Lorena Zuliani(*)
Esperándote
Espacio carnal, boca intrincada,
secuela de goces profanos a media noche
¿Adónde me llevas con tanto arrojo?
¿Serán mis latidos tu única esperanza?
De tu cavidad nocturna nació mi canto
inspirado por tus movimientos vespertinos.
Sin embargo, tu sustancia bruta
es la que baña mi cuerpo dormido,
indómito ante tus ojos aguamarina.
La lujuria no cabe en esta casa
porque amor, los cuerpos estorban.
Las paredes transpiran tu llegada
y mis fieras te marcan el camino.
Ven a mí, no te detengas
son muchas noches oyendo tu eco.
Guardián de mis sueños
guíame hasta tu refugio,
hasta donde sólo te pertenezco
y no soy yo, sino tú el reflejo
que está impreso en la cabecera.
La manzana de cristal se ha formado
y no hay excusas para no seguir siendo
Pero tú me miras, paciente y dueño
esperando a que vuelva a tu lecho.
Bosque
Si anunciarte es detener
el fino hilo del destino
cólmame con tu presencia desnuda
y llena los recuerdos vacíos
que recitan mis musas.
Renueva las vasijas
de mi vientre tardío
pero no faltes; no.
Tu llegada ha traído un pensamiento.
No permitas que mi pasión desfallezca
en la cuna perpetua de mi ingenuidad.
Regálame tus manos renuentes
salpicadas por trozos
de tu carne azul y naranja:
Tu valquiria ansía ese territorio eterno.
Transpórtame hasta el espacio mágico
de tu fantasía diurna
y explora los rincones de mi alma salobre
que duerme en las olas inertes
de tu orilla mística.
No me niegues habitar en los valles
de tu cuerpo redondo y caliente.
En la niebla murmurada
respira para que yo viva;
introdúcete en mi infinitud.
Sosiégame con tu alma acicalada
por el velo frío de la noche.
Solicita mi cuerpo perfumado
de azares de tu bosque etéreo,
para nadar lejos del aura mundana
y perderme en tu verde horizonte.
(*)Estudiante de la licenciatura en Biología
Universalia nº 26