Myriam Andrea Rada (*)
SOBRE EL ARTE
Para estudiar el Arte es necesario primero entender qué es Arte. Siempre he considerado que Arte es la necesidad de expresar aquello que nos hace humanos, como los sentimientos, nuestra relación reflexiva con el entorno, el poder, en muchos casos. Igualmente es la evidencia más fuerte de capacidad intelectual, nos coloca en una categoría diferente al resto de los animales, además “enriquece” el alma.
Por lo tanto pienso que el Arte se ha encontrado presente en todas las culturas sin importar el grado de complejidad o desarrollo, el problema es que no siempre se ha manifestado de manera intencional. Como dijo Prown (1991:145) “El Hombre es un animal constructor de metáforas” y más adelante “La clave reside en la capacidad del arte como expresión metafórica tanto inconsciente como consciente”.
Otra visión interesente es la del Arte como una forma segura e inofensiva, y por lo tanto más profunda de experimentar la vida, como lo plantea Redfield (1971:45): “El Arte es una manera de acceder a la gente y a sus pasiones, que difiere de la experiencia común en simples cualidades fortuitas, siendo quizás menos utilitaria, más intensa y libre de consecuencias dolorosas[...] El Arte estimula nuestras experiencias un poco más lejos”.
Vayamos ahora a una definición más precisa del Arte, pero como un concepto generado dentro del Pensamiento Occidental: el Arte consiste en la Forma (Estética) y el Contenido (Comunicación), teniendo ambos aspectos igual validez, es decir el Arte se puede orientar completamente hacia la Forma o completamente hacia el Contenido. Una excelente metáfora que ilustra esta definición es aquella de Ortega y Gasset que nos transmite Redfield (1971:46): “Arte es como una ventana con un jardín detrás. Uno se puede enfocar tanto en el jardín como en la ventana”. Aquí la ventana se refiere a la Forma y el jardín que está detrás corresponde al Contenido.
Platón, cuya filosofía constituye una de las bases del Pensamiento Occidental, suele referirse a la apreciación de objetos y cuerpos bellos (Estética) como el camino del alma hacia la Verdad o Belleza Absoluta (Sabiduría). Para él la Belleza es la perfección, es el estado más elevado al que puede acceder el espíritu, en donde habitan los Dioses.
En el diálogo socrático “Fedro, o sobre la Belleza” este concepto se encuentra expuesto de una manera bastante interesante: “El alma que no conserva un recuerdo consciente de los divinos misterios, o que se ha dejado corromper, encuentra trabajoso elevarse desde las cosas de este mundo hasta la perfecta Belleza por la contemplación de los objetos terrestres que llevan su nombre [...] Pero el hombre que ha sido perfectamente iniciado, que contempló en otro tiempo las esencias [...] tan pronto como ha recibido a través de sus ojos la emanación de la Belleza, siente aquel calor que da fuerzas a las alas del alma” (Platón 1977:209-210).
Es de hacer notar que aquí Platón, aunque se expresa dentro de un lineamiento puramente estético, hace un planteamiento relevante desde el punto de vista del Arte como Estética y Contenido, al decir que para alcanzar la Sabiduría no basta solo con observar los objetos hermosos, sino que además el observador debe estar completamente iniciado para que la Belleza cumpla su función. Esto se puede relacionar con el Contenido, ya que Platón se refiere a algo que no está en la Belleza del objeto en sí, sino en lo que debe transmitir esa Belleza a quien la contempla.
Además Platón al hablar del iniciado muy probablemente se refiere a una persona educada dentro del conjunto de valores y principios morales que regían la vida en la Antigua Grecia. Es decir, un integrante de su sociedad que tenía una apreciación emic (interna) estaba en la capacidad de apreciar el jardín en la Belleza.
Ahora, al intentar plantear una definición de Arte aplicable a otras culturas hay que tener en cuenta que éste funciona de manera diferente y se rige por estándares distintos al Arte Occidental, como expresa Dark en una forma muy sencilla al hablar del arte para los antropólogos: “El fenómeno del arte está presente en todas las culturas, de una forma o de otra. Lo que ocurre es que pueblos diferentes se expresan de manera diferente” (Dark 1978:32).
SOBRE EL ARTE DE OTRAS CULTURAS
Entre la ventana y el jardín
La Antropología del Arte es una rama reciente de la Antropología que estudia cómo se manifiesta el fenómeno artístico en las distintas sociedades: “Que este tema sea considerado ahora dentro del área de la Antropología se debe al trabajo de unos pocos antropólogos que han estudiado el arte de otras culturas en el contexto de esas culturas y han llamado la atención sobre el hecho de que el arte es una parte importante de la cultura, tanto como lo son campos usuales de estudio, tales como las relaciones familiares y el matrimonio, las instituciones económicas y religiosas y las interacciones ecológicas“ (Dark 1978:34).
Dentro de esta corriente Payne Hatcher presenta una definición del Arte bastante completa. Ella explica que el Arte tiene tres componentes: la estética, la destreza (en el texto original craftmanship) y el significado. Según la autora, la estética es el aspecto definitivo en la Cultura Occidental, aquel que se puede reconocer sin importar el salto cultural, mientras que los otros dos elementos están relacionados al contexto cultural. Payne Hatcher dice: “El primer componente del arte, entonces, es el puramente estético. Cuando pensamos en el Arte como la producción de un ser humano, no es difícil diferenciar la sensibilidad estética del artista de su destreza, o de los distintos significados que probablemente él busca transmitir” (Payne Hatcher 1985:9).
En las civilizaciones más complejas el concepto de Arte, en su forma más pura, se ha condensado completamente en el componente estético. Tal es el caso de nuestra civilización: “La pintura no-objetiva o la escultura del modernismo extremo es toda ventana. No hay jardín.[...] No hay nada que se deba esperar sino la ventana” (Redfield 1971:47). Con respecto a esto Payne Hatcher (1985:9) expone: “Este es el concepto de arte como la existencia meramente para la contemplación estética, el arte por el arte en sí, arte puro, y la necesidad de la inutilidad de un objeto para ser llamado arte”. Prown (1991:154) también plantea el mismo hecho: “El arte como una categoría se distingue por la virtud de tener una calidad estética, impuesta o auto-consciente, como su característica primordial”.
En el caso del Arte en las culturas primitivas el elemento que adquiere mayor fuerza es el significado, solo que éste muchas veces es difícil de entender, tal como lo expone Redfield (1971:47): “En contraste [con el Arte Occidental] las obras del Arte Primitivo tienen un jardín detrás de ellas, un jardín maravilloso, complejamente diseñado [...] con una representación del mundo natural dentro de un sistema de ideas y sentimientos que son desconocidos para nosotros”.
Además, en el Arte Primitivo, por lo general, lo más importante no es la obra de arte en sí (o aquello que es considerado como tal dentro del Pensamiento Occidental) sino su significado contextual o contexto simbólico, lo cual se refiere a la función que tiene el objeto dentro del ambiente social o psicológico: “El arte es importante para crear la atmósfera en las ocasiones especiales como los rituales y las festividades, no solo por su simbolismo, sino también por exaltar la emoción y así el significado del evento” (Payne Hatcher 1985:12). Prown con respecto a este punto expone una reflexión interesante: “Las obras de arte son ficciones [...] pintadas o talladas para comunicar algo. Ellas son por lo general expresiones conscientes de fe” (Prown 1991:154).
En cuanto al otro componente del Arte la destreza (craftmanship) consiste en las técnicas artísticas determinadas por el desarrollo tecnológico en las sociedades preindustriales: “La destreza está compuesta por (1) conocimiento, (2) destreza física y (3) esfuerzo, en el sentido de la energía empleada. En otras palabras la técnica del artista” (Payne Hatcher 1985:10).
Así que como conclusión de la búsqueda de una definición de Arte aplicable a otras culturas, se podría usar la metáfora de Ortega y Gasset en una versión extendida, donde no solamente importa la ventana y el jardín detrás sino también como se hizo la ventana.
Según dicha definición, el Arte Occidental se enfoca sobre todo en la ventana más que en el jardín y de hecho muchas veces ni siquiera hay un jardín detrás de la ventana, mientras que en el Arte Primitivo lo esencial es el jardín hasta el punto de que la ventana es difícil de reconocer. Además como se trata de culturas tan diferentes a la nuestra también es importante, para su estudio y mejor comprensión, conocer como se hizo esta ventana. Como lo expone Hess: “El trabajo del artista solo puede ser entendido siguiendo o repitiendo la creación de su imaginación, la cual, como la nuestra, está enraizada en su vida social” (en Greenhalgh y Megaw:1978:xiv).
SOBRE EL ESTUDIO DEL ARTE
Es mucho más sencillo dirigir el estudio del Arte hacia la Estética, ya que comprende la naturaleza sensitiva del Arte, y dentro de ésta el aspecto visual es de gran importancia porque es aquello que se capta más rápidamente. Es aquí donde se produce de forma inconsciente, el encuentro con lo que Leach (1973:230) llama un “conjunto codificado de ambigüedades”, presente en las obras de arte, cuando ellas tocan nuestra percepción sensorial. Claro que la apreciación estética en sí no constituye una experiencia artística plena, ya que es algo a nivel superficial, sin embargo considero que es el mejor punto para iniciar un razonamiento sobre el Arte a nivel transcultural.
Es importante destacar que cuando se analizan obras de arte de otras culturas, este estudio se puede hacer bajo los lineamientos del Pensamiento Artístico Occidental o según los parámetros artísticos de la cultura en cuestión, en cuyo caso primero hay que determinar cuáles son y cómo funcionan.
Primero vamos a revisar el caso del Arte de otra cultura visto según la Estética Occidental. Aquí ocurre un fenómeno interesante, ya que se extrae un objeto de su contexto original y se coloca en uno completamente diferente, por lo que dicho objeto adquiere un nuevo significado estético, experimenta una especie de metamorfosis, simplemente por ser “exótico”. Maquet, refiriéndose a los objetos producidos por otras culturas, dice: “Ellos son arte para nosotros. Si los examinamos notamos que prácticamente todos ellos fueron producidos y usados en sus sociedades de origen como armas, utensilios de cocina, insignias de rango, instrumentos mágicos [...] Ellos no fueron creados como objetos de arte” (Maquet 1986:65).
Como se dijo anteriormente, es una característica muy particular del Arte Occidental el crear objetos cuya única finalidad es ser apreciados estéticamente. Esto no ocurre en el caso del Arte Primitivo: “En la realidad construida por los hombres y mujeres del mundo no letrado, el arte no era una categoría lingüística, ni tampoco una práctica social” (Maquet 1986:66) y más adelante él continúa: “Cualquiera que fuesen los enfoques del arte en nuestro mundo, los objetos de arte eran periféricos al locus estético en la mayoría de las sociedades. Es solo en Occidente [...] que los esfuerzos estéticos creativos y apreciativos han convergido en arte” (Maquet 1986:70).
Es importante destacar que el locus estético es un concepto utilizado por Maquet para explicar como se comportan las intenciones estéticas en una cultura determinada, por ejemplo en la Europa Medieval el locus estético era la religión. Según este autor al trasladar un objeto de su cultura de origen a otra se manifiestan los fenómenos de cambios culturales: “Usualmente hay un cambio de locus estético, y una metamorfosis de un objeto, de instrumento a arte” (Maquet 1986:70). Como ocurrió con muchos objetos de las culturas primitivas al ser introducidos en la Civilización Occidental que fueron transformados en obras de arte, especialmente al principio del siglo XX cuando se redefinieron los parámetros estéticos del Arte Occidental con el Arte Moderno.
De hecho el caso del Arte Moderno Occidental es un ejemplo bastante ilustrativo del análisis estético en cuestión. Al final de la I Guerra Mundial era evidente que el Arte estaba en la búsqueda de un nuevo lenguaje, una nueva forma de expresión que rompiera con todo lo anterior, ya los cambios logrados por el Impresionismo y más tarde por el Expresionismo parecían obsoletos. Los nuevos artistas estaban abiertos a cambios radicales, algunos buscaban dentro de la mente, como los surrealistas, otros orientaron su interés hacia el Arte Primitivo, como los cubistas, siendo Picasso uno de los más importantes.
El Arte Moderno halló una máxima de expresión en la Estética Primitiva, como escribió el historiador de arte Werner Haffman (en Maquet 1986:74): “Ellos [los artistas primitivos] invocaron el derecho a deformar la naturaleza en nombre de la expresión”. Picasso principalmente, entre otros, observó la solución estética que estaba buscando, en los objetos de las Culturas Primitivas: “La tradición Africana fue la única que realmente había resuelto el problema de la representación en tres dimensiones” (Einstein en Maquet 1986:74). Con respecto a esto Danto (1989:19) expresa: “El descubrimiento de Picasso fue posible solo porque la pintura y la escultura de su propia tradición había experimentado cambios de tal índole que hicieron visible el valor de la Escultura Africana, al menos para aquellos que participaron efectuando esos cambios. [...] Al liberarse de sus propias tradiciones representacionales, Picasso liberó el Arte Africano de esas mismas tradiciones”.
Es importante señalar que cuando se crearon aquellos objetos que inspiraron a Picasso para innovar el Arte Occidental, no se hicieron con esa intención estética, pero determinar si ellos en sí poseían una finalidad estética dentro de su cultura original es una tarea difícil. Para ello habría que estudiar dichos objetos según los parámetros artísticos de las sociedades que los produjeron.
Al estudiar los lineamientos artísticos de otras culturas el indicativo más evidente y más fácilmente reconocible de que una sociedad posee una consciencia estética se encuentra en el lenguaje, en el uso de palabras para denotar la belleza de un objeto o de la naturaleza, tal como plantea Maquet (1986:60): “La presencia, en un lenguaje, de palabras habituales que se refieren a la calidad visual y a reflexiones intelectuales sobre la experiencia estética, indican que la potencialidad estética ha sido de hecho desarrollada en muchas sociedades, letradas e iletradas, simples y complejas, antiguas y modernas”. En este caso el lenguaje se convierte en una herramienta que permite al antropólogo estudiar como funciona la Estética en una cultura determinada al hacer evidente hasta que punto y de qué manera este concepto se encuentra definido en términos intelectuales.
Sin embargo la ausencia de vocabulario referente a la Estética en una cultura no significa que ésta no tenga una producción artística, sino que ocurre a un nivel menos consciente intelectualmente, es decir el Arte no se realiza por el Arte en sí, sino en función de algún concepto mejor desarrollado y más importante para dicha cultura como puede ser la Religión o la Tradición. Algo similar expone Payne Hatcher (1985:8): “Que muchos lenguajes no tengan una palabra que pueda ser traducida como Arte y puedan o no tener un concepto relacionado, solo significa que el sistema conceptual de esa sociedad no incluye la palabra, y puede o no incluir el concepto. Esto no invalida el uso del término para referirse a los productos culturales de dicha sociedad con propósitos comparativos. Muchos pueblos no tienen palabras para economía o religión pero eso no invalida estas categorías”.
El siguiente indicio completamente estético, y hasta ahora el único cuando se trata de culturas ya desaparecidas sin registros escritos, sería el de la no-instrumentalidad, es decir cuando el objeto presenta características que van más allá de las necesarias para cumplir su función, simplemente para hacer dicho objeto más llamativo estéticamente.
Como lo expone Maquet (1986:60) en el mismo artículo: “Estos artefactos tienen características formales de morfología, color y textura requeridos para su uso apropiado en sus contextos habituales. Estos aspectos constituyen la forma instrumental del objeto. [...] La forma puede tener adicionalmente una cualidad visual que estimule una percepción estética en nosotros. [...] Estas formas no-instrumentales indican un interés estético dentro de esa sociedad”. Más adelante el continúa: “Esta interpretación de artefactos de culturas silentes -aquellas que carecen de textos escritos o individuos vivos- es confirmada por las expresiones de culturas verbales, que se manifiestan oral o textualmente: Es el interés por la calidad visual lo que incentiva al creador de los objetos a ir más allá de las formas requeridas por la instrumentalidad del objeto” (Maquet 1986:62).
Este criterio de la no-instrumentalidad no es por sí mismo fácilmente determinable, especialmente cuando se trata de objetos que tienen una función política o ritual, lo cual es muy común en las sociedades primitivas. Estos artefactos presentan características que pueden ser descritas como estéticas e incluso ellos mismos pueden ser interpretados como obras de arte, siguiendo los lineamientos estéticos occidentales, cuando en realidad dichas características son parte de la función utilitaria que cumple el objeto en su contexto original. Sin embargo estos objetos también son útiles en el estudio del Arte en culturas diferentes a la nuestra, como lo expresa Prown (1991:152): ”Los objetos son evidencias, y la cultura material nos permite interpretar la sociedad que los produjo de manera afectiva y subjetiva, lo que es inalcanzable a través de los registros escritos únicamente. [...] La diferencia esencial es que las obras de arte son expresiones de creencias intencionales y conscientes [...] lo que es bastante diferente a las expresiones inconscientes depositadas en otros artefactos”.
En todo caso, se hace necesario hallar una manera de diferenciar aquellos objetos con características netamente estéticas (obras de arte) de aquellos que son funcionales (artefactos), especialmente en los contextos anteriormente mencionados. Con respecto a esto Greenhalgh y Megaw (1978:xv) dicen: “Reconociendo que no hay una división válida en las llamadas sociedades exóticas entre los objetos artesanales y las obras de arte, nuestra labor como arqueólogos debe ser definir, tanto como sea posible, los términos en que ambos son valorados tanto por los individuos como por los grupos sociales de aquellas culturas que se estén tratando de estudiar”.
Para resolver este problema Maquet (1986:62) propone: “El criterio de la no-instrumentalidad requiere una interpretación basada en un conocimiento general de culturas similares de la misma área, de objetos de la misma clase que hayan sido mejor estudiados, así como también su contexto [...] En las situaciones etnográficas o arqueológicas usuales, las comparaciones son posibles, y la no-instrumentalidad de las formas puede ser acertada”.
Sin embargo, como expuse al inicio de esta sección, el estudio completamente estético del Arte es superficial, no es suficiente si en verdad se quiere llegar a entender el fenómeno artístico en otras sociedades, dado que aquello que realmente hace de un artefacto una obra de arte, es el significado que éste posee en su contexto original, el Contenido con el que fue creado. Esto se hace más evidente en el Arte Primitivo, ya que, como dije en la sección anterior de este ensayo, este se enfoca principalmente en el jardín.
Con respecto a esto Redfield dice que la apreciación es una experiencia estética, pero no es el entendimiento como tal de la obra de arte, sin embargo la apreciación puede ser seguida por el entendimiento (Redfield 1971:56). Danto expone esta idea de una forma bastante completa: “Las obras de arte tienen un rol superior al conectarnos con realidades más elevadas; ellas están definidas a través de su posesión de significado. Ellas deben ser explicadas a través de lo que expresan. [...] Las obras de arte son un compuesto de pensamientos y materia [...] tienen un poder que los artefactos no podrían tener debido al contenido espiritual que ellas encarnan. Un artefacto está moldeado por su función, pero el molde de una obra de arte está dado por su contenido” (Danto 1989:31).
Con relación a esto Hegel expone que las obras de arte pertenecen a la esfera del Espíritu Absoluto, la dimensión donde habitan el arte, la religión y la filosofía, mientras que los demás artefactos, aunque sean hermosos, son parte de lo que él llama la Prosa del Mundo (Hegel en Danto 1989:23). Este Espíritu Absoluto es aquello que Talcott Parsons (en Tanner 1992:174) definió como Simbolismo Expresivo: “Un símbolo expresivo es cualquier acto u objeto que representa un sentimiento. [... Un símbolo] mediante el cual se incluye el componente afectivo en la interacción” y más adelante, con respecto a las obras de arte: “El surgimiento de la obra de arte y del artista es una función del nivel de diferenciación que se ha llevado a cabo en un sistema social, con respecto a la simbolización expresiva”.
Como hemos visto el Contenido es aquello que define una obra de Arte, así que es necesario determinar una manera de estudiar dicho Contenido o Significado en las obras de arte de otras sociedades, por lo que expongo a continuación el método planteado por Payne Hatcher (1985:10-12) conformado por cinco categorías:
- La primera categoría consiste en el significado que yace en la representación, en su grado de realismo. Panofsky (1993:53) lo define como el nivel pre-iconográfico, en el cual se identifica la Forma pura.
- La segunda categoría (Simbólico I) es equivalente al nivel Iconográfico según la clasificación de Panofsky (1993:54). Se trata de lo que el arte representa más allá de la manifestación visual. Aquí ocurre la asociación simbólica entre la imagen y el concepto o tema.
- La tercera categoría (Simbólico II) es también conocida como nivel Iconológico en la clasificación de Panofsky. En este nivel se descubre el Contenido de la obra de arte mediante el entendimiento de los “valores simbólicos” (Panofsky 1993:55), por lo que ésta se puede interpretar en términos de la cultura que la produjo.
- La cuarta categoría es la metáfora, donde cualidades formales de la obra (el estilo) son relacionadas con experiencias humanas.
- La última categoría de significado es el sentido de misterio o significación creado por la ambigüedad, ésta probablemente se encuentre en las diferencias entre los mensajes transmitidos por los distintos niveles.
Un buen ejemplo que aclara este método es el análisis que hace Payne Hatcher, en dicho artículo, de las estatuillaselaboradas por la Cultura Fang (África Central). Estas estatuillas africanas se encuentran, precisamente, dentro de las obras de Arte Primitivo que inspiraron a Picasso y, en general, el Movimiento Cubista.
Según Payne Hatcher (1985:11-12) en la primera categoría se tiene que las estatuillas son imágenes de un hombre y una mujer. Luego en la segunda categoría se sabe que la escultura Fang es un icono de un ancestro del clan. En la siguiente categoría esta estatuilla se convierte en un símbolo del clan en sí, de la vida del clan, de la Fuerza de la Vida para los sabios Fang. En la cuarta categoría se demuestra que la simetría bilateral es la metáfora de la oposición balanceada necesaria para alcanzar la vitalidad (Fernández en Payne Hatcher 1985:12). Finalmente en la última categoría se hace evidente que la estatuilla Fang combina características de un hombre anciano con proporciones apropiadas de un infante, lo cual refuerza el concepto que dicha cultura tiene sobre la vida.
CONCLUSIONES
Finalmente, luego de buscar un concepto que englobe el Arte en sus diferentes manifestaciones y de revisar posibles criterios para el estudio del fenómeno artístico que se produce en cualquier sociedad, los cuales van desde el nivel más externo hasta encontrar una manera de adentrarse en los significados más profundos de una obra de arte, todo esto usando planteamientos expuestos por varios autores que van desde antropólogos hasta historiadores de arte, pasando por filósofos, se ha llegado a varias conclusiones.
La primera es que el Arte es un fenómeno presente en todas las culturas, sin importar lo distantes o diferentes que sean, es una necesidad del ser humano expresar de forma material la subjetividad de los pensamientos, sentimientos, la manera de ver el mundo y entender la vida.
Por esto el significado o contenido se convierte en la definición del Arte con mayor validez a nivel transcultural. Si se conoce el significado, el objeto seguirá manteniendo su vigencia como obra de arte en cualquier sociedad y además cumplirá su función de transmitir el “contenido espiritual” o simbolismo expresivo. Mientras que la estética o forma solo nos indica si un artefacto puede ser considerado hermoso dentro de los parámetros de la cultura a la cual ha sido trasladado, y en tal caso, solamente se podrá apreciar su belleza.
Sin embargo, conocer el Arte de otras culturas es siempre una vivencia enriquecedora, aún cuando no se pueda entender su significado y la experiencia ocurra únicamente a nivel estético. Un buen ejemplo de ello fue el encuentro del Arte Occidental con las esculturas Africanas, trayendo como resultado la reformulación de la Estética occidental en el Arte Moderno.
Por último puedo decir que las obras de Arte, ya sean consideradas como reflejo del simbolismo expresivo de sus creadores o como el testimonio vivo de una cultura (aún cuando ésta ya haya desaparecido), en su “alma” preservan las creencias más profundas de dicha cultura, ellas son las claves para acceder a una mundo extraño, desconocido. Esa es la verdadera razón por la que el estudio del Arte se hace tan importante, al final todo se condensa en tratar de comprender lo que es ser humanos.
Curso DAP-426 ¿Arte o Artefacto?
Aproximaciones a la Antropología de Arte
(*) Estudiante de la USB.
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Universalia nº 25 Abril-Julio 2006