Por Edgard Bonilla, estudiante de Ingeniería Electrónica
La antropología del arte surge por la necesidad de hacer un estudio integral de sociedades distantes en tiempo y espacio, ya que normalmente sus actividades (economía, religión, política, arte, etc.) están estrechamente vinculadas entre sí, formando partes de un total cultural (Antczak 2010, comunicación personal). Al hacer un estudio del “arte” de sociedades distantes, en general, nos referimos a artefactos que en sus culturas de origen tienen un carácter meramente utilitario, siendo nosotros (los occidentales) quienes categorizamos a tales objetos como “arte”, desde nuestra perspectiva (Maquet 1986, 65). Necesitamos sistematizar el estudio antropológico de estos objetos culturales que se convierten en arte al entrar en la perspectiva occidental.
Desde el punto de vista antropológico, un artefacto es cualquier objeto modificado por el ser humano, ya sea transportado, trabajado o al que se le haya atribuido un significado. Si tuviésemos que definir una obra de arte debemos partir del hecho que es un artefacto en sí mismo (Antczak 2010, comunicación personal). Sin embargo no todo artefacto puede ser considerado como arte; entonces ¿qué es lo que convierte a un objeto en arte? Y más aun sabiendo la respuesta a tal pregunta, ¿cómo podríamos enfocar un estudio del arte en otras culturas?
Específicamente en la cultura occidental existe una enorme gama de significados a los que se les relaciona con “arte”: habilidad manual, belleza, plenitud de experiencia sensorial, armonía, innovación, comunicación, mensajes sociales, fantasía, entre otros (Dissanayake 1983, 36). Dentro de esta variedad de significados se pueden distinguir dos dimensiones entre las que se suele determinar el concepto de arte; estos son los elementos tangibles o sensoriales (belleza, habilidad) y los valores ideacionales (comunicación, fantasía). Mientras que los valores tangibles son asimilables de una cultura a otra, muchas veces los valores ideacionales sólo pueden ser comprendidos por los individuos pertenecientes a la cultura de origen del artefacto.
Esas primeras ideas de dimensiones Sensorial e Ideacional crean dos grandes categorías imprescindibles para una obra de arte, que serán sometidas a discusión a lo largo de este ensayo: una es la visión del arte como simbolismo expresivo; la otra es la visión del arte como objeto de intención estética. Dicotomía esta que muy bien expresa el célebre poeta José Ortega y Gasset cuando dice que el arte es como una ventana (forma o estética) a través de la que se mira un jardín (contenido o simbolismo) (en Redfield 1971, 46). En virtud de esta ruptura aparentemente irreconciliable de conceptos, los antropólogos discrepan sobre cómo debe abordarse el estudio de objetos de arte etnológico. Para instruirnos más en esta división, se estudiarán las dos perspectivas (estética y simbólica) desde los puntos de vista de Jacques Maquet (1986) y de Arthur Danto (1989), respectivamente. Adicionalmente se presentará una tercera visión más general, antes de mostrar el método de análisis propuesto en este ensayo.
Arte como objeto de Intenciones Estéticas
De acuerdo con esta visión, una obra de arte es un artefacto cuya función es sólo la de ser contemplado. Suena contradictorio establecerlo así, puesto que la mayoría de los objetos que consideramos arte de otras culturas tienen alguna función utilitaria en su sociedad de origen, pero la base de esta idea está ligada a la asimilación y/o transformación de estos artefactos. La cultura occidental “descubre” artefactos provenientes de otras culturas e independientemente de la utilidad original que tuviesen, éstos podrían ser asimilados dentro de las categorías que los occidentales consideramos arte; no exactamente porque ese fuese su destino dentro de la sociedad productora (Maquet 1986, 65).
En tal sentido, se define el concepto de locus estético, que no es más que el conjunto de objetos culturales de los que se espera un alto nivel de estética en la manufactura, dentro de los cánones establecidos por la misma sociedad (Maquet 1986, 68-70). Por ejemplo: las representaciones de figuras cosmogónicas son el locus estético de muchas culturas africanas; así, las cestas son el locus estético de los Ye”kuana. El locus estético es característico para una cultura en un tiempo determinado. Tal definición va dirigida precisamente a distinguir los objetos elaborados con técnicas o materiales que sobrepasan las necesidades de su utilidad final, permitiéndonos la comparación con la cultura occidental en cuanto a materiales y técnicas estéticas, aunque tales artefactos carezcan de otro valor simbólico.
En virtud del locus estético, las comparaciones de estilos y formas deben hacerse entre patrones culturales, ya que permanecen con menor variación temporal e influencian fuertemente lo que es representado en una obra de arte y la forma en que se presenta (Maquet 1986, 176-177).
Finalmente, los significados de las obras artísticas, como es de esperarse, poseen un componente cultural (el cual indica lo que está permitido y bien recibido para representar artísticamente). No obstante, dentro del campo de la Antropología de la Estética estos significados culturales poseen una estrecha relación con la forma en que se presentan. En consecuencia, su significado yace exclusivamente en su imagen perceptiva; a partir de ella y la comparación transcultural es posible deducir datos relevantes sobre la sociedad en la que fueron producidos los objetos (Maquet 1986, 92).
Arte como objeto de simbolismo expresivo
La tesis opuesta a la Antropología de la Estética viene de la mano de Arthur Danto, cuyo ensayo “Art and Artifact” (1989) intenta hacernos ver que la perspectiva estética no es suficiente para caracterizar lo que es o no una obra de arte, menos aún si se trata de arte etnológico.
En su ensayo, Danto habla de dos tribus imaginarias que viven en África en dos lugares distintos, distanciadas lo suficiente como para haber evolucionado diferente en muchos aspectos, pero no tanto como para perder características en común. A una la llama “gente cesta” y a la otra “gente vasija”. Ambas tribus producen cestas y vasijas, con las mismas técnicas y con apariencia estética idéntica. Sin embargo la “gente cesta” mantiene una relación especial con sus cestas, que son para ellos objetos con un gran significado y poseedoras de grandes poderes. Para la tribu de la “gente vasija”, en cambio, las vasijas están llenas de significados; los sabios de la gente vasija dicen que su Creador es un alfarero que moldeó el universo a partir de arcilla (Danto 1989).
La paradoja surge cuando vemos que las cestas y las vasijas de ambas tribus son físicamente idénticas, pero ambas no poseen la misma carga sociocultural; las cestas de la “gente cesta” y las vasijas de la “gente vasija” poseen un intenso significado cultural relacionado con su cosmogonía y fuertemente arraigado en su estructura social (Danto 1989). Las cestas de ambas tribus pueden ser idénticas físicamente, pero culturalmente son diametralmente opuestas, y la perspectiva estética no sería capaz de reconocer las diferencias entre los artefactos con un importante significado social y los que son simples objetos utilitarios.
Por ello Danto propone un enfoque basado en la división Hegeliana de Espíritu Absoluto (todo lo perteneciente a ideas, creencias, cultura y significados) y Prosa del Mundo (objetos carentes de alma, simplemente objetos), para esclarecer que el arte debe pertenecer al reino del Espíritu Absoluto (Danto 1989).
En conclusión, lo que convierte a un artefacto en arte es su significado cultural, mientras que la intención estética es un elemento misceláneo que puede o no aparecer en absoluto. Como ejemplo de esto último se puede mencionar a Marcel Duchamp y su célebre Fountain (1917) consistente de un ready-made de un urinal.
Contraste de las dos perspectivas
Resumiremos las dos posturas antes descritas en las siguientes frases:
Arte es artefacto más forma estética elaborada; el contenido es una consecuencia de ésta, que debe encontrarse reflejado en sus características externas y, por lo tanto, ser analizado en términos estéticos(visión estética).
El arte es artefacto más el significado que le da su cultura creadora; la intención estética es un elemento que puede o no aparecer en el mismo(perspectiva del simbolismo expresivo).
Sorprendentemente ambas posturas, desde su visión radical, son insuficientes para abarcar todas las expresiones que son consideradas arte, en especial en las culturas distintas a la occidental, donde los patrones y relaciones forma-contenido no son los usuales que aparecen en nuestra sociedad occidental. Por un lado, la primera postura no resistiría un caso como el de las cestas y vasijas propuesto por Danto (1989), mientras que la segunda aproximación al tema tendría problemas con el arte de los nativos Atutu de Costa de Marfil, quienes utilizan cuernos, contenedores de ornamentos y hojas de espada con el único propósito de embellecer sus viviendas, siendo esta tradición absolutamente independiente de la cultura occidental y no realizada para ningún propósito distinto del estético (Haselberger 1961, 345).
Se puede constatar entonces que ninguna de estas aproximaciones es determinante a la hora de evaluar satisfactoriamente cualquier expresión susceptible de ser considerada artística en culturas distantes
Arte como expresión del artista
También se considerará la visión propuesta por José Camargo (2008) que define el arte “a través del rol que juega el artista en la creación de la obra, a través de la motivación esencial que lo llevó a realizarla, y evidenciar esta motivación como deseo máximo de expresión, […] logrando una modalidad expresiva que supera sus capacidades conocidas” (Camargo 2008).
En este caso la definición de arte es suficientemente general como para abarcar gran cantidad de objetos culturales. Sin embargo, existen dos deficiencias para los propósitos de este ensayo. Primero consideremos un ejemplo hipotético: una cultura en África que se hace llamar la “gente tabla”. En su sociedad uno de los principales íconos venerados es una tabla de madera manufacturada por el jefe de la tribu sin técnicas especializadas; la tabla se lanza al río tras un ritual anual que celebra la llegada de la temporada de lluvias. Aunque a simple vista parece una tabla común y corriente, resulta ser que en la cultura de la “gente tabla” representa los cimientos de la primera vivienda que construyó algún ser Divino de su cosmogonía y de allí su veneración.
Supongamos que alguna vez una de estas tablas llega a manos de un antropólogo. En este caso la única definición que aportaría a tal objeto la categoría de arte sería la de Simbolismo Expresivo, pues en esa pequeña y rústica tabla de madera está toda la historia y las creencias de una sociedad. Pero si el antropólogo asume cualquiera de las otras dos posturas, terminará decidiendo que la tabla no tiene mucho valor, puesto que la intención estética y la destreza del autor se encuentran ausentes, desperdiciando una oportunidad de estudiar correctamente la cultura de la “gente tabla”.
En segundo lugar, mediante esta definición podríamos delimitar una gran cantidad de objetos artísticos, en términos transculturales y atemporales. No obstante, esto no nos permite un estudio sistemático del arte etnológico en su propio contexto de desarrollo, que es el objetivo de este ensayo.
Otro enfoque para el estudio: Estético-Simbólico
Entonces lo que necesitamos es un camino que permita el estudio del arte de otras culturas, lo suficientemente general como para abarcar las expresiones estéticas y simbólicas de la sociedad estudiada, pero tan específica que permita ver cómo se relacionan sus expresiones artísticas con su cultura y permitir el mejor entendimiento de los individuos que a ella pertenecen.
No debemos olvidar que un objeto de una cultura distante a la nuestra en tiempo y espacio, se transforma en una herramienta de comunicación intercultural, llevando consigo mensajes intrínsecos de su lugar de origen, sus habitantes, sus creencias y su historia. Sin embargo, como toda herramienta de comunicación, el mensaje también se ve alterado por la interpretación que se le dé en la cultura receptora de dicho objeto, en nuestro caso, la occidental. Por ello, nuestro estudio del arte de otras culturas debe tomar en cuenta la percepción propia de la cultura productora de un objeto (emic, o, visión desde adentro) y también la de la cultura que recibe tal información (etic, o, visión desde afuera) antes de evaluar su categoría como obra de arte o artefacto común.
Tras esa averiguación previa sabemos que para realizar un estudio transcultural del arte, necesitamos tomar en cuenta que está compuesto tanto por forma (estética) como por contenido (simbolismo). Estos parámetros deben estudiarse independientemente para lograr una visión más clara del objeto de estudio. De igual manera no se debe olvidar que el adquirir un artefacto la categoría de arte, lo hace bajo el criterio de la sociedad a la que pertenece el antropólogo que lo estudia; por ello, se hace imprescindible tomar en cuenta su opinión, aunque centrada lo más objetivamente posible y procurando basar los análisis principalmente en la visión de la cultura productora de tal objeto.
En vista de ello, a estas dos variables (forma y contenido) se les aplicará una variación del método de estudio propuesto por Blocker (1994) que propone tres pasos sencillos (Antczak 2010, comunicación personal):
1. El objeto se ajusta a nuestra categoría (etic), basada en qué tanto nos permite tal artefacto conocer de la cultura en cuestión y su relación con las cualidades estéticas distinguibles.
2. El objeto se ajusta a la categoría de su cultura (emic). Toma en cuenta todo el significado estético y simbólico que tiene el objeto en su sociedad de origen
3. Se comparan las visiones etic y emic obtenidas, de tal manera que se pueda establecer una categorización del objeto cultural como arte, viendo las relaciones Forma-Contenido y de las visiones internas y externas del fenómeno artístico.
Esto permitiría saber el papel que juega un objeto cultural dentro de su propia sociedad, a la vez que lo comparamos con la imagen que tenemos nosotros de él, dándonos una visión amplia de su cultura y del artefacto estudiado. La independencia en términos de Simbolismo y Estética provee la base para un estudio detallado y sistemático en el que se pueden establecer clasificaciones según la correlación entre cada una de las visiones (interna y externa) de intención estética y simbolismo en el objeto. Otra gran ventaja que podría proveer este método es la no descontextualización de una obra de arte, ya que su estudio utilizará como piedra angular la información disponible de su utilización, significado e historia, dentro de la cultura de origen.
Hagamos utilización de este método: primero bajo el ejemplo de Danto (1989), específicamente con las vasijas de la “gente vasija” y las vasijas de la “gente cesta”, idénticas en forma y diseño, pero distintas en contenido cultural.
1. Observamos que ambos estilos de vasijas presentan patrones similares y a simple vista son indistinguibles las diferencias. De igual manera se observa que ambas tribus las utilizan como instrumentos, aunque los artesanos de arcilla de la “gente vasija” tienen un estatus mayor que los de la “gente cesta”.
2. Notamos que las vasijas poseen un profundo significado para la “gente vasija”, mientras que la “gente cesta” sólo los ven como instrumento; en cuanto a la estética no hay diferencias notables en destreza o tendencias a patrones.
3. Comparamos: aunque las vasijas a un nivel estético son iguales, desde una perspectiva externa se observan diferencias en el estatus social de los artesanos de arcilla de la “gente vasija” y, más aun, poseen una fuerte ligadura con la raíz religiosa de esa tribu, contrariamente a la otra. Si fuésemos a considerar que ambos trabajos son arte, indudablemente las vasijas de la “gente vasija” poseen una categoría superior a las de la “gente cesta” gracias a su significado.
Todo este ejemplo se obtuvo fielmente del ensayo Art or Artifact por Arthur Danto (1989).
El otro ejemplo que se traerá a colación sería el de la “gente tabla” utilizado previamente. Está claro que el análisis estético simbólico determinará la categoría del objeto en forma de tabla como obra de arte únicamente debido a la carga espiritual que se le da en su cultura de origen. Evidentemente, esta tabla se encontraría en un nivel distinto a las vasijas de la “gente vasija” de Danto, pero precisamente esta diferenciación es la que podría permitir un análisis más a fondo de la historia y la cultura de las tribus a través de sus artefactos.
Se constata que se puede utilizar este método de análisis para reconocer distintos tipos de arte de culturas distantes, tomando en cuenta su visión de los artefactos y recordando las diferencias culturales y de percepción. Es justo destacar la importancia de tomar en cuenta la forma y el contenido como dos elementos completamente independientes y realizando una comparación sólo al final entre ambas “variables”. Así podría cumplirse a cabalidad la motivación del estudio antropológico del arte, que es precisamente un estudio integral de las culturas distantes, tomando en cuenta su visión y la perspectiva de nuestro mundo occidental. Considero que podría realizarse un enfoque de esta naturaleza directamente en el campo experimental de trabajo, a fin de corroborar su validez para casos reales.
REFERENCIAS
· Antczak, M. (2010) Clases magistrales: ¿Arte o Artefacto? Aproximaciones a la Antropología del arte. Universidad Simón Bolívar, Caracas.
· Blocker, G. (1994) The Aesthetics of Primitive Art. Lanham, Maryland.
University Press of America.
· Camargo J. (2008) El Arte como Expresión del Artista. Universidad Simón bolívar. Disponible en: http://universalia.usb.ve/concursos/veredictos/2008/ensayo/arte.html
· Danto, A. (1989) Artifact and Art. En Art/artifact: African Art in Anthropology Collection, pp. 18-32. Center for African Art and Prestel Verlag. Lecturas Esenciales para ¿Arte o artefacto? Aproximaciones a la Antropología de Arte, compilado por M.M. Antczak. Sartenejas, Universidad Simón Bolívar 2001.
· Dissanayake E. (1983) What is art for?. Seattle and London. Washington University Press.
· Haselberger H. (1961) Method of Studying Ethnological Art. En Current Anthropology, Vol.2, No.4 Editado por: The University of Chicago Press
· Maquet, J. (1986) The Aesthetic Experience: An Anthropologist Looks at the Visual Arts. New Haven and London. Yale University Press.
· Redfield, R. (1971) Art and Icon. En Anthropology & art: Recording in cross-cultural aesthetics, editado por C.M. Otten. Texas Sourcebooks in anthropology.
Trabajo presentado en el curso
DAP-426 ¿Arte o Artefacto? Aproximaciones a la Antropología de Arte
Prof. Magdalena Antczak, adscrita al Departamento de Diseño, Arquitectura y Artes Gráficas