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Libros de Caballería

Cristian Alvarez
Resulta curioso observar como en nuestro tiempo de sacralización de la ciencia que nos lleva a los más asombrosos avances tecnológicos, el cine y la televisión nos muestran películas y series donde un mundo futuro, cubierto en ocasiones con una sombra apocalíptica, mezcla -unas veces en forma interesante, otras un tanto torpe y grotesca el desarrollo de la cibernética con una extraña barbarie que nos recuerda la legendaria y oscura Edad Media, un mundo peligrosamente amenazado en el que surgen héroes cuya arma principal es, a pesar de las precisiones del láser, la simple y anacrónica espada. En esa especie de Edad Media futura, lo mágico y lo científico nuevamente se confunden o se sustituyen mutuamente, apareciendo además seres malignos servidos por monstruosos guardias robots y hombres sabios que representan una suerte de olvidada mística que es necesario preservar y de la que debe ser depositario el nuevo héroe.

La fusión imaginativa del medieval pasado mítico y el futuro insospechado parece revelar una necesidad de una aspiración o la nostalgia por algo que el disfrute de la nuevas aventuras del cine no otorgan completamente. Acaso sea "el elemental sabor de lo heroico" del que hablaba Borges, aquella sensación sumamente real pero que hoy la sentimos tan lejana en una era mediatizada y anónima como la nuestra. Quizás también se sume a ello el deseo de que se logren ideales que las metas del mundo moderno intentan enterrar: el amor, la lucha por el bien común, la valoración del hombre por su ser más que por el poseer.

Es tal vez por esto que nos interesa volver al origen de ese heroísmo que extrañamos, tornar a la lectura de aventuras medievales que gestaron v conformaron esos ideales. Los libros de caballería son así el motivo de este curso que intenta mostrar al caballero, al héroe de la bendita y simbólica espada, cumpliendo su necesaria misión ética en el mundo. La aventura valerosa, la cortesía, el amor-pasión, la búsqueda mística van configurando un modelo de vida en un universo poblado de magia y misterio.

Don Quijote, en el otoño de su vida, quiso llevar a la práctica sus lecturas caballerescas en un mundo que había desterrado ese espíritu. Sin embargo, y a pesar de los golpes y derrotas, la obstinada y loca salida quijotesca continuaba. El héroe de Cervantes estaba convencido de la necesidad de esa aventura, esa suerte de tragedia y felicidad superior. Quizás esa sea nuestra misma nostalgia y nos falta llegar a idéntica convicción.

Universalia nº 1 Abr-Jul 1990