocas palabras: estaba predispuesta a la brujería. De hecho, la figura de la bruja ha sido en occidente un personaje esencial en la historia y fue, en gran parte, la historia del martirio de las mujeres.(escivista, 2005)

Imaginario Machista:
Podría trasladarse esta concepción monstruosa de la mujer desde el cristianismo hacia el machismo, y decirse que ha permeado hasta desprenderse del carácter religioso, pero sería fácil refutarlo argumentando la presencia del machismo en imaginarios con otras religiones. Indiferentemente, el machismo no deja de ser uno de los componentes más determinantes en nuestro imaginario. Peter Burque plantea la dicotomía del Yo y el Otro:

En el caso de los grupos que se enfrentan a otras culturas, se producen una y otra vez reacciones contrapuestas. Una es negar o ignorar la distancia cultural (…). La segunda respuesta habitual es (…) la proyección inconsciente sobre el otro de los aspectos más indeseables de la propia personalidad.(Burque, 2001:155-156)

Obviamente la referencia se hace a miembros de distintas culturas. Pero si dentro de nuestro imaginario el Yo es el género masculino, reconoce sus diferencias con la mujer Y al no comprenderla la convierte en el Otro, proyectando sobre ella aspectos negativos y excluyéndola casi totalmente de la sociedad. Por ejemplo, Freud explica en su Recuerdo Infantil de Leonardo Da Vinci, la percepción del sexo femenino por parte de un niño:

Las niñas poseyeron también un miembro igual al suyo, pero les ha sido cortado, quedando en lugar una herida (…). Bajo la amenaza de la castración, transforma entonces su concepción de los genitales femeninos. En adelante temblará por su virilidad; pero al mismo tiempo despreciará a aquellas desgraciadas criaturas que, a su juicio, han sufrido ya el cruel castigo. (librodot)

En el mismo sentido José Miguel Cortés comenta la prevención que el hombre siente ante la sexualidad de la mujer:

Históricamente el hombre ha vivido la relación con la sexualidad de la mujer como el posible riesgo de una mutilación (el mito de la vagina dentada). Su inconsciente ha contemplado el sexo femenino como el principio  de un desmembramiento más completo del conjunto del cuerpo. El terrible temor del hombre a su posible castración, el pavor que siente a que su falo pueda ser engullido por la mujer, ha suscitado miedos atávicos y temores no totalmente erradicados. (Cortés, 1997:27)

Imaginario Esteta:
En este componente de nuevo la religión cristiana ha colocado su semilla:

Hay que recordar que el ser humano occidental considera la fealdad como signo de algo desgraciado, como el equivalente visible del mal. La visión cristiana entiende que el hombre (creado a imagen de Dios) es desfigurado y/o transformado por el pecado, convirtiéndose en un ser monstruoso. Así, el occidente cristiano va a simbolizar el mal mediante las formas monstruosas, vinculando cada vicio a un monstruo específico. (Cortés, 1997:27)

La belleza física es un aspecto que nuestra sociedad siempre ha idealizado, De modo que si todo aquello que sea feo y salga del sistema de clasificaciones pasa a ser monstruoso, en una sociedad machista, una mujer fea o deforme será más monstruosa aún que un hombre con las mismas características.

Aquí las palabras claves son desfiguración y deformidad. Lo desfigurado es aquello que ha perdido su figura y lo deforme es aquello que no tiene forma. Inserto esto dentro del imaginario machista en el que la mujer es el Otro, se observa cómo el cuerpo femenino difiere del masculino en sus ¨deformidades¨: El busto como unas masas sobresalientes del pecho, las caderas más anchas y la cintura más angosta de lo ¨normal¨, la falta del pene, etc. Pero aparte de esto, y suponiendo que esas diferencias entre los cuerpos femenino y masculino sean aceptadas, lo más monstruoso es la posibilidad de transformación de la mujer. Un ser capaz de desfigurarse o deformarse para convertirse en un monstruo híbrido: dos personas en un mismo cuerpo:

Encontramos la ambivalencia que se experimenta ante la posibilidad de dar a luz, el miedo a la maternidad, a ese monstruo que se está gestando en el interior del cuerpo de la mujer, al mismo tiempo que lo devora y es alimenta de sus entrañas. Cada vez que contemplamos formas monstruosas, nos definimos como aquel que hubiera podido nacer con apariencia de monstruo y que ha tenido la suerte de no ser reconocido como tal. Sin embargo, hay que estar atentos, porque en cualquier momento, un cambio de entorno puede revelar unas anomalías y desencadenar un proceso de metamorfosis que acabe por convertirnos, a nosotros mismos, en monstruos. El monstruo está instalado en la vida cotidiana. No sólo hubiéramos podido venir al mundo como monstruos, no sólo nos podemos convertir en uno de ellos en cualquier momento, sino que también, cada vez que nace un niño, un monstruo potencial está en camino. La amenaza es constante. Toda tentativa de transmitir la vida constituye un riesgo.(1997:27)

En su esfuerzo por vencer a estos monstruos, el hombre recurre a su herramienta más útil: el conocimiento. Todo aquello desconocido en el cuerpo extraño de la anatomía femenina, dejará de atemorizarnos una vez conocidas todas sus posibilidades y características, hasta incluirlo dentro de nuestro imaginario. Antonio Lafuente y Nuria Valverde escriben sobre algunos grabados antiguos de anatomía:

Aún cuando el grabador o dibujante no supo terminar su obra sin dejar un rastro de compasión o signos de ternura en la mirada. Más que sucio, el cuerpo femenino se nos muestra manoseado y arrugado, presto para tirarlo a la papelera. (…) Mientras el discurso político las adula, el científico las disecciona, mostrando el desguace de sus órganos como objetos independientes del sujeto que les da vida.(2000:30) 

Durante
La importancia del positivismo dentro de este imaginario monstruoso de la femineidad es que tuvo como meta la erradicación de todos estos pensamientos ¨medievales¨ para sustituirlos por un sistema de pensamientos con base en la racionalización y la demostración científica. Puede decirse que el positivismo vio en el imaginario una monstruosidad y quiso transformarla. Luego de esta ¨cirugía¨ el imaginario ha cambiado por uno en el que todavía existen las explicaciones supernaturales y por supuesto teológicas, pero no con tanta fuerza, ahora son más cuestionadas. Las monstruosidades femeninas han desaparecido… ¿disminuido?… o ¿CAMBIADO? Hoy en día, el ser humano considera conocer la mayoría, si no todo, en cuanto a anatomía respecta. El cuerpo femenino no es ya un misterio aterrador para el hombre y muchos de los temores anteriores han sido olvidados. Pero quizás ese miedo ya ¨superado¨ viene a ser desplazado por la amenaza actual del creciente papel femenino dentro de la sociedad. Podría decirse que si antes la mujer hacía con su cuerpo monstruoso cosas que el hombre nunca podría, hoy además hace lo que antes sólo él podía. El miedo actual, infundido por la mujer sobre el hombre, es el de verse superado y desplazado por ese ser que ha sido monstruoso toda la historia.
Si bien el positivismo no logró del todo la erradicación de lo irracional, fue un gran impulso para el desarrollo del conocimiento, la ciencia y la tecnología.

Después   
En la actualidad, existe una avalancha publicitaria, consumista y materialista avasalladora, que utiliza como uno de sus valores principales la belleza y la sensualidad. El imaginario occidental es más esteta y subraya más que nunca la importancia de la belleza tanto para hombres  (ejemplo: el surgimiento de los mal llamados metrosexuales) como principalmente para mujeres. Y una de las obras - causas de esta corriente es la combinación de conocimiento científico y tecnológico avanzados, que hace posible el desarrollo de técnicas de cirugía cosmética como nunca antes se había logrado.

Son estas técnicas las que le dan al ser humano el poder de convertir aquello que Dios creó feo y desfigurado en algo bello, mientras que lo ponen al mismo nivel que Él. Pero profundizando en lo que la cirugía cosmética hace es válido preguntar cuál es la deformidad. De modo más explicito: una cirugía plástica transforma (cambia la forma) partes del cuerpo humano para corregir ¨defectos¨ físicos causados por accidentes, enfermedades o causas congénitas. Para esto se necesita deformar o desfigurar el cuerpo original mediante la instalación de implantes, reacomodo o reubicación de partes propias del cuerpo, o extracción de las mismas.

Entonces la pregunta es ¿no es esto una deformación del cuerpo? ¿no convierte esto a la persona en un monstruo físico, y en los casos de implantes, en un monstruo por hibridación?

No se puede negar que la cirugía cosmética es beneficiosa especialmente para sexo femenino, para el cual la expectativa de belleza y perfección física se incrementa cada vez más, en parte por las mismas facilidades que brindan estos procesos. Incluso es necesaria en casos en los que la razón deja de ser meramente estética y pasa a ser médica, por ejemplo la reducción de senos en mujeres que comienzan a sufrir de problemas en la espalda debido a su peso excesivo; o la cirugía de la nariz en personas que sufren de desvíos y problemas en los conductos nasales. Pero el problema se presenta cuando una persona se somete a tantas cirugías que deja de ser sí misma tanto física como Psicológicamente.

Los mejores síntomas de este problema nos los presentan los programas televisivos del tipo reality show tales como ¨Dr. 90210¨, ¨Extreme Makeover¨ y ¨The Swan¨. Digamos que la presunción humana de ser Dios no termina en el ejercicio de la cirugía, sino que también es necesario pregonar a todo el mundo estos logros de la humanidad (además de la publicidad implícita). Estos programas no sólo muestran las mejoras logradas en el físico de las personas a través de la cirugía, sino que también muestran explícitamente dichas operaciones quirúrgicas. Todo esto se presenta con cierto amarillismo como un festín o un acto de culto al conocimiento científico: donde el médico, que presume de su poder y sabiduría, se convierte en un destripador codicioso, mientras que  el cuerpo femenino se presta voluntariamente al desguace. El síntoma más preocupante se presenta en el que parece ser el programa más extremo de todos: ¨The Swan¨ (El Cisne). Su nombre remite inmediatamente al cuento infantil del patito feo, en el que un  patito pasa de ser el más feo y rechazado de toda la camada a su revelación como un cisne, el ave ¨superior¨ y más bello de todos, lo que en realidad era. Se trata de un grupo de mujeres que son confinadas a un cuarto de hotel durante un período de transformación, en el cual son sometidas a las intervenciones de un grupo de profesionales que se encargan de ¨mejorar¨ todos sus aspectos: Dentistas, dermatólogos, nutricionistas, cirujanos faciales y corporales, liposuccionistas, entrenadores físicos, hasta el cirujano especialista que se encarga de la vitamina que hace crecer la uña del dedo pequeño del pie derecho. Lo más alarmante es la presencia de un psicólogo en el equipo, no por el hecho de que esté ahí, sino por el hecho de que sea necesario. Las transformaciones a las que son sometidas estas mujeres son tales que requieren de toda una preparación psicológica para aceptar cambio de tal magnitud, sobre todo cuando no es un cambio que ellas puedan ir asimilando poco a poco en el tiempo, sino que este enorme cambio les es revelado en un único momento, después de haber pasado por todo el proceso sin la posibilidad de verse a espejo alguno (cabe destacar que les prohíbe cualquier contacto con superficies reflectoras que revelen algún cambio en su físico hasta el momento de revelación final)

Desde el punto de vista psicológico o conductual, este aspecto de la cirugía nos lleva al cuestionamiento que plantea Bernard Shaw en su historia Pygmalion: ¿hasta qué punto es correcto o necesario un cambio tanto en la conducta como en el físico de un individuo?
De esta forma el mundo de la cirugía cosmética que surge de la premisa heroica de eliminar a los monstruos de Dios, se convierte en un mundo de monstruos nuevos: el cirujano redentor que desguaza al paciente; el paciente que resulta siendo, en lo que respecta al monstruo físico, un Frankestein moderno; y todo un séquito de enfermeras, anfitriones de tv, familiares del paciente, publicistas, fanes, empresas, etc. que hacen todo esto posible. La cirugía cosmética es además la nueva forma de control masculino sobre la mujer. Si ya no se puede silenciar, ignorar, excluir, etc. al menos se puede moldear y recrear.

Monstruo antes y monstruo después

¨La mona, aunque se vista de seda, mona se queda¨

La mujer ha sido percibida dentro de nuestro imaginario occidental, cristiano, machista y esteta, como un monstruo. Puede decirse que el positivismo fue un fuerte impulso para erradicar las causas supernaturales o religiosas de dichas percepciones, y que gracias a él muchos de los conocimientos actuales y los avances científicos y tecnológicos de la actualidad son posibles. Pero también es cierto que no todas esas creencias fueron eliminadas y que el monstruo femenino no desapareció, sino que mutó junto con las bases del imaginario en que estaba concebido inicialmente a las bases de un imaginario más racionalista. La percepción del monstruo femenino se transforma para ser ¨más real¨ y más propia a nuestro imaginario actual.

La mujer actual es un monstruo para una sociedad que sigue siendo cristiana, machista (aunque en menor grado) y esteta, al tomar mayor parte dentro de la misma en lo que respecta a la toma en cuenta de sus opiniones, a su participación dentro del campo laboral, etc. De nuevo, si antes la mujer hacía con su cuerpo monstruoso cosas que el hombre nunca podría, ahora también hace lo que antes sólo él podía.

Y en lo que respecta a la cirugía plástica, obviamente hoy en día las mujeres que se someten a ella no son consideradas como monstruos, de hecho no hay forma de reconocerlas y su físico es más bien del agrado de la sociedad. Pero se presenta el cuestionamiento ¿será necesario percibirlas como tales, en el ejercicio de una función meramente preventiva o alertiva, ante una exageración que se convierte en una desviación moral monstruosa?

Finalmente, la mujer es monstruo antes y después, tanto del positivismo como de la cirugía plástica. Nuestro imaginario no nos deja alternativa.

Trabajo presentado en el curso “El Imaginario Monstruoso”
(*)Departamento de Lengua y Literatura

Bibliografía

Baczko, Bronislaw. Los imaginarios sociales. Buenos Aires, ediciones Nueva Visión, 1991.

Burque, Peter. ¨Estereotipos de los otros: Las razas monstruosas¨. En Visto y no visto. Barcelona, Crítica 2001

Cortés, José Miguel. Orden y caos. Un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes. Barcelona, Anangrama,1997.

Freud, Sigmund. ¨Lo Siniestro¨. En Obras completas (Vol. 3). Madrid, Biblioteca Nueva, 1996.

Freud, Sigmund. ¨Un recuerdo Infantil de Leonardo Da Vinci¨ De www.librodot.com

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Universalia nº 25 Abril-Julio 2006