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La naturaleza del ser

Un breve discurso basado en la fábula del zorro y el erizo

Daniel Belandria *

Buenos tardes:

Sean todos bienvenidos a este especial evento que cada año organiza el Decanato de Estudios Generales para premiar a aquellos jóvenes quienes llevan a cabo la difícil labor de la creación literaria.
Profesores, estudiantes, padres y amigos hemos venido acá para escuchar con atención el trabajo que, en silencio, ensayistas, cuentistas y poetas de nuestra Universidad,  han realizado a lo largo de este último año.
Muy distintamente de lo que se piensa, no existe en nosotros de ninguna manera, tal vena literaria, ni mucho menos vaya a pensarse tampoco, que exista tal vena estrictamente ingenieril. Todo lo contrario, aquello que define a cada momento lo que somos, lo que hacemos, es un espíritu creativo y curioso que vaga entre dos naturalezas muy bien definidas, la forma numérica y la forma alfanumérica. Esta parece ser la mejor aproximación a nuestra verdadera naturaleza, seres errantes entre el homo sapiens y el homo dements.
El filósofo inglés, Isaías Berlín, de origen judío, decía en referencia a la fábula del zorro y el erizo: "El zorro conoce muchas cosas, pero el erizo sólo conoce una cosa bien grande". El situó al erizo en aquellas visiones que partiendo de un solo principio fundamental derivaban todas las cosas. Por otra parte, atribuyó al zorro un pensamiento intuitivo, disperso en muchas realidades, e indagando en múltiples experiencias que no necesariamente están relacionadas entre sí y que en ocasiones llegan incluso a ser contradictorias.
Zorros son los pensadores, los inventores, los que se sumergen con curiosidad en las experiencias. El erizo es más profundo, tiene en su haber más principios. Así vamos siendo en medio de este campus, andariegos curiosos entre dos condiciones paradójicamente distintas, entre lo exacto y lo impreciso, entre lo complejo y lo perplejo. Enseñarnos ese camino dual viene a ser la labor de los estudios generales, mantenernos en él nuestra propia labor creativa.
Un destacado académico chileno, Claudio Véliz, lleva por su parte esta metáfora a la arquitectura. Aunque es difícil separar en el tiempo y en el territorio lo que fueron el gótico y el barroco, Véliz mantiene que los zorros crearon el gótico, que fue desordenado y poco preocupado por la armonía, y que además iba agregando en el tiempo nuevas construcciones que no salían bien con lo existente, pero que funcionaban. Poco tiempo después, los erizos crearon el gran barroco, con una obsesión por la unidad de la forma, de allí surgen las espléndidas iglesias de gran cúpula central rodeada de bóvedas más pequeñas, siguiendo estrictamente formas geométricas.
El castellano, con su aguda precisión, va reordenándose según formas más trascendentes para dar paso a la creación literaria. Esta, mucho más humana y cálida, es un espacio a medio camino entre las naturalezas del zorro y el erizo, entre una lógica racional y la imagen poética.
Es acá donde habitamos, ensayistas, cuentistas y poetas, escritores todos. Y es nuestra Academia con los estudios generales la que promueve esta búsqueda del auto-conocimiento del ser. En días como hoy, quienes participamos con nuestra humilde pero vibrante voz, comprobamos que solo así somos verdaderamente, hombres y mujeres.
Quiero terminar declamándoles un pequeño poema como justo reconocimiento a la labor de estos escritores, genuinos pensadores de oficio, queriendo con mis palabras alentarlos a no decaer ante el tedio del cotidiano y a mantener viva la imagen poética…

[aún sigue inmóvil
fiel a su contemplativa naturaleza de erizo
mirando el horizonte
en la playa]

* Estudiante de Arquitectura, ganador del primer lugar del concurso “Iraset Páez Urdaneta” del año 2004