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Más que tres créditos

Más que tres créditos

Br. Ricardo Santos, estudiante de Ingeniería Química

Al iniciar el cuarto trimestre, el estudiante de la USB debe iniciar el trayecto de los llamados Estudios Generales. Motivados por una falsa promesa de “materia fácil”, muchos inician la búsqueda de un curso que sea compatible con el horario ya programado, a fin de no interrumpir las horas de estudio de materias más importantes, como la física o las matemáticas.
A medida que avanzan las clases, los estudiantes se percatan de que estos cursos son diferentes: poco valen fórmulas memorizadas o potentes calculadoras, ahora los problemas se resuelven pensando, reflexionando y escribiendo. Ahora parece importar más el cómo que el qué, ahora el camino se vuelve más importante que la propia meta. De manera inconsciente, ahora esos estudiantes cuestionan muchos aspectos de su alrededor, se atreven a pensar, a ver más allá de lo lógico o lo normal, ya no les importa solamente la nota final del curso, ahora valoran lo aprendido; entienden que si bien las matemáticas y la física son importantes para su formación como profesionales, son los estudios generales los que contribuyen a su formación como personas, como humanos.
Sin saberlo, se han convertido en la antítesis del ingeniero o el licenciado: ahora son portadores de la etiqueta de humanistas.
En una universidad donde reina la tecnología, las ciencias y lo empírico, ¿cómo es posible que tengamos humanistas en nuestras filas? ¿A qué se debe esta infortunada situación?
La respuesta es más sencilla de lo que parece. La Universidad no existe para formar Ingenieros, Licenciados, Técnicos, Urbanistas o Arquitectos; la universidad tiene como misión, la formación de ciudadanos libres, de alta calidad profesional y humana. Sin el desarrollo de la sensibilidad y curiosidad espiritual que se logra a través de los estudios generales, nos convertiríamos en un recinto de cuerpos ocupados y almas vacías. En palabras de Mariano Picón Salas, cuando la educación tiene un fin que supera lo utilitario y lo pragmático, cuando se quiere formar hombres y no solo mercaderes, parecen ofrecernos las humanidades una olvidada pedagogía de la felicidad.
Los cursos de estudios generales son más que tres créditos, son espacios que nos permiten recuperar la humanidad perdida del humano, nos permiten recordar que aun ante las agendas más ocupadas, no podemos caer en la desatención del espíritu.
Hoy estamos celebrando esto. Hoy estamos celebrando el poder de las humanidades. Aquí, en La escritura hecha en casa, estamos reconociendo a los estudiantes que tuvieron la valentía de ir más allá: que no se contentaron solamente con aprobar un curso, sino que demostraron que quieren más, que pueden dar más, y que a través de la escritura son capaces de expresar sus realidades, sus pensamientos, su mundo.
Más allá del veredicto, el hecho de haber trabajado por tanto tiempo en un cuento, un poemario o un ensayo, ya los hacen ganadores. Mis más sinceras felicitaciones a todos.
¡Muchas Gracias!