Br. Paula Natera, estudiante de TSU en Comercio Exterior.
Eugenesia.
“(Del gr. εὖ, bien, y -génesis).
1. f. Aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana.” (RAE)
Al final, Tesla tuvo razón y la humanidad se rindió a la eugenesia.
Y quizás fue lo correcto, después de miles de años intentando combatirla – después de convencer a los detractores diciendo que eso no era una ciencia sino una maldad, años mostrando las maravillas de la ciencia y haber erradicado las enfermedades tales como el VIH y la diabetes, las voces en protesta comenzaron a disminuir y a disminuir y poco a poco, lo inmoral comenzó a considerarse normal.
Pero para alguien nacida bajo una familia que veneraba los eugénicos como si fueran Dios, siempre le pareció normal.
Cuando eras parte de la sociedad perfecta, como era ella, no habían muchas preocupaciones, el racismo no existía y solo se sabía de ellos gracias a los videos que les enseñaban en la escuela, nadie nunca sufría enfermedades hereditarias y la única molestia era tener que ir a los médicos a diario para que sus organismo estuvieran al día, todo era perfecto, un mundo feliz.
Oh, pero no podía interactuar con los impuros.
Se les denominaba impuros a las personas que nunca habían sido bendecidos por la ciencia de la eugenesia, a veces eran gente obsesionada con los antiguos tiempos, obsesionados con una ciencia que ya era obsoleta, otros eran religiosos que creían que Dios lo hacía todo, incluso traerles enfermedades, y otros, bueno, solo eran demasiado pobres para comprar una decente salud, pero eran una minoría, aunque una minoría preocupante.
Eran preocupantes porque habían derrotado a Galton y Darwin.
Se habían adaptado.
El cuerpo humano no solo evolucionaba con la ciencia, ellos se habían adaptado con la naturaleza, los que habían podido sobrevivir a las enfermedades y a la radiación, y estos habían tenido descendencia y eran básicamente el enemigo del resto de la humanidad, llamaban a los sanos “Artificiales”, y los odiaban muchísimo, y el sentimiento era mutuo.
Ella nunca había conocido a ninguno, que ella supiese.
Sus padres nunca lo permitirían.
(Y ella no quería tampoco, que tal si la tocaban con sus asquerosas manos y –ew)
Además, ella ya tenía su círculo propio, con sus amigos cercanos desde la infancia –lo normal era que se casara con uno de ellos, no le molestaría y así continuarían con la raza perfecta.
Hasta que se enamoro de alguien que no era de su círculo.
Su nombre era (es) Marcos.
Y lo conoció en la universidad, donde había derrotado completamente sus argumentos en un debate agitado sobre neo-colonialismo en el siglo XX, Marcos había mostrado claramente su postura anti el neo-colonialismo y lo culpaba de todos los males del siglo XX mientras ella, aunque no negaba los crímenes, lo consideraba un mal necesario para el desarrollo de la humanidad como tal. Nadie parecía saber con quién aliarse, generalmente su idea era la que se enseñaba en las escuelas, pero la de Marcos era una generalmente impopular, pero la manera en la cual mostraba sus argumentos, como eran las civilizaciones, y los (de acuerdo) a él, verdaderos motivos de las guerras en el Medio Oriente eran algo que a cualquiera haría retroceder de la intimidación.
Pero ella no era cualquiera.
“Klingsman.” Lo llamó después de clase y él volteo a verla, arqueando una ceja.
“¿Si?”
“En el café, después de clase, mañana.”
Marcos Klingsman le dio una de sus típicas medias sonrisas.
“¿Una cita, Jessica? ¿Después que te destruí tu argumento?”
“Al contrario, durante esta clase no pudimos terminar nuestra conversación porque termino la clase. Quiero continuar discutiendo.”
“Una cita entonces ¿Te traigo flores?”
“Trae tu cerebro, Marcos.”
Quizás el error fue no dejarlo pasar como cualquier ridículo hippie amante de la paz, quizás fue eso.
¿Pero cómo podría ella saber que se iba a enamorar? No era particularmente apuesto, tenía una apariencia típica de un joven adulto de cabello negro y ojos marrones, no era particularmente musculoso y era bastante introvertido, no había absolutamente especial en él – excepto su forma de hablar, su forma de defender lo que él consideraba correcto – quizás él fue quien rompió sus ideales de vida perfecta que había conocido durante toda su vida, de que quizás no todo estaba bien.
Además, ella nunca se hubiese enamorado de un cerebro menos brillante que el suyo, y ella influyo en sus ideas también, un poco.
Resulta que, Marcos Klingsman pertenecía a una familia del continente Americano y quizás por eso sus ideas chocaban tanto con las suyas, ya que estaban en Eurasia, sus padres eran cristianos que se dedicaban a hacer misiones por el mundo y él, aunque no era muy religioso, también quería ayudar a la gente culturizando a otros para que se preocuparan por el prójimo, se podía considerar porque así lo dijo Jesús ¿O quizás era solo decencia? Ella aún no sabe la respuesta, pero escuchaba a Marcos hablar, a veces hasta le daba la razón pero nunca permitiría que lo supiera.
Pero lo que le hacía que él no le hablara por días era el tema de la eugenesia.
“La eugenesia es un mal.”
“¿Qué estás diciendo?” Ella espeto de vuelta, completamente ofendida “¡La eugenesia salvó al mundo!”
“Salvó a este mundo, Jess ¿Qué hay de los otros? ¿Los que no puedan pagarla? ¿O los que se opongan a ser manipulados genéticamente?”
“En el mundo siempre ha habido clases superiores e inferiores, Marcos – Y no es como que los impuros carezcan de privilegios.”
“El hecho que los llames Impuros demuestra que tienes privilegios sobre ellos, piénsalo, no es lo mismo llamarte impuro que artificial. Porque impuro demuestra que en efecto, ellos son inferiores a ti.”
“Son inferiores a mi genéticamente – “Jessica comenzó a articular, cuando se dio cuenta de algo.
Ellos son inferiores a ti.
Ti.
No nosotros.
“Marcos…”
Debió haberlo visto venir.
Nadie sería tan anti-eugenesia a menos que…
“¿Eres un impuro?”
Marcos volteo los ojos en una clara muestra de irritación.
“Prefiero el termino natural, si no te molesta. Aunque obviamente te molesta.” Otra media sonrisa de esas que ella odiaba (amaba).
Todas las emociones corrían por su cabeza – asco, por haberse permitido tener sentimientos amistosos (y mas) por un impuro ¡Posiblemente tuviera una mutación del VIH! ¡O una enfermedad nueva! No creía que se podría contagiar pero aún así, también se sentía traicionada porque no se lo había dicho antes (Aunque no se lo debiera) y también sentía miedo, miedo por él y por ella, nunca debió enamorarse de un impuro, debió haber notado las señales – pero ¿Cómo podía? Marcos era tan normal como ella ¿Cómo iba a ella saberlo? ¿Todos los impuros eran tan normales como él?
“¿Vas a decirle a alguien?”
Debería, o quizás debería convencerle de probar la modificación artificial si estaba enfermo, quizás solo debería dejar de hablar con él y fingir que lo conoció.
¿Qué hizo?
“No. No le diré a nadie.”
Marcos le dio una sonrisa sincera y la besó.
Su mente le decía que debía rechazar el beso porque podría contagiarle las bacterias, su otra mente le recordó que era inmune a todo y que no había problema, así que respondió al beso.
Luego lo abofeteo.
“¿Y eso por qué?”
“¡Porque me besaste sin mi permiso, idiota!”
Marcos se rió.
(Ella sabía que no iban a durar mucho.)
Aprendió, que Marcos era un caso especial, Marcos era diferente a los otros naturales (ni idea cuando dejo de llamarlos impuros, pero Marcos había dejado de llamarle a ella artificial, así que era un buen intercambio) Marcos y su familia, simplemente estaban en desacuerdo con la eugenesia, porque como él había mencionado, ellos eran cristianos y no les parecía natural, sin embargo, gozaban de privilegios como las personas normales porque lo ‘parecían’, y como ellos, habían muchos en la universidad a la cual ambos iban.
Nunca les menciono a sus padres que el muchacho que traía a la casa era un impu—Natural. Y él nunca lo menciono tampoco, aunque cada vez que su padre despotricaba sobre como los impuros destruían la sociedad y que debían ser erradicados, él pretendía que no le molestaba, pero Jessica sabía que si, lo sabía por la forma en la cual en lugar de continuar con el argumento, solo cambiaba de tema como si nada hubiera pasado.
“¿Por qué no intentas argumentar contra ellos?” Le pregunto una vez.
“No vale la pena, además, posiblemente te desheredarían si supieran. Y un romance universitario nunca puede ir por encima de la familia.”
Hubo un silencio incomodo.
“Jessie.”
“¿Si?”
“Mi existencia no es un argumento, y tampoco debería ser un crimen.”
“No ser eugénico no es un crimen.”
“Ay, ay, ay, que ingenua eres, pero igual te amo. Pero claro que es un crimen, nunca creas que no.”
Y él tenía razón.
La estaba comenzando a tener muy seguido, o su punto de vista le estaba comenzando a hacer ver el mundo de una forma distinta, y ella no sabía si eso era bueno o no ¿Qué tan bueno es ir en contra del Status Quo?
Marcos miraba a la nada, a la ciudad, siempre hacía eso cuando se perdía en sus pensamientos – su ¿Novio? Bueno, nunca habían pensado en llamarse el uno al otro novio o novia, pero suponía que el termino era correcto, mientras él pensaba, Jessica agarro su mano y la apretó, él volteo a verla y sonrió, pero no su típica y odiosa media sonrisa, sino una sonrisa triste.
“Jessica, si un día desaparezco de la nada – si me dejas de ver, no me busques.”
Y ella sintió un escalofrió por su espina corporal – como si él estuviera profetizando su separación e intento pretender que su novio estaba siendo demasiado exagerado, con tal de que nadie supiera, no había razón por la cual no habría que dejarlo de ver.
Pero el escalofrió no se iba, ella sabía porque se habían negado a llamarse novios, porque novios significaba algo que debería ser a largo plazo, pero lo suyo era temporal – como todo, pero aún mas temporal, ella sabía que un día lo dejaría de ver. Porque sabrían que era…que era un impuro.
Y tal desaparición ocurrió cinco meses después.
Durante esos cinco meses mucha gente comenzó a desaparecer de la Universidad bajo excusas – y Marcos fue uno de esos, nadie cuestiono la verdad, pero él le había enseñado a Jessica a hacerlo, y sabía que se lo habían llevado.
Pero ¿A qué?
“¿Quiénes creen que usan para probar modificación genética, Jessica?” Su parte racional le decía.
Y recordaba día a día que Marcos le había dicho que no le buscara.
Y ella obedeció…el primer mes.
(No podía dejar que le hicieran nada, que no le hicieran nada a Marcos, si era necesario que modificaran su salud para mejor muy bien pero que no hicieran nada malo, Marcos era una persona normal, que le den a su novio de vuelta, por favor, que luego ella aguantaría sus quejas de porque no le hizo caso.)
Su búsqueda por él duro semanas, luego de esas semanas se volvieron meses y luego de meses se volvieron años, las estaciones pasaron y sus padres aún creían la mentira de que su novio estaba de viaje haciendo un Postgrado, aunque seguro era para no afrontar que su princesa se había enamorado de un impuro.
Tres años.
Su búsqueda dio frutos tres años después, tres años de preguntarse como estaba, si continuaba siendo el mismo muchacho por el cual se enamoro – lo que había leído de los blogs de los sobrevivientes no sonaba para nada bien, las experiencias iban de la menos horrible a la más horrible – y las más horribles terminaban en notas de suicidio y maldiciones a la humanidad por haber hecho tal cosa.
Se sentía enferma del estomago al saber que su inmunidad a enfermedades hereditarias y su superioridad genética era en base a las muertes y torturas de gente como su novio.
Marcos Klingsman estaba en el Centro de Limpieza Eugénica.
“Mi novio.” Dijo ella, sin molestarse en decir buenos días “Fue traído aquí hace tres años y quiero verlo.”
El médico la observo detenidamente.
“¿Es usted normal?”
Todos son normales, eso se lo enseño Marcos.
“Si, nací de la eugenesia igual que mis padres, soy usuario desde que me concibieron, voy todos los años a actualizar mi cuerpo para no agarrar enfermedades.”
“¿Nombre?”
“Jessica Martín.”
El hombre la busco en la lista de usuarios de la eugenesia y la encontró.
“Hmmm…oh si, Jessica Martín, el señor Klingsman siempre gritaba su nombre.” Jessica intentaba pretender que lo que el médico decía no hacía peores sus temores “No se preocupe, él ya está curado y podrá verlo pronto, siéntese ahí.”
Tres años de no verlo no se comparo a esos sesenta minutos de espera, observaba a su alrededor pero no había nadie excepto ella y un montón de papeles viejos que llamaban revistas – comenzó a hojearlas para pasar el tiempo y leer chismes viejos de gente que llevaba años muerta, pero necesitaba intentar olvidar su ansiedad.
“Señorita Martín.” El doctor dijo “Aquí está el señor Klingsman.”
Jessica casi grita.
Su novio parecía un esqueleto, su pelo que había sido negro ahora era gris, sus ojos marrones miraban al piso, la bata estaba pegada a su delgado esqueleto y susurraba cosas que ella no podía llegar a escuchar y agarraba al médico como si fuera un niño asustado ¿Físicamente? Podría estar peor ¿Mentalmente? Bueno…
“Allí está la señorita Jessica.” El médico le dijo “Vete, Marcos, estas curado.”
Marcos camino hacia ella, aún susurrando y sin decirle nada y a la vez, todo.
Ella le beso la mejilla y lo puso en la parte de atrás del vehículo y se fue.
Lo había perdido, la misma ciencia que le había dado todo había asesinado al muchacho que una vez había amado, excepto que no lo había asesinado físicamente, pero mentalmente si, era una posibilidad que había aceptado, pero ahora que estaba frente a ella quería llorar, pero no podía abandonarlo (aunque era lo que él hubiese querido). Solamente decía cosas relacionadas con la eugenesia – conceptos, historia, beneficios, como si se lo hubiesen obligado repetir y a creer, y a veces, revelaba inconscientemente cosas de su tortura, también había sido castrado – posiblemente para evitar que se reprodujera, no era que ella quisiera hijos de todas formas.
“Marcos.”
El no le prestaba atención a nada que no fuera ella, suponía que en el fondo lo reconocía, había aprendido a callarse cuando ella hablaba.
Beso la frente de su novio.
“Te quiero.”
Él se le quedo mirando y luego dijo la primera cosa no relacionada con la eugenesia desde que volvió con ella.
“Te dije que no me buscaras.”
Por supuesto que lo primero que hace es reclamarme.
“Harías lo mismo por mí.” Respondió ella simplemente.
“Si…” Fue todo lo que respondió “Creo.”
¿Se recupero Marcos?
Bueno, algo así.
Poco a poco retomo pequeñas cosas, pero el chico rebelde del cual ella se había enamorado se había ido, no hablaba pero maravillas de su salud ahora y llego al punto de justificar su propia desaparición, cada vez que él hablaba ahora, ella no podía evitar derramar lagrimas invisibles cuando él dormía, si es que dormía.
En la noche rebelaba su verdadero ser, gritando hasta que su garganta se secara y llorando mientras se aferraba a su novia como si ella fuese lo único bueno que quedara en el mundo (Y en su mente lo era), le pedía que no lo abandonara, que no le hiciera volver allá, y ella cada noche le repetía que nunca lo abandonaría y estarían juntos para siempre, pero él cada noche se olvidaba, y lo volvía a preguntar.
Había perdido al chico que había amado, pero a esta versión – rota, vulnerable, de su novio también lo amaba, y nunca se permitiría dejarlo.
Cuando conoció a Marcos Klingsman en la universidad era un muchacho de pelo marrón, inteligente y respondón que se caracterizaba por una media sonrisa que estaba firmemente en contra de la eugenesia y se llamaba a sí mismo ‘natural’ en lugar de impuro.
Tres años después, era un hombre de pelo gris con la mirada perdida que adoraba la ciencia que le arranco su alma y su capacidad para tener hijos, y ahora tenía una sonrisa artificial.
Pero, Jessica no se sentía intimidada por la ciencia que la creo – aunque llego a odiarla.
Le asustaba, mucho, mucho más que cuando sus padres vieron a Marcos de nuevo, su padre sonrió de oreja a oreja y abrazo a Marcos y le dijo.
“¡Pero si ahora estas perfecto, muchacho!”