Orietta Caponi
Coordinadora de Estudios Generales del Ciclo Profesional
La teoría revolucionaria de Lenin surge en contra de las teorías mecanicistas y deterministas de los principales representantes de la Segunda Internacional que proclaman la inevitabilidad de la revolución proletaria y en contra de la teoría de Rosa Luxemburgo acerca del despertar espontáneo de las masas. Lenin subraya la importancia de la educación política para suplir "desde afuera" conciencia de clase a los trabajadores, a través de un "partido de vanguardia". Pero este énfasis de Lenin en la necesidad de la intervención de un elemento externo a la clase obrera en la lucha de clases, su insistencia en una organización partidista fuertemente centralizada, hace más aguda la contradicción entre la posible dominación de los intelectuales y la meta socialista de la auto-emancipación proletaria.
La obra de Antonio Gramsci tiende esencialmente a la superación de esta contradicción. Gramsci se opone con vehemencia a las teorías mecanicistas y deterministas y afirma que el cambio revolucionario requiere un cambio de conciencia y de mentalidad que las masas deben lograr desde su interior y no serle impuesto desde afuera. De aquí el significado especial que Gramsci asigna a la educación política y a los intelectuales en la conformación de su nueva estrategia revolucionaria
La obra gramsciana reviste hoy en día gran interés e importancia sea desde una perspectiva marxista como desde una no marxista. Desde una perspectiva marxista los escritos de Gramsci son un reto para aquellos que niegan la necesidad de teóricos en el movimiento obrero. En toda su obra está presente la necesidad de la relación dialéctica entre la espontaneidad de las masas y el liderazgo consciente. La preocupación central de Gramsci es la elaboración de una teoría que reconozca el rol indispensable de los intelectuales en la causa revolucionaria, tratando, al mismo tiempo, de evitar el peligro de una sociedad post-revolucionaria dominada por una "nueva clase" de intelectuales.
El fundamento de este nuevo rol asignado a la educación política y a los intelectuales en la estrategia revolucionaria es la teoría gramsciana de la hegemonía. Esta teoría es indispensable para cualquier proyecto de análisis político marxista en cuanto explica cómo una clase dominante mantiene su status social no sólo por su poder económico sino también por el consenso de los dominados, consenso que nace de la aceptación de valores sociales, culturales y morales difundidos por la clase dominante a través de las instituciones de la sociedad civil. El análisis de esta dimensión ideológica es una área que los estudios marxistas han relativamente descuidado hasta tiempos recientes y su desarrollo se hace cada día más indispensable y apremiante ya que la supervivencia y fortalecimiento del capitalismo determinan para los marxistas la necesidad de explicar los mecanismos y causas de este fenómeno. Además cierto "fracaso" del modelo socialista, la burocratización de sus estructuras, el resurgimiento de valores burgueses, la cristalización de grupos de mando y el distanciamiento progresivo entre líderes y masas podrían tener como una de sus causas el haber centrado el desarrollo de la revolución proletaria fundamentalmente en transformaciones y cambios económicos y materiales y en haber descuidado el necesario cambio intelectual y moral que Gramsci con tanto énfasis subraya en toda su obra.
La realidad de la dictadura burocrática del régimen soviético ha provocado el surgimiento de una alternativa más humana y democrática. Esta alternativa, la tan conocida y propagandizada Perestroika, comparte con la teoría gramsciana sus principios teóricos y sus objetivos. Ya Gramsci, sesenta años antes de Gorbachov, a lo largo de toda su obra, había insistido en el auto-gobierno de la sociedad, en el principio del centralismo democrático en la organización del partido y en la delimitación de las funciones del Estado.
Desde una perspectiva no marxista la teoría gramsciana es además útil e interesante para aquellos que tratan de encontrar una alternativa más humana a la sociedad contemporánea. Esta teoría analiza una serie de problemas sociales y políticos, entre ellos, por ejemplo, la importancia de la hegemonía ideológica y cultural para la consolidación del poder político y el inextricable entrelazamiento de la sociedad civil y el estado en el capitalismo desarrollado.
Universalia nº 1 Abr-Jul 1990