Se encuentra usted aquí

Invitación a la Poesía

Luis Miguel Isava

Tal vez hoy más que nunca parezca un desatinado lujo dedicarse a leer poesía. Es cierto, el mundo actual acepta como carga heredada de los siglos unos espíritus extraños que se ocupan de escribirla, pero ¿qué podría reportar de útil acercarse a sus obras? Creo que el quid de esta pregunta retórica -pues la respuesta es, desde antes de formularla: nada- está en la palabra útil. La utilidad, o dicho de otra forma "el no perder tiempo", es uno de los espectros de la conciencia humana. Se cuenta que luego de realizar un experimento público de electromagnetismo, Faraday se quedó en silencio ante la simple pregunta de uno de los asistentes: "y eso ¿para qué sirve?". El tiempo le dio la razón a Faraday, como antes a los monjes medievales que estudiaban las cónicas "por gusto". No cabe esperar que se le dé a la poesía, afortunadamente. Porque su valor radica en mostrarnos la importancia de aspectos vitales que escapan a toda inserción en el campo de la utilidad. La vida humana es goce y pasión. ¿De qué sirven? Y el amor, desde aquella perspectiva, ¿es más que un desgaste innecesario de tiempo y energía psíquica y física, como diría el desilusionado matemático de un cuento de Wilde? Vemos, creo que con claridad, que lo humano por excelencia no es lo útil. Y esto nos permite acceder a otro espacio vital donde la poesía se encuentra en su elemento: el conocimiento. La poesía es una forma de conocimiento, un intento de acercarse al sentido del mundo y revelarlo. Forma de conocimiento distinto de la científica en el método, claro está, y en que no intenta una sistematización, pero que explora el mismo universo. Quizás por ello Schlegel, uno de los románticos alemanes, afirmó: "antes de adentrarte en los conocimientos de la física desde iniciarte en los misterios de la poesía". Y ¿no es la búsqueda última de la ciencia "la explicación de la tierra" que reclamaba Mallarmé para la poesía? Como aventura del conocimiento, la poesía es a la vez un reto y un camino espléndido; como hombres integrales hemos de responder a su invitación a explorar el cosmos del infinito humano.