Por Br. Desirée Reholón Inojosa(*)
En un gran dilema se encontraba Hamlet, famoso personaje de Shakespeare , al emitir la famosa frase “ ser o no ser, he ahí el dilema”. A pesar de la diferencia de épocas y ya envueltos en la realidad del día a día, muchos de nuestros jóvenes se enfrentan a la gran responsabilidad y largo proceso de decidir qué hacer con sus vidas, en el ámbito familiar, ciudadano y profesional; donde se van a formar y desenvolver, y lo más importante, la calidad de individuos que harán de ellos mismos.
Así se va formando una sociedad. Y la clave de todo el proceso son los valores, los principios y la educación que recibe el individuo.
Tal pareciera que el Gobierno venezolano, escudándose en una mal llamada “igualdad social”, desea controlar la educación según su ideología y de acuerdo a su conveniencia, para que así nadie se atreva a preguntarse qué quiere ser o qué quiere pensar. El gobierno dará respuesta a estas interrogantes según las “necesidades” del país.
En sus inicios fueron los liceos bolivarianos aplicando libros dictados por el ministerio. Con intentos fallidos en cambiar la ley de educación se incorporaron las misiones Robinson y Rivas. Y sin poder intervenir en la educación superior, casa de la diversidad, crea la Universidad Bolivariana de Venezuela y elimina la prueba de admisión del CNU (la cual en su última edición fue aplaza por más del 60% de los bachilleres, una muestra de donde estamos parados en materia de calidad educativa).
Si toda esta energía se le hubiese dado un buen uso y desde un principio se hubiese trabajado en mejorar y dotar las unidades educativas, en darle una mejor remuneración y preparación a los docentes, en abrir programas de calidad para la formación de técnicos, entre otras cosas, la historia sería otra.
Actualmente el Gobierno Bolivariano Socialista arremete nuevamente contra la educación venezolana., tras la activa y determinante actuación de los estudiantes universitarios en la derrota del proyecto constitucional, propuesto por el señor presidente. Es por esto cada vez más importante, para él, intervenir las universidades autónomas, eliminar las fuentes formadoras del pensamiento crítico e individual, para así poder mantenerse en el poder.
Esta vez el MPPES (Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior) que tiene oído a una sola voz, quiere implantar un nuevo sistema de ingreso a las universidades, después de eliminar la prueba de admisión nacional CNU y de no reconocer las pruebas internas de admisión que realiza cada institución, por considerarlas métodos de exclusión social, según ellos, a los sectores más pobres.
¿Es una acción social o un pase de factura?
Las universidades luchan constantemente por mantenerse activas con presupuestos muy cortos y enfrentándose a una escasez de profesores por sueldos que dan lástima. Pretender que sobrevivan a un ingreso masificado y aun así mantenga la calidad, es muy difícil, por no decir una utopía. ¿Cantidad vs. calidad? Tomando en cuenta de que dicho ingreso será dictaminado por el MPPES y su registro de bachilleres, de acuerdo a promedios y habilidades determinadas por ellos mismos. ¿Ya no tenemos suficientes listas?
Aún más incoherente es este cambio, si lo que se quiere es solucionar una desigualdad que no se debe a una exclusión social según el nivel económico sino de preparación y educación.
Los liceos públicos junto a la educación básica y media diversificada, decaen cada vez más, hasta el punto de que sus estudiantes pueden aprobar materias como matemática, biología, castellano, entre otras, sin haberlas cursado por falta de profesores.
Con todo y esto, en la Universidad Simón Bolívar, conocida por su difícil prueba de admisión y su excelencia educativa, uno de cada tres estudiantes proviene del sistema público.
El problema de la educación venezolana es muy profundo, y eliminar el instrumento de medición lo que hace es empeorar la situación, acarreando gastos materiales, deterioro de infraestructura y deficiencias en el personal, sin dejar de un lado la creación de estudiantes frustrados y mal preparados.
A los personajes del alto gobierno interesados en implantar un sistema educativo con ideología socialista, se les recuerda lo dictaminado en el art. 102 de la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, donde se deja en claro que “la educación es un servicio público y está fundamentado en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática”.
Los universitarios se mantienen alertas con debates, marchas y nuevas propuestas, como la del grupo de vice-rectores académicos. Esta última anima a mantener una prueba de ingreso, elaborada por cada institución, e incorporando a un programa de nivelación a los que la reprueben (esto a corto plazo) para que posteriormente este programa se anexe como un año más a la educación media, con el objetivo de mejorar su calidad.
Tanto los estudiantes de educación media como los de la superior están dispuestos a defender su futuro y las autonomías de las universidades, sin importar amenazas, insultos ni agresiones. Mientras se apuesta a la mejor decisión, los estudiantes no bajan la guardia y se preparan con pisada firme para la construcción de un mejor país en el que no importe color, raza, ideología, credo o religión.
(*)Estudiante del Ciclo Básico
Universalia nº 27 Abril-Julio 2008