Se encuentra usted aquí

El “rollo” moral

Soy de los que creen, como plantea Fernando Savater en su libro Ética para Amador, que la ética no sirve para terminar ningún debate, o dictaminar vencedores o vencidos en una disputa; sin embargo, debe colaborar a iniciarlos todos. Siguiendo a este autor, la “Moral” es el conjunto de comportamientos y normas que solemos aceptar como válidos para buscar y alcanzar el bien general. La “Ética” es la reflexión sobre por qué esas normas se consideran válidas y la eventual comparación con otras “morales”.

Así que en cierto modo, la moral es ética aplicada. Como el láser es una aplicación de la Física. No obstante, entre un dispositivo láser y una conducta moral o inmoral hay una diferencia notable. Ese aparato no es para nada esencial a la humanidad, en cambio lo “moral” sí lo es. Durante decenas de miles de años el hombre pudo arreglárselas sin láseres, pero jamás pudo vivir sin mandamientos, preceptos religiosos o normas morales de convivencia. En la antigüedad, Aristóteles fue el primer gran pensador que separó la moral de la metafísica. De hecho la moral cristiana, predominante durante casi dos milenios, está basada en la “ética” aristotélica. Andando en la Historia, Baruch Spinoza decía que la moral busca liberar al hombre de la esclavitud de los sentimientos y vivir según la razón. Kant señaló que la moral es la “ciencia” de las leyes de la libertad y de su aplicación efectiva en la autonomía de la voluntad. Y ya en el siglo XX, el psicólogo suizo C. J. Jung reprochaba al mundo moderno una negligencia en el trato con los arquetipos, ya que para él estos eran una especie de “ángeles custodios” de los sentimientos morales ¿Será verdad que lo “moral” se ha vuelto arcaico en nuestras sociedades dominadas por el enfoque tecno-científico? Y si esto fuese así en nuestro ambiente usebista, ¿no habría que darle nuevos bríos y actualizar el componente humanístico y social caracterizado por los cursos de Estudios Generales, eje transversal indispensable de la formación profesional integral de nuestros egresados?

Nadie puede sustraerse a las exigencias de la moral. A lo largo de toda la vida se nos plantea la cuestión irrecusable de cómo gobernar la existencia propia. Algunas veces la urgencia de la acción pide decisiones rápidas y sin ambigüedades. El estudiante que decide no copiarse en el parcial, el profesor que decide plagiar o no plagiar, el dilema de pasar o no al acto de corrupción… La existencia es implacable: a cada paso nos pone en la disyuntiva de la decisión. Si nos hacemos los “locos”, corremos el riesgo seguro de que la vida misma decida por nosotros. O lo que es más grave, otros lo harán, no siempre con la conciencia moral más adecuada.

Todo sistema educativo debe coadyuvar en la construcción del consenso colectivo necesario para interiorizar normas convenientes para la mayoría, éticamente correctas, convirtiéndolas en una conciencia moral operacional. En este sentido el Decanato de Estudios Generales ha contribuido modestamente, siguiendo los lineamientos del plan de gestión 2005-2009, con la organización de foros anuales sobre ética, plagio y honestidad académica.

En conclusión, podemos decir que el “ser moral” tiene dos facetas: el de “buena voluntad” y el de “buen saber intelectual”. “El talento sin probidad es una perla en un muladar”, decía Cervantes. Hoy en día pudiéramos decir más prosaicamente: el profesional inmoral, por muy talentoso que sea, corre el riesgo de convertirse en un auténtico flagelo social.

No puedo terminar este editorial sin antes dirigir unas palabras de sincero reconocimiento a la Profesora Lourdes Sifontes, quien ha desempeñado con mucho tino, ponderación y prestancia el cargo de Decana de Estudios Generales. Hoy me corresponde a mí el honor, la responsabilidad y el desafío académico de mantener y continuar el excelente trabajo cumplido por Lourdes, seguro como estoy de contar con el valioso equipo que la ha acompañado en esta exigente pero gratificante labor.

Prof. Rafael Escalona - Decano marzo 2008