Lic. Enrique Mata Rivera (*)
1. La universidad en tanto forma superior de universalidad pedagógica y cultural.
El mundo occidental se encontraba sumido aún en la fecunda oscuridad del medioevo, cuando estas peculiares instituciones públicas de educación superior que conocemos en la actualidad como universidades, fueron creadas(1). Desde sus orígenes más distantes en el siglo noveno de nuestra era, la misma palabra “universidad” invocaba la noción de universalidad en latín, y definía esta nueva comunidad de educadores(ras)(2) y educandos, como “universitas magistrorum et scholarium”; es decir, como centros colectivos donde el conocimiento avanzado se gestaba y se transmitía entre educadores y estudiantes en una suerte de confradía dedicada al avance del conocimiento humano. Pero desde sus orígenes, las universidades se proponía generar y diseminar una visión del ser humano y la naturaleza que no estuviese confinada a diminutas parcelas del conocimiento, o a pequeños círculos de iniciados. La universidad nació, entonces, para ser en lo esencial un gran vehículo de expresión y preservación de la universalidad del saber.
Sin embargo, con la entronización creciente del neoliberalismo en América Latina, las universidades han transitado cada vez con mayor intensidad hacia el modelo de los establecimientos de educación superior como instituciones empresariales y lucrativas(3). Esto ha significado que en numerosos países de la región la línea clara de demarcación que antes separaba a universidades públicas de la privadas(4), se haya tornado cada vez más tenue, hasta desaparecer por completo. Y junto con este cambio en la orientación social y el vínculo de la universidad con el Estado, los currículums, los objetivos pedagógicos, y el viraje hacia la hiper-especialización han sido también dramáticos. En otras palabras, se busca desmantelar las universidades públicas en tanto cenáculos productores y difusores del conocimiento avanzado al servicio de toda la sociedad, por “universidades empresariales”(5). A partir de la “década perdida”, la erosión del viejo legado universalista ha sido tan radical como negativo en términos de sus consecuencias sociales más amplias.
Hay una gran cantidad de propuestas neoliberales encubiertas que sugieren que la universidad pública del futuro en América Latina debe ligarse más estrechamente al mundo industrial y empresarial privado, y proseguir de este modo un modelo similar al de las grandes universidades privadas en el mundo desarrollado. Pero es difícil imaginar universidades públicas con semejantes características cuando nuestros países producen y exportan muy pocos bienes de capital, y cuando lo hacen, es sólo una proción insignificante de productos manufactureros que se insertan dentro de un proceso productivo mucho más amplio dominado y controlado por grandes empresas transnacioanles. ¿De qué serviría tener recursos humanos e infraestructura altamente especializada en investigación científica aplicada a la manufactura, si lo que se produce a nivel nacional en ese terreno son apenas productos menores y complementarios de bienes de capital cuyo diseño, propiedad y ensamblaje final ocurre fuera de las fronteras nacionales?
Dadas las caraterísticas esenciales de la cultura de la globalización al terminar la primera década del siglo XXI, y considerando también que la privatización en aumento de la vida universitaria en latinoamerica y el mundo acentúan esos rasgos al concebir el quehacer académico y la educación superior apenas como una expresión más del capitalismo empresarial, el viejo rol tradicional de las universidades públicas se torna de una vigencia dramática.
Los Estudios Generales, por su carácter universalista e interdisciplinario –no sólo por la oferta curricular que se brinda, sino también porque en ellos laboran profesores y profesoras de muchas disciplinas diversas que interactúan de formas múltiples y diarias a lo largo de todo el calendario universitario- tienen hoy la posibilidad de aportar a los jóvenes de reciente ingreso universitario, una inmersión rica e indispensable en las manifestaciones más clásicas y contemporáneas del conocimiento humano, antes de que los educandos se orienten hacia una mayor especialización profesional.
Defender y preservar los sistemas de Estudios Gnerales en el presente, es tan importante como la salvaguarda de las universidades públicas mismas. Es más, se puede afirmar que las universidades públicas dejarían de ser tales, si los troncos comunes e interidsciplinario constituídos por los programas de Estudios Generales, desaparecieran o fueran sustituídos por otros sistemas menos universalistas. Los Estudios Generales han sido y lo serán siempre, un paso indispensable hacia una verdadera universalidad en la educación superior.
(1) Antes que estas proto-universidades europeas, hubieron grandes instituciones de educación superior en China (2257-2208) conocida como Escuela Superior. De hecho, la actual Universidad de Nanking tiene sus orígenes directos en la Academia Central Imperial de Nanking
(2) Numerosas educadoras monjas participaron desde el inicio en esta noble y germinal labor que con el paso de los siglos evolucionaría hacia las grandes y complejas instituciones de educación superior que son las universidades de nuestros días.
(3) José Joaquín Bruner. 1985. Sociedad y universidad en América Latina. Un esquema de interpretación. Caracas: CRESAL-UNESCO.
(4) Jorge Balán et. al. 1993. Políticas Comparadas de educación superior en América Latina. Santiago de Chile: FLACSO.
(5) Ideología que está expresada de manera elocuente por B.R.Clark. 1998. Creating entrepreneurial universities. Oxford: Pergamon Press.
(*) Decano del Centro de Estudios Generales de la Universidad Nacional con sede en la ciudad de Heredia, Costa Rica
Fragmento de la ponencia presentada en al año 2010 en un congreso de Estudios Generales realizado en la República Dominicana.