Películas de antier
Por Br. Luis Eduardo Nureña Granados(*)
El corazón late tan fuerte que parece querer abandonar el pecho, se hace un nudo en la garganta. Todo enmarcado en la sensación de estar cayendo en un precipicio sin final, el vértigo toma el poder y… en ese momento despierta, quizás con un sentimiento de agotamiento físico como sí realmente hubiese estado cayendo por un precipicio. Probablemente lo descrito anteriormente sea un experiencia más que familiar.
Eventos como el anterior ocurren en la vida cotidiana. Un hecho aparentemente real puede estar inmerso en una realidad aún mayor. El problema surge cuando una de estas paradojas invade escenarios dond,e utilizando un mimetismo casi imperceptible, logra camuflarse haciendo muy difícil su detección y, por tanto, su asimilación.
En el género cinematográfico el recurso paradójico es usado habitualmente. Una manera es sin duda, el uso de la autorreferencia como posibilidad apelativa. Se produce una especie de juego de espejos donde un episodio se enmarca dentro de otro sin un centro estable de organización. Muestra de ello es The Devil`s Arithmetic (La aritmética del diablo) dirigida por Donna Deitch (1999), donde Kirsten Dunst interpreta a una adolescente llamada Hannah Stern, que lleva una vida típica de las jóvenes de su edad, un poco despreocupada y superficial. Al igual que todos los años, debe acudir con sus padres a la casa de sus familiares para celebrar la pascua judía. Al parecer ella no tomaba muy en serio esa celebración.
Justo en el momento de entrar a la casa de sus tíos ve a un joven judío que sólo resultará relevante un poco más adelante (¿o atrás?) en la historia. Adicionalmente, nos enteramos de que su tía Eva (Loise Fletcher) fue quien le otorgó el nombre de Hannah, en homenaje a una persona bastante especial que conoció en el pasado. Sus tíos estuvieron en un campo de concentración. Después de la cena de conmemoración del éxodo de Egipto, Hannah abre una puerta que la transporta en el tiempo hasta 1941 en la Polonia ocupada por los nazis. Allí sus padres acaban de morir. El desconcierto se apodera de ella, ya que no puede comprende lo que ocurre y cree que está viviendo una pesadilla; sin embargo, todo le resulta muy real. Ahora tiene que vivir en casa de su prima (Brittany Murphy), sin saber que pronto será trasladada a un campo de concentración nazi donde vivirá en carne propia esa historia que antes le parecía tan aburrida. Allí conoce a un joven cuyo parecido con el muchacho que vio antes de entrar a casa de su tía es innegable. Su nombre es Ario.
El desasosiego se apodera de la vida de Hannah. Es como despertar en Pompeya el 24 de agosto del año 79 d.C. No hay escapatoria posible. A esta joven no le queda otro remedio que aceptar esa “realidad” en la que está inmersa, y cuyo desenlace es más que conocido. El viaje en el tiempo, aunque asimilado, no deja de causar horror, ya que su estadía en el campo de concentración es lo más cercano a un infierno literal. Intentos de escapatoria por parte de algunos de los prisioneros agrandan el sufrimiento. Pero llega lo peor: el ejército nazi, llevado por una especie de aritmética diabólica, debe ejecutar a cuantos judíos pueda, pues mientras más rápido será mejor. En ese punto la vida de la prima de Hannah está en riesgo y, la única manera de salvarla es tomando su lugar.
Es este hecho el que hace la situación aún más confusa, ya que antes de ser llevada por los soldados a la cámara de gas, su prima le dice que sí sobrevive se llamará Eva. En el momento de su muerte, Hannah despierta rodeada de su familia moderna. Su tía está allí también y Hannah no puede más que abrazarla y recordarle las penurias que pasaron durante su funesta estadía en el campo de exterminio. En ese instante Hannah Stern entiende por qué lleva ese nombre, pues al parecer fue ella misma quien estuvo con su prima (ahora tía) en un campo de concentración en 1941.
“La aritmética del diablo” es muestra inequívoca del uso de estrategias literarias por parte del cine. La autorreferencia en este film quizás no sea fácil de identificar debido a lo complejo del libreto. Sin embargo, según Luis Navarrete se considera que hay una autoreferencia cuando un texto se refiere a sí mismo. Y en “La aritmética del diablo” se observa una historia que está íntimamente ligada a la otra en una relación más que compleja, pues el final de la historia es el principio mismo de ella. Es como una serpiente que se muerde la cola; una historia cíclica donde a su vez no habría habido un comienzo sin la existencia de el final. ¿Parece una paradoja? Pues lo es. El diccionario de la RAE dice de la paradoja: “Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción”. Y sin duda que esta historia cumple con ese requisito, pues la idea de “¿quién fue primero: el huevo o la gallina?”, hace inmediatamente su aparición, ya que nunca sabremos cuál Hannah estuvo primero: ¿la que vivió en Polonia en pleno holocausto nazi o la que vive en Estados Unidos en la actualidad?
Ni que decir del joven que aparece en ambas etapas de la película cuyo (Ario), que, al igual que Hannah, se nos presenta joven, a finales del siglo XX y con exactamente la misma apariencia que tenía en el pasado. La posibilidad de que la historia de Hannah esté emparentada con la de Ario en un futuro hipotético de la película cobra mucha fuerza pues se percibe un gesto de cierta familiaridad en sus rostros al momento de conocerse en el pasado y de verse en el futuro.
La relación entre las dos historias -como ya se dijo- es sumamente compleja. Muchas serían las líneas escritas de seguir indagando en el tema. Pero no serviría de nada, ya que solo se marchará por un camino que volverá al mismo punto de partida. Navarrete afirma que: “Cuando hablamos de cine autorreferencial no podemos olvidar tampoco la figura del destinatario. Sin un espectador conocedor de sus recursos, éste carece de sentido convirtiéndose en una pirueta. El espectador es el más intransigente manipulador discursivo existente”. Y al parecer está en lo correcto, pues descifrar este enredo depende en gran medida del espectador.
En efecto, he aquí una muestra de autorreferencia: una historia que remite a sí misma y, lo que es más, no tiene ni principio ni final. Las oraciones autorreferentes conducen a paradojas. Y debido a que Hannah se durmió para viajar al pasado, ¿quién puede afirmar que dicha historia no está elle misma dentro de un sueño? La “realidad”, incluso dentro del cine, puede ser bastante relativa.
Bibliografía
“Una aproximación al metacine” por Luis Navarrete
Sitio Web: http://www.zemos98.org/spip/article.php3?id_article=28
“Paradoja”. Diccionario de la Real Academia Española (RAE) 2006
(*)Estudiante del Ciclo Básico
Universalia nº 27 Abril-Julio 2008